Norma en Bolonia
Marzo 21, 2023. Mientras duren los trabajos (serán largos) en la sala original en el centro histórico de la ciudad, las actividades del Teatro Comunale (uno de los grandes teatros italianos desde siempre) se desarrollarán en un auditorio en la zona de la Feria, no muy cómoda como en todos estos casos, y de acústica al parecer mejorada pero nada maravillosa.
Con motivo del centenario del nacimiento de Maria Callas en el ingreso hay un “salotto Callas” con los dos vestidos de su última Norma de 1964 en París y fotos cedidas por su amiga Giovanna Lomazzi, varias de ellas muy interesantes, con textos sacados de las cartas de la célebre soprano.
La reposición de Norma, con dos elencos, de los que vi el primero, no fue maravillosa, pero no estuvo mal, lo que ya es bastante. Una nueva puesta en escena de la soprano Stefania Bonfadelli, seguramente hecha con muy buena voluntad y sin sacrificar a los cantantes, mostró de nuevo que es difícil actualizar este título. Ya desde la obertura un grupo de mimos rivales, vestidos de forma más o menos atemporal, pelean y se matan (con golpes bajos como la muerte de una niña) y eso desvirtúa toda la primera escena y la posición de Oroveso. Norma y sus vestales son mujeres guerreras de cuchillo en mano. Pollione da vueltas por el escenario acompañado de otros (esos parecen romanos) fanfarrones, bebedores, fumadores y violadores, y al final, en vez de la pira funeraria, Norma mata a su amante y se suicida. Los niños no aparecen cuando se los menciona sino sus juguetes y ropas, pero cuando no deben estar (como en el terceto final del primer acto) ahí aparecen.
La dirección de Pier Giorgio Morandi empezó con una versión salvaje de la famosa obertura y la orquesta sonó áspera. Más adelante tendió a forzar los tutti, aunque con la dichosa acústica no puedo dar una valoración definitiva. Bien el coro preparado como siempre por Gea Garatti Ansini, muy aplaudido (también aquí el público tiene una extraña manera de aplaudir o no, y me temo que en buena parte de los casos se deba a un conocimiento deficiente o insuficiente).
Francesca Dotto afrontó su debut como protagonista. Es una cantante musical pero que últimamente está asumiendo papeles que parecen demasiado pesados de momento para su voz, que carece de espesor y de registro grave. Es musical y no fuerza, los agudos son buenos (pero Norma no es una soprano lírico aunque haya casos incluso actuales muy famosos —de nombre— en los que se persiste en lo imposible), y si al recitativo y la actuación les falta energía y autoridad, el resultado es discreto.
Stefan Popp parece haber evolucionado en su Pollione desde la última vez que lo oí en Madrid y no fuerza el registro agudo, pero ahora abre el grave y en algunos momentos el centro es sordo (pero de nuevo la acústica). Intentó algunas medias voces, lo que es en sí un mérito y una novedad, aunque el resultado no haya sido impresionante. Nicola Ulivieri confirmó la impresión de estar pasando por un buen momento y su Oroveso, pese a lo señalado, es convincente.
De los comprimarios, mejor la Clotilde de Benedetta Mazzetto que el Flavio de Paolo Antognetti. He dejado para el final la Adalgisa de Veronica Simeoni que, en mi opinión, es la única con las cartas totalmente en regla para interpretar su parte a lo grande, sin presentarse como tanta colega mezzosoprano como una especie de joven verista y dispuesta a convertir a la joven sacerdotisa en un dragón (recordemos que en origen Bellini la escribió para una soprano más lírico y que eventualmente, por ejemplo, la Grisi evolucionó de este rol al de Norma). Musicalidad intachable, timbre aterciopelado, extensión sobrada, agilidades precisas, porte y fraseo admirables, convirtieron cada una de sus intervenciones en un regalo para los oídos y los ojos. Mucho público y mucho aplauso, sobre todo al final de los dúos femeninos, el coro de guerra y al final, generosos con todos.