Lucia di Lammermoor en Barcelona

Javier Camarena (Edgardo) en Lucia di Lammermoor © Antoni Bofill

Julio 19, 2021. Seis funciones con un solo reparto, nueva producción importada esta vez de Múnich (antes lo fue de Zúrich), empeorando lo anterior (espectáculo dirigido por Barbara Wysocka), con las habituales transposiciones de época, escena única, vestidos de superstar para la diva con gafas negras, incluso en la escena de la locura (el ensangrentado es el confesor). Edgardo tachando con aerosol el nombre de Ashton. Micrófonos y prensa por todas partes. Baste con esto.

En lo musical, Giacomo Sagripanti dirigió bien y con buen sentido un título difícil por conocido (hubo flauta, no la armónica de cristal, para acompañar el delirio final de Lucia) y en forma completa; la orquesta sonó bien y lo mismo, el coro (dirigido por Conxita García).

De sobresaliente en el escenario solo estuvo el Edgardo de Javier Camarena, superior a su prestación anterior en Madrid. La voz es casi siempre adecuada por volumen, y siempre por estilo y técnica. El actor ha madurado, y solo en sus frases hubo verdadera emoción. Nadine Sierra cantó bien y diligentemente con un timbre anodino y algo metálico en el agudo y mezquinó las notas filadas en especial en el sector agudo, aunque al parecer enloqueció a buena parte del público. Con la complicidad o responsabilidad de la puesta en escena nunca pareció hacer más que lo que se le pedía, pero la falta de matices en el canto es cuestión personal. Alfredo Daza, quien como ella debutaba en el Liceu, exhibió una voz oscura, alternativamente engolada y abierta, y no pareció enterarse (como muchos colegas, por cierto) de que la parte es puro bel canto y no verismo melódico o melodioso.

Alfredo Daza (Enrico), Nadine Sierra (Lucia) y Mirco Palazzi (Raimondo) © Antoni Bofill

Bien, con algún apuro en el agudo, Mirco Palazzi en Raimondo, el mejor tratado por la concepción del espectáculo. Discreta, Anna Gomà en Alisa. Esforzado en su “secretario” histérico, o sea Normanno, Moisés Marín (buen cantante). Y muy, muy justo Emmanuel Faraldo (Arturo, de voz muy pequeña), al que algunos de los presentes protestaron al final aunque no repitieran los silbidos de la primera función para el equipo escénico.

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