Der fliegende Holländer en Nueva York
Junio 3, 2023. Estrenada en marzo del 2020 en medio del inicio de la pandemia y poco tiempo antes del cierre de teatro, la producción de El holandés errante firmada por el director de escena canadiense François Girard tuvo finalmente su revancha esta temporada con una triunfal reposición en la escena del Metropolitan Opera.
El principal atractivo de esta propuesta escénica fue su fascinante riqueza visual, a la que contribuyeron en gran medida David Finn con sus fantásticos diseños lumínicos, Peter Flaherty cuyas proyecciones retrataron con contundencia el mundo sobrenatural en el que se encuentra atrapado el protagonista, John Macfarlane con su efectiva y tradicional escenografía de pocos elementos y la coreógrafa Carolyn Choa con sus elaborados movimientos grupales.
Si bien individualmente los personajes estuvieron bien resueltos, tanto psicológica como teatralmente, la interacción entre estos supo a poco y la producción resultó bastante estática en general. En la visión de Girard, Senta es el centro de la acción, totalmente poseída por su pasión fanática hacia el maldecido navegante holandés, concebido aquí como un personaje secundario, algo así como una extensión de la imaginación de la heroína wagneriana. Otra objeción al trabajo de Girard es la resolución final, donde el sacrificio de Senta y la redención del holandés no resultan bien expuestos.
Vocalmente, el equipo de cantantes fue muy equilibrado. A cargo del protagonista, el bajo-barítono polaco Tomasz Konieczny fue un dechado de virtuosismo, exhibiendo una voz consistente, de buen caudal, color homogéneo y agudos potentes, dispensada siempre con gusto, variedad de matices y gran poder expresivo. Como el marino noruego Daland, el bajo ucraniano Dmitry Belosselskiy mostró mucha autoridad en su parte e hizo gala de una voz potente, bien conducida y de graves robustos. Sobrado de medios, el tenor americano Eric Cutler concibió un cazador Erik elegante y apasionado, con una voz dúctil, fresca, proyectada con intensidad y de cuidada —y hasta belcantista, si se quiere— línea de canto. Como el timonel del barco noruego, el joven tenor georgiano Richard Trey Smagur mostró un interesante capital vocal que habrá que seguir de cerca.
En lo que a las voces femeninas respecta, en su debut en una parte Elza van den Heever presentó una Senta de antología que seguramente le deparará grandes éxitos a su ya exitosa carrera. Ricamente dotada en cuanto a medios vocales, la prestación de la soprano sudafricana destacó por su generosidad vocal, la homogeneidad de su canto en todos los registros y por su facilidad tanto para saltar a los agudos como para obtener medias voces de exquisita hechura. En la escena fue entregada, sensible y comprometida en la composición de su personaje. Su famosa balada ‘Johohoe!…’ fue uno de los platos fuertes de la noche. A su lado, la mezzosoprano Eve Gigliotti trazó una oficiosa nodriza Mary de interesante voz y fuerte carácter.
No caben suficientes elogios para el sobresaliente desempeño del coro de la casa capitaneado por el todopoderoso Donald Palumbo. Al frente de la orquesta de la casa, la gran revelación de la noche resultó el debutante director alemán Thomas Guggeis quien, con apenas 30 años y una enorme madurez musical, ofreció con pulso firme e inagotable energía una lectura exuberante, precisa, vibrante y siempre en perfecta sintonía con cuanto sucedía en la escena. ¡Bravo!