La bohème en Atlanta
Enero 28, 2024. La Ópera de Atlanta logró un magnífico resultado en su presentación de La bohème de Giacomo Puccini ante un lleno completo de 2,600 espectadores. Una audiencia culta y conocedora, respetuosa de la música, dando el debido respeto al final de cada nota, obsequió una muy merecida ovación al final de esta bella producción.
Siguiendo respetuosamente el libreto, los intérpretes se adentraron en los personajes en forma humilde y veraz, sin necesidad de aires de prima donna, como suele acontecer. Tomer Zvulun, director general de la Ópera de Atlanta, poco a poco está desarrollando esta compañía, sacándola del anonimato para colocarla entre las 10 casas de ópera más importantes de los Estados Unidos. Uno de los aspectos más destacados es la madurez de su audiencia, que actúa en forma seria y respetuosa, esperando al final de las melodías para aplaudir sonoramente el desempeño de sus integrantes.
Vimos una muy alegre escena del Café Momus, donde Musetta aparece con su perrito faldero. Jonathan Brandani fue el director de orquesta, acompañando a los cantantes sin ahogar las voces e incorporando unos silencios retardados, muy interesantes. Cuenta con gran experiencia en el campo de la ópera en varios continentes. Delicioso el desempeño de los coros, tanto infantil como profesional, a cargo del inigualable y paciente Rolando Salazar, quien maneja con mano firme las distintas generaciones. Hay que destacar que algunos de los intérpretes infantiles eran muy pequeños y se portaron como verdaderos profesionales. Al término del primer acto, todos los participantes saludaron al público.
Tuvimos un extraño fenómeno en la pareja principal. Se trató de dos voces muy parejas, con la misma técnica y excelente interpretación, donde se notó una gran química y naturalidad que es poco común en el mundo de la ópera. El tenor chino Long Long, de timbre lírico-spinto, se desenvolvió con gran naturalidad por todo el escenario, con una técnica muy definida y hermoso agudo, hecho que compartió con la soprano nicaragüense Gabriella Reyes, que pareciera hubieran sido alumnos del mismo plantel, lo que no es cierto. Esta soprano promete un mundo entero, una voz fuerte capaz de producir pianissimi sin ninguna dificultad y permitiéndose sonidos desgarradores, alejándose un poco de la técnica vocal para producir el sonido deseado.
La soprano Madison Leonard en el papel de Musetta estuvo un poco insegura y sin mucha experiencia, con una voz todavía en desarrollo. Sin embargo, el efecto del Café Momus fue un espectáculo alegre y de gran animación, para contrastar con la tragedia que pronto vendría. Para esta función apareció el barítono Thomas Glass en el papel de Marcello. Buena voz, pero se le veía un poco nervioso; sin embargo, logró desempeñarse bien. El bajo-barítono coreano Jongwon Han interpretó a Shaunard con muy buena voz, con movimientos ligeros y alegres. Parecía no estar muy contento con este personaje, pero lo desempeñó bien. Quizás lo veremos en algo más importante pronto. Otro bajo-barítono, Christian Simmons, ofreció una interpretación muy sentida de Colline, el filósofo, destacando su ‘Vecchia zimarra’ con expresiones de dolor silencioso.
Al término de la ópera los integrantes saludaron al público a media luz, desde la buhardilla que fuera testigo de esta vida de bohemios.