Ainadamar en Montreal
Marzo 21, 2023. Con gran afluencia de un público particularmente entusiasta la Ópera de Montreal presentó Ainadamar —término árabe que significa “Fuente de lágrimas”—del compositor argentino Osvaldo Golijov, ópera en un acto de alto contenido simbólico que, inspirada en hechos reales, rinde homenaje, en primer lugar, al revolucionario poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, a su militancia antifascista durante la guerra civil española y a su obra artística, y que en segundo lugar celebra la libertad de expresión y la inmortalidad del arte.
El libreto, encargado al premiado dramaturgo americano David Henry Hwang, reunió sobre la escena a la heroína española Mariana Pineda, protagonista de la primera obra de Lorca; a la actriz española Margarita Xirgu y al propio García Lorca en una trama que presenta a modo de flashback diferentes momentos de la vida del multifacético escritor español. En lo estrictamente musical, la partitura de Golijov ofrece una música de muy moderna hechura con constantes evocaciones a la guerra —a través de melodías disonantes y un abundante uso de percusiones— a la que integra predominantemente ritmos del flamenco andaluz, pero también cubanos, árabes y judíos que ilustran y colorean a la perfección el ambiente sobre el que se asienta la trama.
Vocalmente, el personaje central de la ópera es el de Margarita Xirgu, actriz favorita y musa de Lorca, abocada aquí a mantener viva la obra del idealista poeta granadino, que encuentra en la soprano canadiense Emily Dorn, una interprete vocal excepcionalmente virtuosa y muy implicada en lo interpretativo. Por su parte, el italiano Luigi Schifano delineó con unos medios vocales correctos y unos recursos interpretativos discretos la parte del poeta Federico García Lorca, originalmente escrita para una mezzosoprano y aquí encomendada a un contratenor.
Muy bien plantado, el cantante de flamenco Alfredo Tejada impuso autoridad caracterizando al miliciano Ramon Ruiz Alonso, quien ordenó el arresto de Lorca cuya ejecución se llevaría a cabo en 1936. Del resto de los intérpretes vocales merece destacarse tanto la labor de la soprano Elizabeth Polese como Nuria, la discípula de Xirgu, como la del bajo Alain Coulombe como el falangista José Tripaldi. El coro de la casa tuvo un desempeño memorable.
A cargo de la vertiente musical, la directora de orquesta canadiense Nicole Paiement, a quien la compleja partitura de Golijov no pareció depararle secreto alguno, obtuvo de los músicos una lectura de gran clase, plena de tensión y de sonido siempre matizado y controlado.
Gran triunfadora de la presentación resultó la producción escénica firmada por el director americano Brian Staufenbiel quien, además de ofrecer un espectáculo visualmente atractivo, tuvo el mérito de lograr echar claridad sobre un libreto de difícil comprensión sobre todo en lo que respecta a los periodos históricos y a los flashbacks de la vida del protagonista.
Un comentario al margen merecen las muy cuidadas coreografías de los bailes flamencos creadas por Rocio Vadillo, que sumaron calidad visual a un espectáculo más atractivo para los ojos que para los oídos.