I due Foscari en Venecia
Octubre 14, 2023. Los primeros éxitos de Verdi en Milán llevaron a muchos otros teatros de la península a tomar contacto con el joven compositor que se consolidaba cada vez más en la escena internacional. Entre las obras de los fructíferos «años de galera», obtuvo un éxito moderado I due Foscari, una historia oscura extraída de un drama de Byron y vinculada a las intrigas de la Serenísima, que se estrenó en Roma, en el Teatro Argentina, el 3 de noviembre de 1844.
La Fenice, después de casi medio siglo, vuelve a subir a los escenarios la ópera de Verdi con una producción del Maggio Musicale Fiorentino. El director Grischa Asagaroff, apoyado en los decorados y el vestuario por Luigi Perego, en las luces por Valerio Tiberi y en la coreografía por Cristiano Colangelo, optó por mantener una ambientación histórica combinada con actuaciones tradicionales excesivamente estáticas y poco persuasivas en la definición de los personajes.
La distribución del escenario es bastante lineal y presenta un imponente paralelepípedo que, girando durante el espectáculo, perfila los distintos cambios de escena. Casi nada llama la atención: no se presta atención a los detalles y falta la necesaria incisividad en el esquematismo de las escenas corales. Salvo algunos fallos de estilo, el vestuario, también diseñado por Perego, está bien realizado, mientras que el diseño de iluminación de Tiberi intenta valorizar económicamente algunas ideas, a veces banales.
Sebastiano Rolli dirigió persuasivamente la orquesta y el coro de la Fenice, este último debidamente preparado por Alfonso Caiani, y ofreció una lectura no siempre cuidada en cuanto a volúmenes sonoros, pero sí muy atenta a la valorización de la partitura de Verdi con criterios funcionales y personales elecciones expresivas.
Luca Salsi lo apoyó y, valiéndose de una consolidada formación interpretativa, suplió las carencias de dirección al asumir el papel del dux Francesco Foscari con perspicacia, musicalidad y fraseo inteligente. Anastasia Bartoli está equipada con un instrumento de un peso específico importante, apoyado en una eficaz presencia escénica. Sin embargo, su emisión estuvo sujeta a forzamientos decididamente innecesarios, y su fraseo adoleció de cierta falta de variedad y profundidad.
El papel de Jacopo Foscari pareció adaptarse perfectamente a las características vocales de Francesco Meli. El tenor hizo uso de la belleza de su timbre y de su capacidad de combinar inteligentemente los aspectos del héroe romántico; sin embargo, inmediatamente se percibió cierto cansancio y tensión que jugaron en su contra, haciendo que la interpretación fuera a menudo problemática por la entonación en las emisiones agudas y la dureza en la interpretación. Excelente, tanto vocal como escénicamente, la interpretación de Riccardo Fassi, el malvado Jacopo Loredano. Todos los demás intérpretes fueron eficaces: Marcello Nardis como Barbarigo, Carlotta Vichi como Pisana, Alessandro Vannucci como Un fante y Antonio Casagrande como Un servo. El teatro, prácticamente lleno, dedicó un sonoro aplauso a toda la compañía, con especial entusiasmo a Salsi, Bartoli y al director.