Anna Bolena en Trieste

Escena de Anna Bolena de Gaetano Donizetti en Trieste © Fabio Parenzan

Enero 19, 2024. En esta ópera de Gaetano Donizetti en el escenario del Teatro Lírico Giuseppe Verdi de Trieste, destacó la calidad del reparto. Con la excepción de una pequeña incertidumbre, casi imperceptible, en el primer acto, la actuación de las dos mujeres, Salomé Jicia (Anna Bolena) y Laura Verrecchia (Jane Seymour), fue excelente para representar los sentimientos, dudas y sentimientos de culpa que la trágica historia impone. 

El libreto de Felice Romani transmite la ambigüedad de las elecciones que ambas hacen: Bolena se casó con el rey sin amor por el deseo de reinar, y Seymour traicionó a la reina por el mismo deseo; ambas marcadas por un destino que Enrique VIII destinó a todas sus esposas. El espectador lo sabe y este pensamiento no puede dejar de condicionar lo que se escucha. 

Salomé Jicia sobresalió en el finale. Cuando la locura se había apoderado de ella debido a la incipiente sentencia de muerte y mientras a su alrededor reinaba el estruendo de la celebración de la boda del rey con Seymour, entona: ‘Cielo: a miei lunghi spasimi concedi alfin riposo e questi estremi palpiti sian di speranza almen’, infundiendo al aire el drama escénico que el momento requiere. 

El bajo Riccardo Fassi superó con equilibrio la prueba del difícil papel que Enrique VIII impone a lo largo de la ópera. Las notas agudas de Percy (Marco Ciaponi) mostraron una notable agilidad vocal del tenor que hizo gala de una excelente dicción. Incluso Veta Pilipenko en el papel de Smeton en travesti logró transmitir admirablemente la ingenuidad del personaje que representaba. Nicolò Donini (Rochefort) y Andrea Schifaudo (Hervey) solo convencieron. 

El otro punto destacado de este estreno de Anna Bolena en Trieste fue la interpretación de la orquesta, dirigida con rigor y precisión por el maestro Francesco Ivan Ciampa. La dirección escénica, como en la anterior producción de 2012, se apoyó en los efectos visuales de la imponente puesta en escena y en el vestuario filológicamente estudiado. Impuso al coro en una posición rígida, casi de espectador que sigue los acontecimientos con dolorosa presencia. 

El trono y la cama: el choque entre la ambición y el amor, entre el sexo y el poder en el que se centra el drama. La escenografía se basó en elementos giratorios que se superponían en forma de cruz: un simbolismo refinado e impresionante que recorrió todo el espectáculo. Hubo escenas que hicieron memorable esta puesta: el rey y la reina a caballo, ella en uno de plata y él en uno de oro, antes del viaje de caza al Castillo de Windsor, cuando se revela el horrible destino de la mujer. 

El coro vistió de negro, color destinado al clero y a los hombres importantes, porque este color pertenece al campo de la ética a la que se refiere el coro en sus apariciones, estando consciente del mal incipiente. Los vestuarios eran suntuosos, muy ricos, copiados de la iconografía que nos ha da la historia del rey y su corte. La puesta en escena se realizará en la Arena de Verona, igual que en 2012, con algunas mejoras técnicas en los cambios de escenario. La dirección de Graham Vick, fallecido hace un par de años, la asumió aquí Stefano Trespidi. 

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