L’elisir d’amore en Bilbao

Escena de L’elisir d’amore en Bilbao © E. Moreno Esquibel

Noviembre 18, 2023. La Ópera de Bilbao ha optado —como segundo título de su temporada— por reponer la obra L’elisir d’amore del compositor Gaetano Donizetti, con el recuerdo no muy lejano de aquellas inolvidables funciones del 2012, que consagraron al tenor canario Celso Albelo.

En esta ocasión, el Palacio Euskalduna registró una buena entrada para la presentación en España de una producción del Teatro Regio di Torino, que sitúa la acción en un pueblo italiano de la década de 1950. En estos momentos de incertidumbre y dada la crisis actual que atraviesa el sector, es posible que sea el momento de replantearse la unión o colaboración de las Óperas de Bilbao y Oviedo, con el objetivo de crear una temporada de alto nivel a la que acudan un gran número de espectadores en todas sus funciones.

La regista Marina Bianchi, que debutó en Bilbao, ofreció una dirección de escena plagada de detalles muy interesantes, como la presencia de una fanfarria en el escenario, la abundancia de figurantes en muchos pasajes y una sorpresa en el intermedio, con la recreación de un viejo cine con espectadores en los que se proyectaban fragmentos de películas italianas en blanco y negro. Lo mejor, sin duda, de la labor de Bianchi fueron los movimientos escénicos durante el dueto de Adina y Dulcamara. Lo peor de su propuesta es que, para ser una opera buffa, solo se escucharon risas entre el público en un par de momentos puntuales de la última escena.

La dirección musical corrió a cargo del maestro Iván López-Reynoso, que volvía a Bilbao tras aquel entrañable recital con Javier Camarena en el año 2015. Fiel a la partitura y muy preciso desde el preludio y la intervención coral de introducción, el director de orquesta mexicano realizó una excelente labor de acompañamiento de cantantes, bajando el volumen orquestal en muchos pasajes al no contar con voces solistas de excesivo volumen. Acertado en los tempi en todo momento, ofreció una dirección llena de matices en la que destacó especialmente la sección de vientos de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Para enmarcar, las intervenciones corales del segundo acto, fruto de un excelente trabajo en coordinación con el director del Coro de la Ópera de Bilbao, Boris Dujin.

La soprano Marta Urbieta demostró muchas tablas como actriz a la hora de interpretar el rol de Giannetta. Gustó mucho en su interpretación de ‘Saria possibile?’, junto al Coro Femenino de ABAO, donde pudimos apreciar un canto muy sutil acompañado de un color de voz ideal para este tipo de papeles. El barítono de Huelva, Pablo Ruíz, debutó con éxito en Bilbao interpretando al sargento Belcore. Vocalmente, fue sin duda el instrumento vocal con más decibelios de todo el reparto, como quedó demostrado en la cavatina marcial ‘Come Paride vezzoso’, que el público bilbaíno incomprensiblemente no aplaudió. Es posible que existan algunas opiniones que le acusen de falta de elegancia y delicadeza belcantista, pero en mi sincera opinión su dicción es impecable y, desde esas páginas, debo valorar que fuera el cantante solista que mejor logró imponerse al coro y a la orquesta en todas sus intervenciones, debido a su volumen vocal. En el dueto con Nemorino ‘Ai perigli della guerra’, uno de los mejores momentos de la velada, pudimos apreciar una voz muy bien proyectada que llegaba a todos los rincones del Euskalduna.

Joel Prieto (Nemorino) y Paolo Bordogna (Dulcamara) © E. Moreno Esquibel

El personaje del doctor Dulcamara recayó en el barítono italiano Paolo Bordogna, un habitual en las temporadas de ABAO. En esta ocasión destacó mucho más en su faceta de actor cómico que en lo puramente vocal, aunque cantó con solvencia el aria ‘Udite, udite, o rustici!’ del primer acto. El papel del charlatán embaucador que magistralmente elaboró Donizetti es un caramelo para el lucimiento de los cantantes, aunque desafortunadamente, el barítono de Pésaro no estuvo a la altura a nivel canoro, con unos graves nada convincentes y una voz de escaso volumen para afrontar uno de los personajes más importantes del género bufo.

Las grandes expectativas que había creado el debut del tenor madrileño Joel Prieto se tradujeron en decepción desde el momento en el que, traicionado por los nervios y la responsabilidad, afrontó con muchas dudas la cavatina ‘Quanto è bella, quanto è cara’. En el segundo acto mejoró sus prestaciones vocales, destacando en los recitativos, aunque siempre percibimos cierta inseguridad en la emisión del registro agudo. A la hora de afrontar la archiconocida ‘Una furtiva lagrima’, el aria más famosa del repertorio lírico, apreciamos cierta calidad en las medias voces y un aumento de la emisión, aunque, después de rescatar de los archivos los grandes Nemorinos que han pasado por Bilbao, el triunfo a nivel vocal de este joven cantante quedó muy lejano. Esperemos que todo haya sido fruto de los nervios o de algún tipo de problema vocal pasajero y Bilbao pueda disfrutar del cantante en las tres funciones que quedan.

La soprano Elena Sancho Pereg resultó una Adina inmensamente atractiva desde su primera intervención en la conocida ‘Benedette queste carte’. Convincente como actriz y dotada de una gran presencia física, la soprano donostiarra cantó con mucho gusto y musicalidad. Cantante muy segura en las notas altas, brilló en el segundo acto donde destacaron sus intervenciones junto al tenor. Es una pena que la inmensidad del auditorio bilbaíno juegue en contra de esta soprano ligera de excelente técnica a la que me gustaría volver a ver, en otro tipo de teatros más adecuados para su voz.

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