Der Rosenkavalier en Berlín
Abril 18, 2023. La producción de André Heller, estrenada en 2020, posee mucho de bueno simplemente porque Heller nació y se entremezcló en el ambiente operístico vienés. Hay una foto en el programa que lo muestra vestido de Octavian en Viena en 1954. O sea que hubo respeto por la tradición vienesa, y también conocimiento de las trampas tan vienesas del dialecto y costumbres. No hay nada desabrido en esta producción, con influencias de Japonaiserie (“japonsesidad”) muy en boga en la Viena de comienzos de siglo XX.
Los colores son fuertes pero no estridentes, la escenografía de Xenia Haunser es moderna pero da la impresión de no tener época, es también funcional y atractiva. El segundo acto tiene particular atracción mostrando el Stadtpalais (palacio cidadino) de Faninal en todo su esplendor de nuevo rico, con influencias de Art Deco y grandes murales influenciados sin duda por Klimt (que, de paso, aparece entre los comparsas). El vestuario de Arthur Arbesser es una mezcla de japonés, mostrado en la vestimenta de los sirvientes de la Mariscala, y de Jugendstil (Art Nouveau), con exquisitas mezclas de colores como si los personajes de Klimt tuvieran vida de repente. Y como si esto fuera poco hoy en día, Heller sabe cómo manejar a sus artistas en escena: hay un dejo de espontaneidad, pero está todo muy bien estudiado.
Heller contó con un excelente elenco que supo hacer creer al público que esta no era una función rutinaria, al contrario. Hace tiempo que Camilla Nylund reina entre las sopranos straussianas. Su voz es ideal, una lírico spinto cuya voz corre por todo el registro, y con un agudo fácil y homogéneo. Posee una trayectoria muy distinguida, desde que la vimos en su maravillosa Salome en Colonia en 2005. Su voz lírica puede abordar roles como la Elsa y Elisabeth wagnerianas y la Emperatriz y la Mariscala de Strauss. Se ve que Nylund ha estudiado el carácter a fondo y sus movimientos son muy naturales, así como sus inflexiones tan vienesas y sus manierismos.
La suya es una Mariscala llena de autoridad, tanto escénica como vocal: su confrontación con Ochs en el tercer acto fue una excelente muestra de cómo utilizar el rango para terminar con las pretensiones de aquel. Pero también la muestra tierna y sexy en el primer acto, esta Mariscala nos hace ver que disfruta del sexo con su joven Octavian. Y qué bien estuvo Ema Nokolovska como el joven adolescente lleno de sí mismo y lleno de vigor sexual. La voz corrió clara y audible por el escenario del Staatsoper Unter den Linden, sabiendo cómo indicar cambios de humor y en los duetos con Sophie supo cómo manejar el registro agudo sin problemas.
Siobhan Stagg fue la adolescente Sophie, una joven rebelde que sabe lo que quiere y lo que no quiere y lo hace saber a todo el mundo. La voz posee un registro agudo muy dulce que corre bien, solo cuando tiende a forzar pierde color y adquiere dureza. Esto deberá evitarlo en el futuro porque la voz es de buena calidad.
David Steffens dio vida a un Ochs más joven de lo usual y con una voz de bajo mucho menos siniestra de lo acostumbrado, dándole un toque menos amenazante y por ende más peligroso. Sus movimientos no fueron exagerados y por eso fueron menos cómicos, cosa que es un plus ya que Ochs no es un rol cómico. Faninal es un rol difícil, ya que es un industrial que provee armas al ejército imperial. O sea, que no es un mequetrefe, pero tiene una debilidad que lo hace muy vulnerable: desea ser elevado a la nobleza y por eso cae en toda clase de trampas autoimpuestas. Vestido de traje cruzado de color dorado de pies a cabeza, es el símbolo del nuevo rico. Roman Trekel es un cantante lleno de clase que supo llevar esta vestimenta sin caer en el ridículo y así lo hizo, cantando con inflexiones de época y con una voz que dio vida a un personaje que suele caer en el ridículo absoluto, pero no con Trekel.
Karl Michael Ebner y la siempre vivaz Katharina Kammerloher fueron los chispeantes Valzacchi y Annina, Anna Samuil pudo con el endiablado registro de Marianne y el tenor mexicano Andrés Moreno García deleitó al público con un melifluo Cantante Italiano. Excelentes, como es la costumbre de la casa, los cantantes que rellenaron este distinguido elenco.
Cabe un último y enorme elogio. Alexander Soddy es un director ya visto en esta casa varias veces y siempre con resultados excelentes. El joven director brindó una lectura etérea, de fraseo meticuloso y preciso, con una orquesta que lo siguió hasta en el más mínimo gesto, ofreciendo un sonido sedoso, translúcido, nunca cubriendo a los cantantes, lleno de chiaroscuro, de súbitos piani exquisitos, algo tan de Richard Strauss. En particular, la articulación de la orquesta hizo recordar a las grandes interpretaciones del pasado, nada rutinarias, y cada una de ellas única y original. Así de bueno resultó Soddy. Un gran espectáculo para recordar por mucho tiempo.