Juan Diego Flórez en Verona

Juan Diego Flórez, con Vasilisa Berzhanskaya y Marina Monzò en la Arena de Verona © EnneviFoto

Julio 23, 2023. Uno de los eventos más esperados de 100º Festival de Ópera en la Arena de Verona fue sin duda el concierto de Juan Diego Flórez. La estructura de la velada fue particularmente interesante, porque ofreció la posibilidad de escuchar al tenor (y a sus colegas) en la primera parte interpretar extractos de óperas cómicas, y en la segunda parte algunas de las piezas más famosas de óperas serias. 

El programa estuvo bien estructurado y se presentó como un recorrido por los grandes éxitos melodramáticos del siglo XIX, siguiendo una secuencia casi cronológica: comenzó con Rossini, luego con Donizetti, para llegar, tras el intervalo, a Gounod, Verdi y Puccini. 

A pesar de no contar con la clásica voz de la Arena (un antiguo anfiteatro romano con un aforo para 32 mil espectadores), el tenor peruano hizo gala de una técnica que le permitió manejar el programa con propiedad y corrección, cincelando todo el repertorio con corrección estilística. Ciertamente, el largo conocimiento del repertorio belcantista hizo más convincente la primera parte donde, en presencia de La Cenerentola y La fille du régiment, Florez exhibió una muestra de su arte y resaltó cómo el dominio de estos títulos ha contribuido a mantener fresca su voz, haciéndolo madurar en los momentos adecuados. 

Junto a él actuaron la mezzosoprano rusa Vasilisa Berzhanskaya, correcta y eficaz como Angelina, la soprano valenciana Marina Monzò muy cuidada y sólida en sus intervenciones como Juliette, de Roméo y Juliette. 

La presencia de Michele Pertusi merece otra discusión, pues es un artista que ciertamente no necesita presentación y resultó cuando menos extraño, si no incomprensible, que el bajo fuera incluido en un concierto solo para participar en el papel del Conde Walter en un ensamble de Luisa Miller de Verdi. Es un cantante con una carrera de décadas, campeón de Rossini, uno de los belcantistas más importantes a nivel internacional, al que ni siquiera se le confió un aria como solista: se trató sin duda de una elección injustificada que, lamentablemente, honró poco a la institución y privó al público de una escucha sin duda interesante. Naturalmente, las pocas y breves intervenciones que se le confiaron las resolvió con su habitual y reconocida experiencia. 

El elenco fue completado por el bajo Gabriele Sagona, la soprano Marianna Mappa y la mezzosoprano Sofia Koberidze. Al frente de la Orquesta de la Fundación Arena de Verona, en una actuación exitosa, estuvo el concertador estadounidense Christopher Franklin, que conoce muy bien el repertorio operístico y lo demostró una vez más, en esta ocasión con una actuación atenta a las necesidades vocales y los colores más adecuados para resaltar las partituras propuestas. También fue funcional y válido el aporte del coro masculino de la Arena, dirigido por Roberto Gabbiani. 

A pesar de la reducida presencia del público, hecho realmente incomprensible para los artistas presentes, el célebre Flórez concedió numerosos bises finales, incluidas las inevitables ‘Una furtiva lágrima’ y ‘Nessun dorma’, acompañadas por la orquesta, hasta la napolitana ‘Tu, ca’ nun chiagne’ y las canciones mexicanas ‘Bésame mucho’ y ‘Cucurrucucú paloma’, en la que el tenor se acompañó con la guitarra, provocando verdaderas ovaciones.

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