José Areán: “Mozart plantea problemas específicos de interpretación y ejecución”

José Areán debutó como concertador en Uruguay

Saludamos al director de orquesta mexicano José Areán en Montevideo, con motivo de su debut como director concertador en la República Oriental del Uruguay.

Maestro, ¿es su primera vez aquí en Uruguay?
Así es. Tanto como director invitado como turista. He estado en Chile y Argentina pero no había tenido la oportunidad de conocer este país.

¿Que lo trae por estos lares?
Justamente un Così fan tutte [en una producción que se representó los días 11, 13, 15 y 18 de noviembre en la Sala Eduardo Fabini], una ópera que adoro, en una puesta escena de mi gran amigo y compañero de muchas aventuras musicales, Marcelo Lombardero. La oportunidad de trabajar con él y para el Servicio Oficial de Difusión, Representaciones y Espectáculos (Sodre) es un verdadero placer. Es una institución «hecha a la medida» de lo que debe ser una gran productora de artes escénicas. Las producciones para la ópera y el ballet son extraordinarias porque tienen sus propios talleres de creación.

¿Qué podemos esperar de esta puesta en escena?
Te puedo decir que Marcelo es conocido por sus puestas en escena contemporáneas en las que le cuenta las historias al público de hoy. Es un gran conocedor de las posibilidades actorales y vocales, por haber sido hijo de cantante y haber sido, él mismo, un cantante de ópera. Marcelo «nació y creció», por así decirlo, en los escenarios. Él cree, y yo comparto este concepto, que las historias se cuentan básicamente por el argumento no tanto por la descripción de los lugares en los que sucede la acción. Las historias se cuentan por las emociones que se proyectan en ellas. Los celos, el amor, el desamor, la traición, son inherentes a los seres humanos, independientemente del «escenario» en el que transcurren.

Este Così fan tutte lo abordó Marcelo con mucho tiento: es su primera puesta en escena de esta ópera y la moraleja tiene tintes muy misóginos y le costaba trabajo desarrollarla así, tal cual en un entorno dieciochesco. Su producción de Carmen, por ejemplo, tiene una perspectiva diferente al concepto clásico. Don José es un mal hombre que ha estado preso y que actúa sobre sus instintos perversos para matar a su amante. No es un campesino inocente que se hace soldado y asesino de la noche a la mañana. 

Bajo esta perspectiva, esta producción es una propuesta nueva, contemporánea. Es un argumento de Lorenzo Da Ponte, el gran aventurero trotamundos, cuya visión cínica de la vida se proyecta en algunos de los personajes de las obras mayores de Mozart. Durante el siglo XIX, Così se considero una ópera menor, una comedia de enredos sin más chiste ni profundidad. Ahora nos damos cuenta de que es una obra con una perspectiva social muy adelantada a su época. Los personajes «pivote», Despina y Don Alfonso, tienen un juego de intereses y motivaciones muy consistentes emanados del mundo real, y no comparten la burbuja idílica de los cuatro jóvenes enamorados a los que Don Alfonso, viejo zorro de gran colmillo, va a poner a prueba, desde un «machismo toxico» diríamos hoy, para demostrar que, al final, la naturaleza humana obliga a las mujeres a comportarse así. De ahí el nombre de la ópera. 

Florencia Machado (Dorabella) y María Virgina Savastano (Fiordiligi)

Esta puesta en escena se desarrolla en un set de televisión de los años 70 durante la producción de un programa al estilo del Show de Benny Hill [un exitoso programa cómico y satírico de la televisión británica que duro desde 1955 hasta 1989,que tuvo replicas en todo el mundo y en el que existía una cierta degradación social hacia los participantes y hacia las mujeres en particular]. Pero la ópera se cuenta y se canta sin cambiar una sola palabra, respetando la intención original. 

Desde el punto de vista musical, es una composición producto de una especie de «estado de gracia» en el que se encontraba Mozart en ese momento. Es una ópera con la que estoy viviendo un reencuentro muy emotivo. En mis cuatro años de estudio en Viena, dos maestros extraordinarios marcaron esos años en los que Mozart se estudiaba concienzudamente. Uno, Reinhard Schwarz, uno de los verdaderos asistentes de Herbert von Karajan; el otro, el vienés Georg Mark, uno de los grandes mozartianos de nuestra época.

Fui a Sudáfrica con el maestro Schwarz como director asistente y pude colaborar con su Don Giovanni en Ciudad del Cabo. Así que la oportunidad de dirigirla aquí representa una gran alegría porque, revisando la partitura que tengo de mis años de estudiante, la veo llena de anotaciones y comentarios que veré cristalizados en esta producción. Estas dos fueron mis fuentes principales de conocimiento de Mozart, además de la pléyade de estrellas que se presentaban en Viena, la «Disneylandia» de los estudiantes de música.

¿Qué nos puede decir de su experiencia trabajando aquí por vez primera?
Para la orquesta, cualquier orquesta, es un reto enorme porque Mozart plantea problemas específicos de interpretación y ejecución. La transparencia y la articulación de los sonidos no permiten «esconder» ninguna falla, por mínima que sea. En Wagner, con la densidad de la orquesta, se puede soslayar alguna incorrección. En Mozart eso no es posible. Ya desde la obertura se plantea que los instrumentos de madera van a tener una nueva historia. A estos instrumentos se les llamaba «harmonie», una especie de «relleno» que en esta ópera tienen un papel muy protagónico, junto con los cornos. 

En el gran rondó de Fiordiligi hay un solo extraordinario y en el gran nocturno de Ferrando y Guglielmo tenemos una pequeña serenata para alientos. Mozart plantea una revolución en el uso de los «instrumentini» como les llamaban en Italia y eso arroja una nueva luz a la partitura. Los músicos se han aplicado concienzudamente para lograr el efecto deseado. Han trabajado mucho y valoro profundamente su entrega.

Se habla mucho de lo que se requiere para cantar Mozart. ¿Son realmente una estirpe diferente muy especializada?
A los cantantes mozartianos se les plantea una necesidad absoluta de comprensión, tanto en la emisión vocal como en la interpretación de las partituras. Lo vemos claramente en la «genealogía» de los grandes intérpretes del pasado, europeos y americanos. Tal es el caso de Francisco Araiza, nuestro ilustrísimo compatriota que logró consagrarse como «el tenor mozartiano» por excelencia durante sus años de mayor actividad. Por eso Karajan lo eligió para realizar sus más grandes grabaciones mozartianas, que han quedado como hitos para la posteridad. 

Guglielmo (Santiago Iván García), Ferrando (Santiago Martínez) y Don Alfonso (Fernando Barabino) discuten sobre la fidelidad de las mujeres

Mozart nos legó el matrimonio perfecto entre la palabra y la música en una amalgama perfecta. Es un canto más ligero por el soporte que le da la orquestación, pero no por ello de menor complejidad. Además, la ópera ha evolucionado mucho. Un ejemplo, el Do de pecho del siglo XIX no era el mismo que se da a partir del siglo XX. La afinación se hizo más aguda pero las cuerdas vocales no cambiaron y eso ha generado exigencias mayores a nuestros cantantes. 

Las arias en Così están perfectamente bien definidas tanto para la pareja «noble» de Fiordiligi y Guglielmo como para la pareja menos «envarada», por llamarla de alguna manera, compuesta por Dorabella y Ferrando. Las arias están muy bien instrumentadas para que cada personaje muestre diferentes facetas. Y no hay que olvidar que en la época de Mozart no existían las subdivisiones en los registros vocales. Los papeles femeninos están asignados a «sopranos«, así, sin más especificaciones. 

Para estas funciones contamos con la participación de las argentinas María Virginia Savastano en el papel de Fiordiligi, Florencia Machado como Dorabella y Sofía Mara como Despina. Los roles masculinos estarán interpretados por Santiago Martínez como Ferrando, Santiago García en el papel de Guglielmo y Fernando Barabino es Don Alfonso. 

María Virginia, que había hecho papeles de soubrette únicamente, está logrando un acercamiento estupendo a las complejidades vocales del personaje que estará cantando por vez primera. Tiene una agilidad y afinación notables y el endiablado ‘Come scoglio’ lo resuelve de manera estupenda. Florencia es una profesional de gran carrera y hermosa voz. El barítono García posee un bellísimo timbre y nuestro otro Santiago tiene una voz perfecta para su papel. Hemos logrado armar un muy buen equipo de gran solvencia histriónico-vocal. Es de resaltar que Barabino, de gran trayectoria escénica tanto en Uruguay como en Argentina va a cantar su primer Don Alfonso ¡a la edad de 78 años!

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