Der Ring des Nibelungen en Berlín

Das Rheingold en la producción de Stefan Herheim para la Deutsche Oper de Berlín © Bernd Uhlig

May 11-20, 2024. Los dos teatros principales de Berlín tienen un nuevo Anillo cada uno… y lamentablemente ninguno de los dos vale la pena. Cada teatro principal en Alemania, y algunos de los más pequeños, poseen un Anillo y hasta ahora solo el de Dresde y el de Leipzig han sido bien pensados y justificados. 

El problema es que no parece haber control de lo que se presenta y el director de escena hace lo que quiere. En esta producción del Deutsche Oper, del noruego Stefan Herheim, si el lector desea ver el hijo de Sieglinde antes de Siegfried, se encuentra en el primer acto de La valquiria. Y si quiere ver el otro lado de Sieglinde, no hay más que observar cómo degüella a su hijo cuando Siegmund extrae la espada.

¿Recuerda el lector a la cantante comediante Florence Foster Jenkins? Pues bien, Brünnhilde aparece saliendo de un piano, con casco, lanza y armadura. Ese piano se encuentra en escena durante todas las óperas y todos los personajes principales se sientan frente a él y tocan la música que se escucha con la orquesta. También consultan la partitura, haciendo ver al público que están siguiendo la misma ópera que se está presenciando, en caso de que el público no la reconozca. 

Die Walküre © Bernd Uhlig

Hay efectos visuales bastante espectaculares, pero siempre centrados en el piano. De él no solo salen los personajes, sino que también sale un lienzo enorme, como una vela que sube y con colores proyectados hace las veces de montañas, fuego mágico y en un caso hasta el mundo. 

Es un Anillo sobrecargado de acciones y extras totalmente innecesarios. Por ejemplo, ¿a qué contribuye, en la escena final de Siegfried —la más íntima y reveladora— ver un grupo de comprimarios sacándose las ropas, sonriendo y copulando en escena? 

¿Se desea ver a Alberich como un sargento nazi al frente de sus tropas haciendo el saludo con el brazo en alto? Pues hay tanto que el lector se cansaría de solo leerlo. 

Todo esto se encuentra explicado en larguísimos ensayos en los cuatro programas, pero si bien está explicado, no está justificado. La idea de concentrar el montaje en valijas y refugiados se explica con una estadística: aparentemente durante su vida Richard Wagner visitó 16 países y 200 ciudades. La escenografía consiste totalmente en valijas apiladas, y los refugiados aparecen casi todo el tiempo para entrometerse en la acción y observarla. 

¿Por que? Al menos las valijas podrían tentar a Samsonite a ser un patrocinador de este Anillo. El final, cuando se reabre el telón que se había cerrado durante el motivo final de Sieglinde, muestra a una señora barriendo el escenario vacío. 

Siegfried © Bernd Uhlig

El elenco fue bueno y bastante parejo. Con un soberbio tenor llamado Clay Hilley como un Siegfried valiente sin problemas de tesitura y sin perder su color. Es un fenómeno que atacaba los agudos en el centro, sin temor, con dicción clarísima y una actuación descollante. A su lado, una Brünnhilde que repite su excelente canto una y otra vez. Ricarda Merbeth sabe cómo medir su canto, sabe dónde ahorrar esfuerzos para al fin llegar a su inmolación con fuerza y con muy buen legato y dicción. 

Iain Paterson cantó un mediocre Wotan en Das Rheingold y mejoró en Siegfried, pero Derek Welton tuvo mejor suerte en Die Walküre, con un atractivo porte sumado a una voz clara y sana. Annika Schlicht cantó una muy elocuente Fricka y sumó el rol de una apasionada Waltraute en Götterdämmerung. 

Thomas Blondelle mostró las cualidades de un simpático intrigante con un muy bien cantado Loge. Daniel Frank cantó un muy correcto Siegmund mientras que Elisabeth Teige fue una apasionada Sieglinde y Tobias Kehrer presentó un feroz Hunding y también un muy resonante Fafner. 

Tanto el Mime disfrazado de Wagner de Ya-Chung Wan como el Alberich vestido de payaso de Jordan Hanahan estuvieron excelentes, moviéndose con soltura y cantando con énfasis. Gustó mucho también el gigantesco Albert Pesendorfer como un tremendo Hagen, de voz cavernosa y resonante. Erda es un papel breve pero crucial como sonido, y Lindsay Ammann le confirió autoridad y relieve. Thomas Lehman fue un simpático Gunther, cantado con voz expresiva y, por su parte, Felicia Moore fue una decidida Gutrune, con voz redonda. 

Como siempre, se lució mucho el coro de la casa. Este primer ciclo fue dirigido por el joven Nicholas Carter, cuya biografía revela que ya dirigió el Anillo en Berna. Su lectura, aunque correcta, careció de una interpretación coherente, tendiendo a tiempos soporíferos. La orquesta es muy buena, y sonó bien, pero faltó el detalle, faltó la continuidad dramática. 

El segundo y tercer ciclos serán conducidos por el director musical del teatro, Donald Runnicles.

Götterdämmerung © Bernd Uhlig

Compartir: