?? Hamlet en Washington

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Lisette Oropesa (Ophélie) y Jacques Imbrailo (Hamlet) en Washington © Don Lassell

Noviembre 24, 2019. Brillante debut de temporada tuvo la Washington Opera Concert con una presentación “para alquilar balcones” de la ópera Hamlet de Ambroise Thomas en el habitual formato de concierto utilizado por esta compañía.

La elección del elenco vocal no pudo ser más lograda. A cargo de la parte protagónica, el sudafricano Jacques Imbrailo fue un Hamlet vocalmente deslumbrante. En primer término, por la riqueza de colores de su voz baritonal; en segundo, por su absoluto dominio técnico; y finalmente por la sensibilidad interpretativa con la que fue cincelando su canto para reflejar la complejidad psicológica del príncipe danés.

Su dúo con Ophélie, ‘Doute de la lumière’, cantado con una emoción a flor de piel, abrió merecidamente las ovaciones de la noche y fue un anticipo de un desempeño que no dejaría de superarse a medida que avanzó la representación. La otra gran triunfadora de la noche fue Lisette Oropesa, quien resultó una sensible y frágil Ophélie de timbre seductor, rico lirismo y línea homogénea y cuidada. Su técnica superior le permitió sortear con seguridad las dificultades de la escena de la locura, ‘À vos jeux, mes amis’, que provocó el delirio de la sala.

Con mucho oficio, el veterano Tom Fox concibió un ambicioso y autoritario rey Claudius de timbre robusto, agudos fáciles y graves profundos que se lució a más no poder en su aria ‘Je t’implore, ô mon frère’, cantada con humanidad y sentimiento. Como la atormentada y cómplice reina Gertrude, Eve Gigliotti hizo una composición de gran relieve y carácter, luciendo una voz opulenta, suntuosa y de admirable proyección que administró con inteligencia, perfecta articulación y gran variedad de acentos.

Una muy agradable sorpresa dejó el prometedor tenor Jonas Hacker, quien se reveló como un intérprete de enorme refinamiento y elegancia en su composición de Laërte, el hermano de Ophélie. Tanto Brian Kontes como Timothy Bruno resultaron altamente convincentes como el conspirador chambelán Polonius y el fantasma del difunto rey, respectivamente. Completaron el elenco el muy bien plantado Horatio de Matthew Scolin y el efectivo Marcellus de Matt Hill. El coro de la casa, bajo la dirección de Mark Trawka, se escuchó muy preparado y en buena forma en cada una de sus muchas intervenciones.

A cargo de la vertiente musical, Anthony Walter defendió a capa y espada toda la riqueza sonora de la partitura. En perfecta sintonía con los músicos y con pulso firme, el director norteamericano ofreció una lectura delicada, generosa en matices y perfectamente equilibrada entre el foso y la orquesta. Un público absolutamente enfervorizado dispensó ensordecedoras e interminables ovaciones a todos y cada uno de los intérpretes premiando un representación de superlativo nivel de calidad.

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