Lucrezia Borgia en Múnich

Angela Meade protagonizó Lucrezia Borgia en Múnich © W. Hösl

Octubre 18, 2022. El espectáculo ya conocido de Christof Loy y concebido para Edita Gruberova volvió sin tomar en consideración el cambio de protagonistas. Como siempre, con este director de escena una buena idea se repite ad nauseam o se estropea con algún dislate. Es excelente la propuesta de que el duque Alfonso de Ferrara sea un ser despiadado, cínico y de violencia fría, pero aunque no vista de época es un noble y no un mafioso. 

Erwin Schrott, que dio el retrato más acabado de todos, fue ampliamente festejado por el público, no sólo por sus poderosas e intactas facultades vocales, sino por haber dado el máximo en esta personificación también como actor. Aunque su personaje solo canta en el primer acto, desde la cavatina inicial, cada frase y el dúo y el trío fueron memorables.

Angela Meade fue musicalmente sensacional desde la primera a la última nota y aunque la Borgia pueda admitir un enfoque más “lírico” (a lo Fleming, digamos) esta voz de spinto, con buen dominio de las agilidades, resultó prácticamente ideal, aunque fue quien más sufrió por el enfoque escénico adoptado. Casi lo mismo ocurrió con el Gennaro de Francesco Castoro (llegado apenas horas antes para sustituir a un colega enfermo), que se aprendió todas las tonterías que el tenor debe hacer en el primer acto pero, sobre todo —con algún momento que demostró que hay lugar para mejorar— con una bella voz, buena técnica y buen sentido del estilo: un debut muy bien recibido.

Erwin Schrott (Don Alfonso) y Granit Musliu (Jeppo Liverotto)

Teresa Iervolino no es una contralto como requiere Orsino, pero habrá que admitir que no hay casi nadie hoy que pueda con todas las exigencias de la parte. Tiene un centro bello, un agudo corto y poco timbrado, y un grave correcto que inevitablemente abre. Pese a eso fue mejor el famoso brindis que la menos conocida aria del prólogo.

Fue ella quien más tuvo que luchar con el volumen que en algunos momentos llegaba del foso, donde la excelente orquesta seguía la batuta de Antonino Fogliani, que solo pareció correcta, como correctos fueron, con excepción de los dos interesantes bajos, Alexander Köpeczi y Bálint Szabó (ambos secuaces de la protagonista, Gubetta y Astolfo), los demás comprimarios. El coro estuvo muy bien, como siempre a las órdenes de Stellario Fagone. Mucho público y mucho aplauso.

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