Il trovatore en Bérgamo

Escena de Il trovatore en Bérgamo © Teatro Donizetti

Febrero 20, 2022. Il trovatore, segundo título de la trilogia popolare de Giuseppe Verdi, se presentó en el escenario del Teatro Donizetti de Bérgamo como parte de su temporada 2021-2022, que incluye, operetas, conciertos sinfónicos y un festival de jazz, sin olvidar que además es la sede anual del Festival Donizetti Opera, dedicado al célebre compositor que nació en esta ciudad al noreste de Milán. 

La ópera de Verdi, que llegó a este escenario después de un recorrido por diversos teatros de la región de Lombardía, se vio con una atractiva propuesta escénica del director Roberto Catalano, con escenografías de Emanuele Sinisi, elegantes vestuarios de Ilaria Arieme e iluminación, elemento fundamental del montaje, de Fiammeta Baldiseri. 

La acción se sitúa en un brillante escenario blanco, sin elementos escénicos, con vestimentas que sugieren un tiempo cercano al que indica el libreto, un cambiante uso de la iluminación de claroscuros en blanco y negro, una tenue cortina a la mitad del escenario para aislar y centrarse por momentos en los solistas. La propuesta se desarrolla a partir del dolor y tormento de Azucena, que ha perdido a su madre y a su hijo. El trabajo actoral y escénico de Catalano se centró en una minuciosa y cuidada actuación para resaltar y transmitir sentimientos, emociones y pathos. Una fusión bien lograda entre la palabra, aquí el canto, con la música y la dramaturgia de la historia. Un símbolo utilizado a lo largo de la función fueron cenizas sobre la escena, que representaron la destrucción y la muerte. 

El montaje, una coproducción entre los Teatri di Opera Lombardia, fue estrenada en 2019 en el teatro de Sassari en Cerdeña. El elenco contó con la presencia de la soprano Marigona Qerkezi, quien cautivó por el brillo y colorido de su voz, como por la capacidad de imprimir sensibilidad y expresividad a su canto, brillante coloratura y adecuada proyección. En el papel de Azucena, Alessandra Volpe mostró su suntuoso y profundo timbre de mezzosoprano, pasión y elegancia, sin mengua del dramatismo que requiere la parte y un convincente desempeñó escénico. 

El tenor Matteo Falcier dio vida a un Manrico vocalmente grató, por su facilidad para emitir agudos y la emoción que transmitió. Correcto estuvo el Conde de Luna del barítono Leon Kim, con voz potente, aunque por momentos con más de fuerza de la requerida. Buen trabajo el del Coro Opera Lombardia en sus uniformes intervenciones vocales y actorales. 

A cargo de la dirección musical estuvo Jacopo Brusa, quien al frente de la orquesta I Pomeriggi Musicale di Milano dirigió con seguridad y dinamismo, consideración por las voces, resaltando los momentos más preponderantes de la partitura. 

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