Anna Bolena en Valencia
Octubre 10, 2022. El Palau des Artes de Valencia se propone presentar la llamada “Trilogía Tudor” de Gaetano Donizetti en las próximas temporadas. Anna Bolena abrió, como debe ser. Es una ópera dificilísima por donde se la mire, y el resultado fue encomiable, pero pudo ser mejor.
Para empezar, el espectáculo firmado por Jetske Mijnssen fue adecuadamente claustrofóbico, pero allí se acaba todo. La presencia de la futura Isabel I es cargante; la relación con su padre se da de bofetadas con la realidad y el libreto; las marcaciones de entrada y salida de artistas son ignoradas y crean sinsentidos; Giovanna Seymour, tras su primera aparición, se pasea en camisón y sobre él le ponen directamente el vestido de esposa real al final de su aria; Riccardo Percy llega vendado pero no se sabe por qué. El coro y Hervey cantan desde dentro cuando no deben; el juicio se adelanta y los jueces desaparecen antes del veredicto; las marcas de tortura de los implicados (al final hay dos más) son exageradas y contraproducentes.
Musicalmente las cosas estuvieron mejor, y coro de la Generalatitat Valenciana (preparado por Francesc Perales) y orquesta de la Comunidad estuvieron muy bien. La pena es que Maurizio Benini parecía dirigir una partitura del último Verdi y en lugar del forte apelaba sistemáticamente al fortissimo. Incluso en pasajes puramente orquestales e “intimistas” la densidad del sonido era algo excesiva.
Eleonara Buratto hizo su primera aparición como la protagonista. La voz es bella, sana y grande, pero no me parece que este sea su repertorio de elección. Está debutando muchos papeles “fuertes” demasiado seguido: los últimos fueron Madama Butterfly de Puccini, Alice Ford en Falstaff de Verdi, Desdemona de Otello de Rossini, esta Anna Bolena y luego cantará Elisabetta de Valois en Don Carlo en plazas importantes, lo cual no parece muy coherente ni sensato. El personaje existe, pero requiere profundización en todos los aspectos, y en el vocal hay que cuidar más el aspecto belcantista y la emisión de algunas notas graves.
Alex Esposito hizo un Enrico VIII magnífico: voz bella, timbrada, inflexiones apropiadas y actuación nunca ridícula en una producción que lo podía hacer correr ese riesgo. Muy bien Ismael Jordi, con alguna nota transportada hacia abajo, pero con gran dominio de la parte de Percy, que es sumamente difícil (fue estrenado nada menos que por Giovanni Battista Rubini).
El paje Smeton estuvo muy bien interpretado en todos los aspectos por la mezzosoprano Nadezhda Karyazina, a la que solo puede achacarse un timbre muy eslavo. Bien Gerard Farreras como Lord Rochefort y correcto Jorge Franco como Hervey. Silvia Tro Santafé hizo todo lo posible como Giovanna Seymour, un personaje que no le sienta nada bien a su voz de permanente vibrato. No se agotaron las localidades, pero hubo buena entrada con aplausos un tanto tibios durante la función hasta la escena final, y los saludos posteriores fueron muy entusiastas.