Adriana Lecouvreur en Lieja

Escena de la producción de Adriana Lecouvreur de Arnaud Bernard para el Théâtre Royal de Wallonie © J. Berger

Abril 20, 2023. Es un placer asistir a una representación en la que el director de escena, talentoso, ha decidido seguir la voluntad de los autores de la obra. El director de escena Arnaud Bernard, responsable también de la escenografía al alimón con Virgile Koering, con gran tacto, sensibilidad y conocimiento de la obra brindó una producción conforme a los decires del libreto, reforzando con inteligencia puntos psicológicos importantes de los personajes todos y, muy en particular de la protagonista, a través de la escenografía y del trabajo dramático impuesto. 

La Adriana del libretista Arturo Colautti —copia de la actriz francesa homónima (1692-1730)— vive encerrada en su ambiente teatral (es una actriz al fin y al cabo) hasta el final de sus días, pero quienes la rodean en la ópera, amigos y enemigos, también piensan y actúan llevados por una mano invisible a través de un libreto preescrito.

En el escenario del magnífico Théatre Royal de Wallonie Liège, Arnaud Bernard dispuso otro escenario teatral invertido, detallado, complejo, concomitante con el real. Allí transcurrió el primer acto. Esta escenografía inamovible quedó siempre bien presente a los ojos del público y en las mentes de la Lecouvreur y de quienes la rodeaban durante todo el drama, mostrando que, de hecho, los lugares de las escenas siguientes —el Pavillon de la Grange Batellière, el palacio de los Bouillon o la discreta habitación de la desventurada actriz— no eran más que otros tantos decorados puestos en el seno del teatro propiamente dicho, en los que transitaban las vidas teatrales de todos los personajes.

El dramatismo pedido por el director de escena a sus artistas contribuyó a dar en conjunto la idea que, en aquel mundo teóricamente real, se sentían los personajes artistas representando una tragedia. En el acto tercero la tirada de “Phèdre” de Jean Racine por parte de Adriana (a demanda del compositor Francesco Cilea), vino a reforzar este extremo. La iluminación firmada por el omnipresente mago de las luces Patrick Méeüs y el rico vestuario Second Empire presentado por Carla Ricotti realzaron las opciones del director de escena. 

Se dirá tal vez que el foso —al mando del director musical Christopher Franklin— se mostró un tanto ruidoso y que las voces, en particular las de los dos protagonistas, sonaron con excesiva intensidad. En honor a la verdad, hay que añadir que en la época de la creación de la obra (1902) el público no esperaba otra cosa y que, con ello, los decibelios emitidos —tampoco fueron tan excesivos y la sala es muy sonora— aportaron información exacta sobre las intenciones del compositor.

Anna Maria Chiuri (Principessa di Bouillon) y Carolina López Moreno (Adriana Lecouvreur) en Lieja © J. Berger

En el escenario triunfó Carolina López Moreno como Adriana, en su primera intervención en el teatro de Lieja. Lírica y temperamental, la soprano expresó amor, valentía, desesperación, y otras mil facetas de su personaje, con marcado coraje. Mantuvo un dominio total sobre su respiración —de largo aguante por momentos—, sobrepasó con claridad y justeza, con gran elegancia en suma, los pasajes difíciles en piano, por desgracia poco frecuentes en la partitura. Se aplaudió con justicia su aria inicial y exultó a ojos vista en el dúo final con su partenaire. Luciano Ganci como Maurizio se expresó de forma contundente lo mismo en sus amores con Adriana que en sus amoríos con la princesa. Su emisión, muy agradable en baja intensidad (y en cualquier lugar del diapasón) cobraba alguna rigidez al aumentar la potencia. Justo y viril, afrontó el insistente registro agudo con una seguridad tal que rimó por momentos con impertinencia.

De los demás comprimarios, háblese de Mario Cassi, un Michonnet muy emocionante en el acto que cerró plaza, preocupado menos por sus negocios que por su acecho a la diva; Mattia Denti como Bouillon, bajo-barítono de segura emisión, amplia voz, convincente, así como Anna Maria Chiuri como la Principessa di Bouillon, muy aplaudida por su elegante porte en el tercer acto.

No se olviden, bajo ningún concepto las aportaciones dramáticas y vocales más breves pero muy a propósito de Pierre Derhet (Chazeuil), Luca Dall’Amico (Quinault), Alexander Marev (Poisson), Hannae Roos (Jouvenot) y Lotte Verstaen (Dangeville).

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