Beatrice di Tenda en Génova

Carmela Remigio y Mattia Olivieri en Beatrice di Tenda de Vincenzo Bellini en el Teatro Carlo Felice de Génova © Marcello Orselli

Marzo 15, 2024. Esta tragedia lírica en dos actos —y penúltima opera de Vincenzo Bellini con libreto de Felice Romani— fue compuesta entre enero y marzo de 1883 y se estrenó en el Teatro La Fenice de Venecia el 16 de marzo de 1883 con la soprano Giuditta Pasta en el papel principal, pero como tantas obras no llegó a tener el éxito esperado y a lo largo de los años ha sido representada muy poco, incluso olvidada por los teatros líricos del mundo, aunque la Ópera de París la incluyó como parte de su actual temporada. 

También la ofreció el Teatro Carlo Felice de Génova, un importante escenario italiano, donde fue vista por última vez hace 60 años y que ahora la escenificó con motivo de la designación de la ciudad de Génova como “Capital del Medioevo 2024” y que, entre otros títulos, ha incluido otras obras poco vistas como A Midsummer Night’s Dream de Benjamin Britten o Il Corsaro de Giuseppe Verdi, entre los menos conocidos, con un montaje escénico propio y con la edición crítica realizada por Franco Piperno.

A pesar de su débil historia, y las dificultades vocales y musicales que supone una obra de este calibre, cuenta con páginas canoras realmente virtuosas, así como emocionantes partes orquestales, ya que es una obra belcantista en su máxima expresión y la posibilidad de escucharla en directo alguna vez no debe pasarse por alto. Brevemente, su trama está basada en el trágico hecho ocurrido en el Castello di Binasco (cercano a Milán) en septiembre de 1418, cuando el Duque Fillipo Maria Visconti hace justicia ordenando la ejecución de su mujer Beatrice di Tenda por adulterio. 

La trama involucra a dos personajes más: a la cortesana Agnese del Maino, amante de Filippo, quien a su vez ama a Michelle Orombello, rival político de Filippo y pretendiente de la propia Beatrice. Agnese decide vengarse sugiriéndole al duque que Beatrice y Orombello son amantes, lo que desencadena el trágico final. La narración de Romani resalta la ardua relación entre Filippo y Beatrice, en la que a ella se le representa como una mujer íntegra, caritativa y humilde que termina por perdonar a Agnese y a sus verdugos, declarándose inocente hasta su muerte, a diferencia de Filippo, que es un hombre ambicioso ávido de poder. 

La puesta en escena de Italo Nunziata enfatiza en la actuación de los personajes el carácter humilde y comprensivo de Beatrice, así como la arrogancia e insolencia de Filippo, como la actitud voluble y vengativa de Agnese, que finalmente termina arrepintiéndose de su error. Las escenografías de Emanuele Sinisi aprovechan el amplio espacio del escenario del teatro Carlo Felice, donde se colocó una plataforma que rodeaba el espacio escénico al nivel del suelo con escalones. Su trabajo es austero, ya que consiste en paneles que suben y bajan o que entran y salen por los lados del escenario. Al fondo cuelga siempre un muro derruido, como recordatorio y prueba del desenlace como de los trágicos eventos y la tensión que permea la trama. 

Los elegantes vestuarios de Alessio Rosetti sugieren que la historia en escena se lleva a cabo hacia principios o mediados del siglo XX. Las mujeres del coro visten refinados vestidos en color ocre y los hombres esmóquines de color negro. La dirección escénica de Nunziata es algo estática, ya que no dispone de movimientos precisos, pero con pocos ademanes logra transmitir la angustia y estado de ánimo de los personajes que describen cabalmente su carácter. Los dos coros tienen sus entradas de manera individual, pero cuando ambos se juntan en escena y se quedaban paralizados, lucían como si fuera una enorme pintura o fresco. Contó también la iluminación diseñada por Valerio Tiberi. 

El elenco conformado para la ocasión tuvo un elevado desempeño, como el del barítono Mattia Olivieri, quien dotó de autoridad vocal y escénica al personaje de Filippo Maria Visconte. Su caracterización fue la de un despiadado y cruel hombre sin escrúpulos, y vocalmente exhibió una voz amplia, profunda, bien proyectada y cargada de musicalidad y sentido. Por su parte, el tenor Francesco Demuro se movió con desenvoltura y distinción en sus intervenciones y vocalmente exhibió un timbre brillante, penetrantes e intensos agudos, que hacían recordar a Arturo de I Puritani, mostrando color, matiz y facilidad en la emisión.

En el papel de Agnese del Maino gustó el color de voz que prestó a su personaje la experimentada soprano Carmela Remigio, distinguida en escena e involucrada en el papel encomendado, mostrando un manejo virtuoso de la voz. Como Beatrice, la soprano estadounidense Angela Meade demostró maestría en las arduas y virtuosas partes y arias reservadas para su papel. 

La orquestación está cargada de emocionantes y alegres pasajes, y los músicos tocaron con dinamismo y pasión bajo la batuta de su titular Riccardo Minasi, un concertador muy entusiasta que llevó el control y el balance por la atención que prestó a lo que sucedía en el escenario y la emoción que transmitió, a pesar de un marcado histrionismo en ciertos de sus movimientos. 

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