Jenůfa en Berlín

Evelyn Herlitzius como Kostelnička en Jenůfa en Berlín © Bernd Uhlig

Junio 5, 2022. Staatsoper Unter den Linden. Una producción nueva del año 2021 que habia sido vista ese año por televisión recibió como es debido a un público ávido por ver una producción del siempre discutido Damiano Michieletto y con un elenco quizás hoy inmejorable. El lector conoce bien el lenguaje musical de Leoš Janáček, inspirado por la femineidad y por sus amores. No hay un compositor que capture los sentimientos del sexo opuesto en forma más clara y los exhiba en forma tan dulce y acogedora. Jenůfa es quizás la obra que lo muestra agridulce, pero aun así la música sigue siendo bella, como contraste a la fealdad de la situación dramática.

La nueva producción no es descabellada, y eso hoy en día es ya decir mucho. Tampoco interfiere demasiado con la acción, pero en realidad tampoco agrega mucho. Los decorados de Paolo Fantin muestran una sala grande semivacía con paredes translúcidas de plástico en forma de paneles por donde entran y salen los personajes. Se han visto peores. La gran ventaja es que sin la ayuda de un decorado que diga algo, cae en los cantantes/actores la responsabilidad de llenar ese vacío. 

La soprano lituana Asmik Grigorian debutó en un rol hecho a la medida para ella. La voz es de color liviano pero a medida que el rol exige, cambia a lírico y de alli a spinto. Tiene fuerza dramática sin perder cuerpo, y el agudo es pleno y bello. Es una voz que sabe mostrar emoción sin caer en sentimentalismos baratos. Como actriz, destaca por la sencillez de sus movimientos que son naturales (“menos es más”) y posee también una buena figura y un rostro no solo bello pero resignadamente expresiva. Su Jenůfa desgarró los corazones de un público que sufrió con ella. 

A su lado y a ese mismo nivel se encontró una cantante actriz ya muy conocida por sus roles wagnerianos y straussianos de la categoría pesada. Evelyn Herlitzius posee una voz a prueba de balas, no hay rol que no abarque y que no suene vocal y dramáticamente excelente. Con una carrera tan larga como la suya, siempre se espera algún deterioro, pero no en su caso. La voz sonó fresca y bajo total control, pasando del mas intenso dramatismo a la dulzura en forma que provocaba lágrimas. Es cierto que se han visto grandes cantantes en el pasado que han hecho suyo el rol de Kostelnička, pero lo que ha mostrado la Herlitzius es que ha cuidado su voz 

y su escuela le permite abordar estos roles no porque es una cantante en declive sino porque tiene derecho a hacerlo. La forma en que debatía consigo misma para salvar la reputación de Jenůfa y cómo se convencía que asesinar a ese bebe era la única solución, causaba un silencio y concentraba la atención de un público que sufría con ella.

Stephan Rügamer es otro cantante de mucha experiencia en esta casa y su Laca tuvo en el comienzo un aspecto siniestro y emoción inestable. Vocalmente pudo con el rol sin problemas y actuó complementando a la Grigorian. Alexey Dolgov destacó como el fanfarrón Števa, con voz clara y buen fraseo; Evelin Novak mostró una Karolka superficial que al fin tomó las riendas, y Hanna Schwarz fue una sufriente, conmovedora abuela Buryjovka que tendía a calmar el temporal que se avecinaba. 

Thomas Guggeis dirigió una superorquesta con suprema atención al detalle (y hay tantos), al fraseo y en especial recalcando el ritmo tan especial del compositor. Una noche de gran ópera a la que el publico brindó aplausos interminables y merecidos.

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