“La gran ópera italiana” en Verona

La Arena de Verona presentó un concierto dedicado a «La gran ópera italiana» © Ennevi Foto

Junio 7, 2024. En los años 90, el anuncio de un helado famoso decía: “Dos sabores son mejor que uno”, por lo que, dado que se acerca el verano, hay dos cosas que celebrar (el reconocimiento de la práctica del canto de ópera italiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, y el centenario de la muerte de Giacomo Puccini). 

La Arena de Verona decidió también inaugurar su 101 Festival de Ópera con una doble inauguración. Por un lado, el evento “La gran ópera italiana, Patrimonio Cultural de la Humanidad” transmitido por la RAI y presentada por Cristiana Capotondi, Luca Zingaretti y Alberto Angela); y por otro lado, la ópera de Giacomo Puccini favorita del público de la Arena: Turandot, que con 150 representaciones (desde 1928 hasta la fecha) ocupa la cuarta posición entre los títulos más representados en la historia del anfiteatro veronés. 

Al concierto asistieron dos directores (Riccardo Muti y Francesco Ivan Ciampa), dos estrellas de la danza (Roberto Bolle y Nicoletta Manni), una veintena de solistas (aunque faltó la diva Anna Netrebko), 160 maestros de orquesta y 300 coristas (preparados por el siempre encomiable Roberto Gabbiani), provenientes no solo de la Fundación Arena, sino también de la Scala de Milán, la Accademia Nazionale di Santa Cecilia, el Petruzzelli de Bari, el Comunale de Bolonia, el Lirico de Cagliari, el Maggio Musicale Fiorentino, el Carlo Felice de Génova, el San Carlo de Nápoles, el Massimo de Palermo, la Ópera de Roma, el Regio de Turín, el Verdi de Trieste y de la Fenice de Venecia, entre otros. 

Por supuesto, el evento fue concebido sobre todo para el público «en casa» (a partir de la amplificación, lamentablemente molesta, pero necesaria para la grabación televisiva), la cartelera era quizás demasiado densa, y algunas elecciones resultaron cuestionables (como proponer una coreografía decorativa al son del ‘Dies Irae’) y quienes estaban en el anfiteatro no pudieron apreciar las dos actuaciones de retransmisión diferida desde la Casa de Julieta (donde Mariangela Sicilia entonó ‘Oh! quante volte’ de I Capuleti e i Montecchi de Vincenzo Bellini) y del Puente de Castelvecchio, trasfondo de la invectiva de Rigoletto, donde Luca Salsi interpretó ‘Cortigiani, vil razza dannata’. 

La parte inicial del programa, orientada hacia la vertiente sinfónico-coral y prerrogativa exclusiva de Muti, inmediatamente elevó el listón a un nivel muy alto con la caleidoscópica obertura de Guillaume Tell de Gioachino Rossini, la refinada sinfonía de Norma de Bellini, el conmovedor coro ‘Patria oppressa’ de Macbeth y la palpitante sinfonía y el inevitable ‘Va, pensiero’ de Nabucco de Giuseppe Verdi, el evocador Intermezzo de Manon Lescaut de Giacomo Puccini y el magnético preludio con coro de Mefistofele de Arrigo Boito. 

Riccardo Muti dirigió la primera parte de la gala en homenaje a «La grande opera italiana» © Ennevi Foto

La grandeza del maestro (capaz de conducir a los músicos hacia picos de auténtica excelencia) no se puede definir con palabras: hay que escucharla, teniendo en cuenta que, si (como él mismo afirma) “la ópera es un arte serio”, el reconocimiento de la UNESCO “no es un punto de llegada, sino un compromiso de futuro. Lo que nos involucra a todos para transmitir mejor este patrimonio que merece estar en el Olimpo de la música de todos los tiempos”.

Para el desfile de las estrellas de la ópera, la batuta pasó a manos del maestro Ciampa, que aguantó los dos tercios restantes de la velada con solidez y eficacia. Gracias al centenario de Puccini, la mayor parte del programa estuvo dedicado a “Sor Giacomo” y aquí estuvieron Tosca (‘E lucevan le stelle’ con el tenor Jonas Kaufmann y el monumental ‘Te Deum’ entonado con maestría por Luca Salsi); La bohème (desde la dulzura desarmante de Juan Diego Flórez en ‘Che gelida manina’ hasta la voluptuosa Musetta de Juliana Grigoryan en ‘Quando me’n vo’, pasando por la ‘Vecchia zimarra’ del talentoso Gianluca Buratto); Madama Butterfly (la danza poética de Bolle y Manni en el Coro “a bocca chiusa” y la interpretación trepidante de ‘Un bel dì vedremo’, para la brillante voz de Eleonora Buratto); Gianni Schicchi (otra vez Mariangela Sicilia, emocionada y excitante en ‘O mio babbino caro’); y Turandot (con la intensidad de Rosa Feola en ‘Tu che di gel sei cinta’ y la altivez de Vittorio Grigolo en ‘Nessun dorma’). 

Pero no podía faltar de Giuseppe Verdi la marcha triunfal de Aida; ‘La donna è mobile’ de Rigoletto, confiada al excelente Flórez; ‘Di quella pira’ de Il trovatore con el prometedor Galeano Salas; y el brindis de La traviata con la pareja Grigolo-Feola. 

De Gioachino Rossini, Nicola Alaimo entonó el ‘Largo al factotum’ de Il barbiere di Siviglia; de Pietro Mascagni se interpretó el “Intermezzo” de Cavalleria rusticana, bailado por la estrella Bolle; de Ruggero Leoncavallo, ‘Vesti la giubba’ de Pagliacci con el vigoroso Brian Jagde; de Gaetano Donizetti, ‘Una furtiva lagrima’ de L’elisir d’amore, con Francesco Meli; de Vincenzo Bellini, la etérea ‘Casta Diva’ de Norma con Jessica Pratt; y de Umberto Giordano, ‘Nemico della patria’ de Andrea Chénier, cantada con clase por Ludovic Tézier. 

Incluso hubo espacio para un título no italiano, sino 100% de la Arena: Carmen de Georges Bizet, confiada a la revelación Aigul Akhmetshina, junto a Sofia Koberidze y Daniela Cappiello en ‘Les tringles des sistres tintaient’. 

Naturalmente hubo muchos aplausos para todos. Aún no sabemos si este tipo de veladas se convertirá (como esperan los anfitriones) en un evento anual fijo, pero el próximo verano las Termas de Caracalla acogerán sin duda un evento similar, centrado en el tema de lo “Sacro nell’opera» e incluido en el corolario de las celebraciones del Jubileo 2025.

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