Falstaff en Florencia

Escena del tercer acto de Falstaff en Florencia © Maggio Musicale Fiorentino

Junio 21, 2023. La tercera representación de Falstaff de Giuseppe Verdi en el Teatro del Maggio Musicale Fiorentino se abrió en silencio: con un foso vacío, la escena dominada por un violonchelo acostado en un banco en el centro del escenario. Fue un momento de confusión que pronto fue interrumpido por una exhaustiva explicación de la dirección, que quiso hacer ver a su público la grave situación económica por la que está atravesando el teatro, reiterando que, si no se hace algo, ese silencio ensordecedor es el único espectáculo al que se podrá asistir. Fue un anuncio obligado, aunque creemos que en parte pretendía justificar el repentino cambio de programa que supuso la cancelación del costoso y exigente Die Meistersinger wagneriano dirigido por Damiano Michieletto, en favor de la reposición de la última obra maestra de Verdi ya puesta aquí en escena en 2021.

La ya aclamada producción firmada por el director Sven-Eric-Bechtolf y aquí repuesta por Stefania Grazioli (que no aportó nada nuevo) se adapta perfectamente a las necesidades del libreto de Arrigo Boito. La propuesta escénica es fija, formada por grandes estructuras de madera que acompañan a los asistentes desde el principio hasta el final de la representación, con algunas variaciones de escena durante la segunda escena del segundo acto y durante el tercero, donde sucede la escena del gran roble del cazador Herne. La escenografía es de Julian Crouch, el vestuario de Kevin Pollard, la iluminación de Alex Brok, encomendada en esta ocasión a Valerio Tiberi. 

En el reparto destacó la atractiva voz del barítono Michael Volle en el papel principal, que logra una interpretación de buen gusto caracterizada por la justa dosis de humor inglés, que dota al personaje de una gran veracidad y cercanía al Falstaff creado por Shakespeare. Muy bien el Ford, otro papel de barítono, interpretado por Markus Werba, tan claro y preciso que pudo asimilar su voz a la de tenor, y con óptima presencia escénica. No estuvo mal Christian Collia, que se confirmó como un buen Doctor Cajus. Por otro lado, aunque con buenas intenciones, decepcionó la emisión del tenor Matthew Swensen (Fenton), cuyo peculiar canto no encontró el justo espacio en la tesitura de la partitura. En cambio, los actores secundarios Bardolfo de Oronzo D’Urso y Pistola de Tigran Martirossian estuvieron bien. 

La única joya entre las voces femeninas la encontramos en la dulce emisión de la joven soprano Rosalía Cid, quien interpretó una Nannetta de buen gusto que nunca fue predecible, deleitando al público con excelentes filati puestos precisamente en su único momento en solitario: ‘Sul fil d’un sofio etesio’. Aunque no desafinó, la falta de proyección en la voz de la soprano Irina Longu le impidió realzar el destacado papel de Alice que, por el contrario, requeriría de una voz brillante y alegre. Sin embargo, los esfuerzos interpretativos atribuibles a su excelente physique du rôle fueron valiosos. La misma suerte en común tuvieron Claudia Huckle en el papel de Meg y a Adriana di Paola en el de Quickly, quien, sin embargo, logró distinguirse por su marcada presencia escénica. 

En el aspecto musical, la dirección precisa y puntual del maestro Daniele Gatti dotó a la partitura de un temperamento típicamente italiano, especialmente al final del primer y tercer actos de la famosa fuga en Do mayor en la que se encierra todo el nihilismo gozoso de Verdi. Finalmente, aunque esta composición deja poco espacio a las partes corales, donde la agrupación está presente tuvo buen desempeño bajo la dirección del maestro Lorenzo Fratini. La velada finalizó con un inesperado coup-de-théâtre. Se encendieron todas las luces de la sala como para subrayar lo que se reconoce como el testamento de Giuseppe Verdi que, hasta el final, pone la música al servicio de las palabras, subrayando en modo extremadamente efectivo su moraleja: ‘Siamo tutti gabbati! («¡Todos estamos engañados!»)

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