Vittorio Grigolo en Buenos Aires

Vittorio Grigolo, en su esperado debut en el Teatro Colón de Buenos Aires © Arnaldo Colombaroli

Mayo 29, 2023. Finalmente, el tenor Vittorio Grigolo efectuó su ansiado debut en Buenos Aires, acompañado en esta ocasión por la “Orquesta de la Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón” bajo la dirección del maestro Evelino Pidò. El que esperaba un concierto con el tenor parado junto al podio del director de orquesta, con versiones perfectas pero sin ninguna personalidad o de anodino fraseo, salió decepcionado. Pero los que se dejaron llevar por la simpatía del artista, por su indudable carisma, por su juego escénico, por su fraseo febril y por sus personalísimas interpretaciones, vivieron un momento de indudable fiesta.

Grigolo llenó el teatro con su enorme voz que sube al agudo sin grandes dificultades, empatizó rápidamente con la mayoría del público y sacó a relucir todas sus virtudes de un verdadero showman. Su marca personal es el permanente juego de contrastes entre el pianissimo y el forte, además de los cambios de dinámicas para dar mayor expresividad, que en algunos momentos hacen entrecortar la línea de canto.

Luego de la Obertura de I vespri siciliani de Giuseppe Verdi, vertida con perfecto ajuste por la orquesta bajo la atenta y sutil batuta del maestro, Vittorio Grigolo se presentó con ‘La donna è mobile’ de Rigoletto, donde hizo gala de la belleza de su color vocal, la homogeneidad del registro y su extensión. La pausa para el descanso del tenor sirvió para que la orquesta interpretara la obertura de Il barbiere di Siviglia de Rossini con alta calidad.

Quizás Grigolo no sea hoy un tenor belcantista y por eso fue muy personal su versión de ‘Una furtiva lagrima’ de L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti. Su línea de canto se resintió en busca de la expresividad y los tiempos no fueron los más canónicos. ¿Importa esto ante la explosión de alegría del público, admirado por la entrega y emoción que generó el artista? Evidentemente no.

Con brillo en todas las secciones de la orquesta y perfecto ajuste, el maestro Pidò acometió en el célebre Intermezzo de Manon Lescaut de Giacomo Puccini, para dar luego paso a la gran aria de Rodolfo en La Bohème, que es un rol que el tenor italiano ya está dejando o dejó fuera de su repertorio, pero sirvió para apreciar nuevamente su forma personal de cantar y su estilo.

Con la batuta de Arturo Toscanini, Evelino Pidò dirige la última pieza de la velada, ‘Vesti la giubba’ de Pagliacci de Leoncavallo © Arnaldo Colombaroli

Antes de la última pieza orquestal de la primera parte, el violinista Diego Tejedor, presidente de la Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón, junto a Oleg Pishenin, el Concertino, le hicieron entrega al maestro Pidò de la batuta con la que el legendario Arturo Toscanini dirigió por última vez a la Orquesta Estable en 1941, como símbolo de reconocimiento por su labor con los músicos del Colón, tanto en esta oportunidad como en sus anteriores visitas a Buenos Aires. Un emocionado Evelino Pidò condujo con esa histórica batuta el Intermezzo de Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni, que marcó uno de los mejores momentos musicales de la noche.

Para cerrar la primera parte, Grigolo encaró la famosa ‘Di quella pira’ de Il trovatore de Verdi, con expresividad y buenos agudos, pero marcando un límite en su registro que aún no es plenamente el de un lírico-spinto. Pidò fue el acompañante preciso del tenor al seguirlo con excelencia en los tiempos, en los rubati, en los cambios de dinámicas, para que el artista se luciera en todo momento. A su vez, Pidò dio consistencia y perfección a los fragmentos puramente orquestales, logrando de los profesores una de las mejores prestaciones de los últimos tiempos. Una verdadera batuta de relevancia internacional que, con su maestría y solvencia, extrajo lo mejor de los músicos.

La segunda parte fue más breve: uno de los intermedios de Carmen de Georges Bizet, vertido con exquisita musicalidad y una vibrante Obertura de Norma de Vincenzo Bellini, por parte de la orquesta en solitario.

Luego, Vittorio Grigolo mostró su empatía y su natural excelencia en el repertorio francés en tres momentos: un delicioso ‘Ah! Lève-toi soleil’ de Roméo et Juliette de Charles Gounod, seguido de un tocante Don José con ‘La fleur que tu m’avais jetée’, de Carmen de Bizet, y por último un personalísimo ‘Pourquoi me réveiller?i de Werther de Jules Massenet.

Al tradicional final con los saludos exagerados y la fresca forma de agradecer los aplausos, que ya son una marca personal de Vittorio Grigolo, siguieron tres fragmentos fuera de programa: a plena sutileza y medias voces la versión de ‘En fermant les yeux’ de Manon de Massenet, el tradicional Brindis de La traviata de Verdi, con la participación de la ascendente soprano argentina Laura Pisani y, para cerrar con un personaje dramático de auténtico cuño verista, como lo es Canio de Pagliacci de Ruggero Leoncavallo, que está ingresando en su repertorio y en sus grabaciones, cantó ‘Recitar!…. Vesti la giubba’, vertido a pura pasión.

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