Rosa Dávila: “Es importante estar en el foco artístico”

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“Decidí estudiar música en la Universidad de Sonora para así continuar con un legado familiar que se remonta a más de cien años atrás”

El surgimiento de voces jóvenes en México es abundante no solo encanto a. número, sino también en la calidad de instrumentos que buscan prepararse y desarrollar una carrera a través del canto. No todas lo logran, desde luego, pero recientemente la región noroeste de nuestro país, Sinaloa y Sonora en especial, se ha convertido en un fértil semillero lírico que no puede ignorarse, pues ha dotado de una plantilla importante de intérpretes a las actividades operísticas que se programan en suelo nacional y, cada vez más, también al quehacer internacional.

Una de esas nuevas y frescas voces a seguir es la de la soprano Rosa María Dávila Rivera, quien a sus 25 años de edad fue reconocida como el Talento Joven Sonorense en Canto Operístico, distinción que tuvo lugar en el marco de la 36ª edición del Festival Alfonso Ortiz Tirado que se realizó a finales de enero de 2020 en Álamos, Sonora, y otras tantas subsedes estatales.

Dávila nació en Magdalena de Kino y siempre ha tenido un gusto especial por el canto. Además, creció rodeada de música. “Mi familia materna está conformada por músicos profesionales, incluyendo a mi mamá, quien también es cantante. Ellos forman parte de un grupo versátil llamado Banda Orquesta Hermanos Rivera, en el cual yo empecé a cantar desde pequeña. Fue gracias a esta influencia que, al terminar mis estudios de preparatoria, decidí estudiar música en la Universidad de Sonora para así continuar con un legado familiar que se remonta a más de cien años”, relata la soprano en entrevista para los lectores de Pro Ópera.

En aquel momento, Rosa no tenía idea de que la Licenciatura en Música en aquella institución estaba enfocada en la tradición clásica europea. “Para ser sincera, antes de entrar a la universidad mi conocimiento sobre música clásica era nulo”, confiesa. “Yo solo cantaba música popular, especialmente mariachi. Sin embargo, fue ahí donde descubrí el género lírico, es decir, la ópera; y simplemente me enamoré.”

Aunque la entrevistada reconoce que el interés por la ópera en su estado no es muy grande, subraya que en Sonora existe el Festival Alfonso Ortiz Tirado, que está dedicado al canto lírico. En este 2020, “tuve la fortuna de intervenir en él por tercera ocasión y para mi sorpresa fui galardonada. Mis participaciones anteriores fueron durante las noches de gala de la Universidad de Sonora. La participación en estas galas está sujeta a audiciones realizadas por el Departamento de Canto de la Universidad, y haber sido seleccionada más de una vez fue un indicativo de que iba por buen camino”, explica la cantante.

Esas oportunidades fueron cruciales durante sus primeros años de formación y continúan siéndolo para muchos jóvenes cantantes sonorenses que se interesan por este arte, principalmente porque en Sonora la ópera tiene muy poca proyección, insiste la joven soprano. Por ello, apunta que “sería importante que durante todo el año se pudieran apreciar más conciertos, galas operísticas y, sobre todo, óperas completas. En mi estado existe el talento y la formación necesaria para realizar esta labor sin tener que recurrir a cantantes extranjeros”, asegura la entrevistada. 

¿Cómo fue tu proceso académico en la Universidad de Sonora (Unison) y la tutela de tu maestra Flor Herrera?
Sin duda alguna, yo no sería quien soy si no hubiera formado parte de esa institución. Entré en la universidad sin saber nada sobre música clásica, pero ahí tuve la oportunidad de descubrir este mundo tan maravilloso. Además de formarme como cantante, las experiencias que viví en la Unison me formaron como músico. De igual forma, la maestra Flor Herrera me ayudó a desarrollar una técnica sana y sólida, y me impulsó a buscar oportunidades fuera de Sonora.

Rosa Dávila cantó en el Festival Alfonso Ortiz Tirado de Álamos acompañada por el pianista Alejandro Miyaki

Te trasladaste a Sinaloa para continuar tu formación vocal e ingresaste al Taller de Ópera de ese estado como parte de su sexta generación. ¿Cómo ha sido esta etapa de desarrollo en la que has participado en diversas presentaciones operísticas con maestros como Enrique Patrón de Rueda o Alejandro Miyaki?
Considero que, hasta ahora, ha sido una de las etapas más enriquecedoras que haya vivido. Mi incorporación a ese taller me amplió el panorama. Estar lejos de mi familia y de mis amigos me hizo madurar más como persona y tener una percepción distinta de la vida. Del mismo modo, me hizo crecer como artista: tener la oportunidad de pisar un escenario con regularidad, cantar todos los días, estudiar repertorio nuevo cada semana —a veces de un día para otro—, fueron elementos que me ayudaron a transitar de estudiante a profesional.

Estar en Sinaloa también me dio la oportunidad de trabajar con uno de los directores de ópera más importantes del país: el maestro Enrique Patrón. Gracias a él realicé mi debut operístico interpretando a Micaëla en la ópera Carmen. Asimismo, logré participar tres veces consecutivas como finalista en el Concurso Internacional de Canto de Sinaloa, donde fui galardonada con el Segundo Lugar y el Premio del Público en diversas ocasiones. Sin duda, estos fueron grandes logros para mí y no hubieran sido posibles sin la guía y preparación del maestro Alejandro Miyaki, quien también ha sido un gran pilar en mi desarrollo profesional.

¿Cuáles consideras que son los caminos y los retos para un joven cantante en México que desea abrirse camino profesional y poder consolidar una carrera?
Primero que nada, son necesarios programas educativos que brinden todas las herramientas indispensables para que la formación musical de un joven cantante sea suficiente para poder entrar al mundo profesional. En segundo lugar, se necesitan más oportunidades para cantar. México es un semillero de excelentes cantantes. Sin embargo, existen tan pocas compañías de ópera que no pueden acoger a todos.

Finalmente, se requiere llevar la ópera a nuevas audiencias que, tal vez, por falta de oportunidad, no han sido expuestas a este maravilloso arte.

Has sido participante estelar en diversos concursos de canto como el de Sinaloa, el Francisco Araiza de Sonora, el de San Miguel y el Carlo Morelli. Además de buscar los primeros lugares y sus premios, ¿cuál es para ti la importancia de participar en este tipo de certámenes?
Los concursos son una gran plataforma para darte a conocer. Al ser un cantante en pleno desarrollo, es importante estar en el foco artístico; que te vean en actividad. Creo que esto último es muy importante, porque a lo mejor un año no te sientes lo suficientemente preparado como para recibir un premio o estar en una final, pero si eres constante la mejoría siempre va ser visible. Estar en un concurso también brinda mucho aprendizaje; es una experiencia que todo cantante debe vivir. No solo se gana o se pierde, sino que se puede escuchar a otros colegas, de quienes es posible aprender muchísimo y que probablemente formarán parte de tu mundo profesional.

¿Cómo describirías tu voz? ¿Cuál es el repertorio que al que le viene bien?
Yo definiría mi voz como de lírico-ligera, si bien en algún futuro se convertirá en lírico. La principal característica de mi voz es la flexibilidad, lo cual me permite abordar varios tipos de repertorio; desde Adina hasta Mimì. A principios de mi carrera abordaba repertorio más ligero, lo cual le dio a mi voz mucha agilidad. Puedo abordar roles de coloratura y, a la vez, más líricos. Asimismo, mi voz es metálica, lo cual me permite cantar sobre una orquesta con extremada facilidad.

En esta edición del Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT) fuiste reconocida como el Talento Joven Sonorense en Canto Operístico. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue una grata sorpresa recibir esta mención. Desde que comencé mis estudios en la Unison soñaba que algún día tendría la fortuna de merecer este reconocimiento, pero nunca me imaginé recibirlo al lado de grandes artistas y maestros de mi país, como el tenor Ramón Vargas y el investigador Octavio Sosa. Eso me hace sentir muy afortunada y privilegiada.

También participaste en el FAOT con un recital que entre otras virtudes tuvo la diversidad de autores, obras, lenguas y estilos que abordaste: Gustave Charpentier, Léo Delibes, Giacomo Puccini, Serguéi Rajmáninov, Nicolái Rimski-Kórsakov y Giuseppe Verdi. Platícame de lo relevante de esa presentación, cómo elegiste el repertorio y qué tanto define la versatilidad de tu canto.
El repertorio lo decidí con el maestro Miyaki, quien me acompañó al piano. Seleccionamos obras que habíamos tenido oportunidad de interpretar en otras ocasiones y agregamos repertorio nuevo de Rimski-Kórsakov, Rajmáninov, Délibes y Verdi, con I masnadieri. A pesar de que este repertorio no es común en el festival, sabíamos que habría muy buena aceptación por parte del público, ya que la música es extremadamente bella. Yo no había tenido oportunidad de cantar en ruso hasta esta ocasión; así que ese si fue un verdadero reto para mí, pero lo disfruté muchísimo y seguiré abordando este repertorio para futuras ocasiones. 

De cierta forma, ese reconocimiento, así como las constantes participaciones que has tenido de manera reciente en Sinaloa, te han convertido en un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones sonorenses. ¿Qué significa para ti esa distinción y al mismo tiempo responsabilidad?
Es un gran privilegio y un gran reto a la vez, pues recibir este premio me hace ver que mi camino en esta carrera va bien, que está dando frutos, por así decirlo. Pero sé que no es hasta aquí donde debe llegar; hay que seguir buscando nuevas oportunidades y seguir adelante para seguir creciendo como artista, poner en alto a mi estado y, claro, ser una fuente de inspiración para futuras generaciones.

Acabo de ingresar a Solistas Ensamble de Bellas Artes, bajo la dirección del maestro Christian Gohmer, y también he recibido invitaciones para hacer audiciones en diversos programas de perfeccionamiento operístico dentro y fuera del país que, espero, den buen resultado.

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