Don Giovanni en Pavía
Octubre 9, 2022. Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart inauguró la nueva temporada de Ópera Lombardía, un proyecto cultural itinerante (¡y virtuoso!) que permite al público principalmente lombardo asistir a los teatri di tradizione en las ciudades de Como, Brescia, Bérgamo, Cremona y Pavía para ver espectáculos dentro de un programa general.
Fue precisamente en el Teatro Fraschini donde se ha llevado a cabo la segunda puesta en escena de Don Giovanni (que la semana precedente había debutado en el Teatro Sociale de Como). Para esta ocasión se recuperó la producción escénica de Mario Martone, que fue escenificada en el San Carlo de Nápoles hace una veintena de años, y en esta ocasión fue repuesta por Raffaele Di Florio.
Una tribuna con escaleras sirvió de fondo a una escena prácticamente desnuda sobre la cual se alternaban las situaciones del libreto de Lorenzo Da Ponte. Los personajes, en espera de su propio turno de entrar, estaban sentados cómodamente en las escaleras, en una especie de arena semicircular desde la cual observaban el espectáculo. En una ópera como Don Giovanni, donde los cambios de escena no están tan bien definidos, la elección de Martone de hacer a los personajes al mismo tiempo actores y espectadores de ellos mismos, pareció ser eficaz, y si bien no se trató de una novedad, aquí seguramente fue una elección bien hecha e incisiva, con un uso inteligente de las luces y perfecta atención a la teatralidad de los movimientos escénicos.
Este espectáculo ha mostrado una vez más que para hacer teatro se requieren sobre todo ideas. La joven batuta de Riccardo Bisatti entusiasmó al público y a la crítica. Bisatti, un pianista muy preparado de veintidós años, estaba prácticamente debutando como director de orquesta, y dirigir Don Giovanni la primera vez que se va a un foso, es una cosa que hace temblar las venas y el pulso. Desde los primeros movimientos de su batuta, en la obertura, Bisatti mostró una madurez fuera de lo común en la conducción de la orquesta (una óptima Orchestra dei Pomeriggi Musicali). El gesto amplio pero muy preciso, la sensibilidad en la elección coherente de tempi, y la incansable variedad dinámica y de fraseo, han sorprendido enormemente. Se intuye que el joven maestro debió haber hecho un estudio muy profundo de la partitura mozartiana, recuperando también un par de recitativos dramáticamente oportunos y frecuentemente omitidos, además de cuidar en primera persona las variadas ejecuciones de las arias, sobrias pero bastante eficaces.
También el elenco vocal estuvo compuesto de jóvenes cantantes, con algunos de ellos en su primera experiencia. No se sabe si eran dignos de elogios de más los matices y el seductor fraseo del Don Giovanni de Guido Dazzini, o el perentorio y extrovertido Leporello de Adolfo Corrado, así como la limpidez y la seguridad en la emisión de Elisa Verzier (Donna Anna); el viril Don Ottavio de Didier Pieri, válido también en el canto más elegiaco; el ímpetu y la solidaridad de Marianna Mappa, una Donna Elvira con un timbre particularmente interesante; o la frescura y la pureza de la línea vocal y la destacada musicalidad de la Zerlina de Gesua Galifoco; y para concluir el arrogante Masetto interpretado con notable y comunicativa personalidad por Francesco Samuele Venuti. Por su parte, pareció un poco débil el Commendatore de Pietro Toscano.
El Coro Ópera Lombardía, dirigido por Diego Maccagnola, se mostró atento y preciso en sus pocas intervenciones, como apropiado y nunca excesivo estuvo el apoyo en los recitativos secos cuidados por la pianista Hana Lee. Al final, fue un gran éxito para todos los involucrados.