La Cenerentola en Los Ángeles
Noviembre 20, 2021. La segunda ópera más representada de Rossini, que no se veía en Los Ángeles desde la temporada 2013 —y que estaba originalmente programada para el 2020— tuvo finalmente su función inaugural en este 2021 con el estreno local de un nuevo montaje escénico del director francés Laurent Pelly, coproducido por los teatros de Ginebra, Ámsterdam y Valencia. Las producciones pasadas de este título habían sobresalido por el nivel de los elencos conformados, en los que destacó la presencia de Frederica Von Stade y Jennifer Larmore en el papel de Angelina, ambas en el pico de sus carreras.
En esta ocasión, el teatro logró una vez más reunir un cast de importantes cantantes internacionales que ofreció un desempeño vocal muy satisfactorio. En primer lugar, se debe mencionar el trabajo en el podio del experimentado maestro Roberto Abbado, muy conocido en Estados Unidos por su trabajo desde hace varios años como director artístico de la conocida orquesta Saint Paul Chamber Orchestra y que, en su debut local, dirigió con pericia y maestría. Desde la obertura, Abbado mostró seguridad al guiar a la orquesta con homogeneidad y buena dinámica, logrando extraer la comicidad y alegría que se desprende de la partitura. Además, mostró el oficio que tiene como concertador operístico, por la confianza y consideración que tiene por las voces que logró amalgamar con la orquestación.
El papel de Angelina le fue confiado a la mezzosoprano Serena Malfi quien, en su debut angelino, agradó por el juvenil y sutil carácter que imprimió al personaje, haciéndolo creíble, gracias también a un desempeño vocal que fue de menos a más a lo largo de la función, en el que combinó brillantez y agilidad vocal con un grato color oscuro y fresco, que coronó con una virtuosa ejecución de ‘Nacqui all’affanno… Non più mesta’. El tenor Levy Sekgapane, otro debut local, fue una agradable sorpresa. Encarnó el papel de Don Ramiro, del cual se debe resaltar la musicalidad y ligereza de su lucido timbre, en un papel que vocalmente se adapta muy bien a sus cualidades.
El experimentado Alessandro Corbelli en el papel de Don Magnifico, que ya habíamos escuchado aquí en el 2013, confirmó que es un experto en personajes bufos, brillante en la parte vocal y escénica. Hay poco que agregar a lo que se haya dicho y escrito a lo largo de su carrera, más allá del privilegio que representa poder aún gozarlo en vivo. El bajo Ildebrando D’Arcangelo fue un lujo en el papel de Alidoro, que con profundidad vocal y presencia escénica dio relevancia al personaje, que se convirtió en una especie de hilo conductor de las escenas, vestido como director de orquesta y con batuta en mano, con la que iba guiando la escena y los movimientos de los otros personajes.
El barítono Radion Pogossov, personificó un arrogante y altanero Dandini, bien cantado y desenvuelto en escena. Una mención va para la simpatía de las hermanastras Clorinde, interpretada por la soprano Erica Petrocelli, y Tisbe, de la mezzosoprano mexicana Gabriela Flores, quien forma parte de la compañía y tuvo un auspicioso debut sobre este escenario.
La parte escénica a cargo de Pelly tuvo algunos aciertos, y algunos puntos discutibles, como la escena inicial, y a la vez la final, de un escenario vacío en el que Angelina aparece limpiando el piso, como si todo fuese un sueño: un recurso ya visto y utilizado por otros directores de escena en otras producciones. Las escenografías, de plataformas movibles que entraban y salían de ambos lados del escenario, con muebles de la casa de Don Magnifico, a diferentes niveles sobre las que se ubicaban los cantantes, que —además de que crearon escenas muy abigarradas y cargadas— tampoco parecieron tomar en cuenta las dimensiones del escenario del Dorothy Chandler Pavilion y de su sala, en detrimento de las voces, puesto que mientras más arriba o atrás del escenario se colocaban los cantantes perdían proyección y en ciertos pasajes no se escucharon bien.
Fueron más atractivos los telones rosas de una carroza, o los muebles en el castillo de Don Ramiro en la segunda parte de la función. La diseñadora de este montaje fue Chantal Thomas. Atractivos y lucidos estuvieron los vestuarios ideados por Pelly y de Jean-Jacques Delmotte, en brillante color rosa al estilo del siglo XIX paro los nobles, incluido el coro, y de los años 50 para el resto de los personajes, con una iluminación bien manejada por Duane Schuler.
Finalmente, en este tipo de obras, es fácil pasar de lo jocoso y cómico a la sobreactuación, y ciertas coreografías y movimientos de los personajes lucieron francamente exagerados e innecesarios. Aun así, la Ópera de Los Ángeles concluyó sus actividades del 2021 de manera exitosa. La actividad en el 2022 se retomará en el mes de marzo con una versión escenificada de La Pasión de San Mateo de Bach.