?? Las Calatravas en Madrid
Marzo 14, 2021. Tras el rescate de la ópera Marianela de Jaume Pahissa el pasado mes de noviembre, así como de la zarzuela barroca Júpiter y Semele de Antonio Literes en febrero del corriente, este fin de semana le ha llegado el turno a la última obra escénica compuesta por el aragonés Pablo Luna: Las Calatravas.
Al igual que sucedió con Marianela, el artífice de este rescate ha sido el Teatro de la Zarzuela, cuyo director Daniel Bianco revalida su compromiso con la memoria musical de España. El rescate del otro título mencionado corrió a cargo del Centro Nacional de Difusión Musical, en el Auditorio de Madrid, y todas ellas se presentaron en versión de concierto. Para todos los amantes de la lírica, siempre resulta sugestivo y emocionante asistir a estos actos de justicia poética.
Pero, ¿por qué Las Calatravas salió del repertorio? Las razones de este olvido son ajenas a la obra en sí. De hecho, desde su estreno en septiembre de 1941 (en la primera noche se repitieron todos los números musicales), esta comedia lírica en tres actos conoció 98 representaciones en el Teatro Alcázar de Madrid, cosechando además un rotundo éxito de crítica. Y la historia se repite en Barcelona a comienzos de 1942.
Las causas de su caída en desgracia, pues, hay que buscarlas en factores externos. En primer lugar, durante la década de 1940 del siglo pasado, el público se empezó a decantar por la música que suena en la radio, mayoritariamente coplas; por otro lado, la novedad del cine sonoro le robó protagonismo al teatro musical. Por si esto fuera poco, Pablo Luna murió el 28 de enero de 1942, poco tiempo después del estreno en Barcelona, tras lo cual la obra quedó abandonada a su suerte. Distinto fue el devenir de El asombro de Damasco, de 1916, y de El niño judío, de 1918, que han gozado de un mayor recorrido.
El libreto original, firmado por Federico Romero y José Tellaeche, ubica la acción en el Madrid de mediados del siglo XIX y narra las vicisitudes de Laura, la endeudada marquesa viuda del Campo de Calatrava, y sus dos hijas, Cristina (prototipo de sufrida esposa) e Isabel (una especie de viuda alegre sin suerte en el desamor). El carácter histórico, los personajes refinados y el mensaje moralizante de la trama resultaban muy del gusto de la burguesía urbana de la época. Puesto que la historia no es conocida por el público actual y, como ya se ha dicho, se trata de una versión de concierto, el Teatro de la Zarzuela encargó al dramaturgo Paco Gámez una solución que facilitara la comprensión de la misma. Este la encontró gracias a un personaje secundario del libreto original, la tía Aldonza, quien va narrando lo acontecido a modo de nostálgico cotilleo. Fue la prestigiosa actriz Emma Suárez quien se metió en el papel de la tía Aldonza, cautivando al respetable con su voz cálida y entrañable.
Las Calatravas consta de 15 números musicales de diversa naturaleza que evocan el ambiente decimonónico (vals, polca, rigodón…), y que se mezclan con piezas de inspiración andaluza con toques flamencos, sobre todo asociadas a Mariani, el banquero. Entre estas últimas, destaca el fandango del tercer acto, instrumental. El estilo de Luna es ligero y melódico, su música está hecha para agradar al público y obtener, de paso, rentabilidad económica. Como recuerda el musicólogo Francisco Parralejo en su artículo “Las Calatravas, un hermoso y conmovedor testamento sonoro”, Luna ofrecía “cuatro o cinco obras escénicas completas por año […] y tanto en 1909 como en 1925, ese número ascendió a nada menos que ocho”. Dicho esto, la partitura encierra el saber hacer de un músico en la madurez de su carrera y resulta perfecta.
El director musical del Teatro de la Zarzuela, Carlos García Calvo, realizó una lectura controlada y elegante de la partitura,que gustó mucho, aunque a la orquesta, por encontrarse arriba del escenario, le sobró volumen en algunos pasajes. Javier Franco interpretó con aplomo y suficiencia el nada fácil rol de Mariani, que requiere buen control de los agudos y exigentes agilidades y matices. La soprano Miren Urbieta-Vega (Cristina) exhibió su brillante timbre y buena técnica en todas sus participaciones, cosechando las más calurosas ovaciones del público, mientras que el tenor Andeka Gorrotxategi (Carlos Alberto) sacó pecho en los agudos y derrochó bravura con su timbre varonil. Ambos brillaron con intensidad en el dúo ‘Un caballero español’.
La soprano Lucía Tavira (Isabel), bien timbrada y segura, y la mezzosoprano Lola Casariego (La marquesa de Calatrava), sonora y con innegable presencia escénica, fueron contraparte perfecta del terceto protagonista. Los personajes secundarios estuvieron muy bien defendidos por los tenores Emmanuel Faraldo (Pepe Aleluya) y Houari López (Rodrigo). El Coro y la Orquesta titulares, siempre en buena forma.
En conclusión: una velada musical vibrante que nos posibilitó a los madrileños conocer mejor el acervo zarzuelístico español en un ambiente seguro, al tiempo que nos olvidábamos durante 90 minutos de la fatiga pandémica.