?? Cav/Pag en Valencia
Junio 2, 2021. El Palau de les Arts ha conseguido llevar a cabo prácticamente sin cambios su temporada (una cancelación del Tristán wagneriano en estas circunstancias era más que entendible). Ahora llegó a su final con el famoso double bill de Mascagni y Leoncavallo, y con notable éxito de público en cinco funciones y con el ensayo general también público.
Excelente, la dirección del joven Jordi Bernàcer; con solo algunos excesos en la dinámica en el título de Mascagni, comprensible porque el coro fue colocado en la sala mientras los figurantes mimaban la actuación. Es un excelente coro dirigido por Francesc Perales, pero en esas condiciones el desequilibrio acústico estaba servido. La orquesta sigue siendo de alto nivel, por fortuna.
La puesta en escena de Giancarlo Del Monaco, hijo del ilustre tenor, no se cuenta, creo, entre sus trabajos más logrados. Cambiar el prólogo de Pagliacci al principio del espectáculo no parece acertado, entre otras cosas porque su música y la del preludio de Cavalleria se dan de bofetadas. Hacer que Santuzza esté presente de principio al fin es sobre todo para aplaudir la labor agotadora de Sonia Ganassi, en buena forma vocal. Hacer más desagradable de lo que ya es a Turiddu no acerca al espectador. Alfio parece ser un cazador y los bloques de mármol enceguecedor (en contraste con los vestidos oscuros o negros) serán un buen efecto de color, pero nada más. En la obra de Leoncavallo su trabajo resultó más acorde con la tradición, no obstante la vulgaridad y maldad de Tonio.
Si pasamos a la interpretación, nadie llegó ni de lejos a los resultados de Ganassi en el primer título. Misha Kiria tiene una voz de barítono oscura y engolada, su agudo resulta más que limitado, y como actor no pasa de discreto (aunque mejoró en el mencionado Tonio). María Luisa Corbacho (Mamma Lucia) y Amber Fasquelle (Lola) estuvieron bien como composición, pero solo discretas en lo vocal. Jorge De León realizó la proeza de cantar los dos protagonistas masculinos con su voz generosa (demasiada; insiste en recordarnos que la tiene: no le hace falta y eso lo lleva a momentos no siempre fáciles), pero también con una falta de matices total y una actuación de no mucho relieve (gritar “Nedda” al final de la obra de Leoncavallo no es expresividad y es para recordar a los puristas que arrugan la nariz ante los excesos de algunos cantantes históricos que hoy en día también pueden existir). En conjunto, resultó mejor como Canio que como Turiddu.
Ruth Iniesta hizo una buena Nedda, un tanto ligera para algunos momentos, y se movió bien. Joel Williams fue un suficiente Beppe, muy simpático. Lo mejor vino del Silvio de Mattia Olivieri, cantante mayúsculo y excelente actor, siempre en línea ascendente y muy bien colocado entre los “jóvenes leones” baritonales, del que se pueden esperar aún grandes cosas.