?? La dama de picas en Nueva York
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Diciembre 18, 2019. Hubo no pocos factores que hicieron que esta reposición de La dama de picas de Chaikovski pueda ser considerada como una de las mejores propuestas del Met en lo que va de su actual temporada. En primer lugar, está el acierto de encomendar a Vasily Petrenko la dirección musical de la ópera para su debut en esta casa. De pulso elegante, infinidad de detalles y poniendo en evidencia los claroscuros de la partitura, el director ruso hizo una sensible lectura de la ópera de Chaikovski, de gran inspiración para el resto de los intérpretes. Otro factor del éxito de la reposición debió buscarse en el promocionado debut de la ascendente soprano noruega Lise Davidsen,de cuya memorable composición de Lisa se retendrá la amplitud, la potencia y la brillantez de una voz lozana y suntuosa, de buen bagaje y entregada interpretación.Â
En cuanto a la parte de su enamorado Hermann, a Yusif Eyvazov —quien debió reemplazar a Aleksandrs Antonenko en el estreno— no pueden negársele méritos más allá de contar con una voz ni lo suficientemente dramática —que requiere incluso graves baritonales— ni todo lo potente que se desearÃa para enfrentar la escritura de su personaje. Asà y todo, logró sacar adelante su cometido con mucha dignidad y una voz siempre fresca, bien administrada, nunca forzada y con la que incluso se permitió interesantes detalles de buen gusto. Su Hermann fue más un enamorado romántico que a un atormentado manipulador enceguecido por la ambición.Â
Alternando con este, ya sea por poseer una voz más robusta y de corte más dramático, Kristian Benedikt pareció estar más cercano a la vocalidad requerida para la parte de Hermann; sin embargo, su desempeño fue poco equilibrado con una lÃnea vocal desigual, constantes problemas en el pasaje y en la zona aguda y un canto carente de todo gusto y expresividad. Llegó al final de la ópera con lo justo y en varias ocasiones se temió lo peor.Â
El triángulo amoroso lo completó el también debutante y una de las figuras de la noche Igor Golovatenko, quien le sacó chispas a la parte del PrÃncipe Yeletsky luciendo una voz de barÃtono de rico lirismo, notable extensión y buena proyección. Su declaración de amor ‘Ya vas lyublyu’ fue un dechado de virtuosismo y un claro ejemplo de su estupenda calidad de intérprete.Â
En su doble caracterización de Pauline/Daphnis, Elena Maximova sacó buen partido de la canción del primer acto acompañada al piano y lució una voz de notable atractivo. Sin recargar las tintas, Larissa Diadkova retrató de maravillas a una condesa octogenaria y dramáticamente convincente con una voz de graves de ultratumba y un decir de potente efecto teatral. Un lujo desmedido fue contar con Alexey Markov como un magnÃfico Conde Tomsky, de graves aterciopelados, fraseo delicado e intencionado, quien descolló las dos bellÃsimas arias que le impuso la partitura.Â
Paul Groves y Raymond Aceto resultaron un lujo desmedido como Tchekalinsky y Sourin, respectivamente. El coro rebosó de preparación y efectividad. La tradicional, oscura y claustrofóbica producción firmada por Elijah Moshinsky hace más de 20 años para la casa sigue resultando tan efectiva como el primer dÃa gracias a su gran despliegue visual —al que contribuye mucho el bellÃsimo vestuario de Mark Thompson— y a sus cuidadas marcaciones escénicas, elementos que posibilitan que el público disfrute del espectáculo sin sobresaltos.
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