?? Lucrezia Borgia en Bérgamo
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Noviembre 22, 2019. En el festival Donizetti de 2019 en esta ciudad, el título más conocido fue sin duda Lucrezia Borgia. Y lo más interesante aún es que la versión que vimos fue aquella trabajada a partir de la nueva edición crítica encomendada a Roger Parker y Rosie Ward en colaboración con la Casa Ricordi, con el patrocinio de la Municipalidad de Bérgamo y la Fundación del Teatro Donizetti. La elección recayó en la variante preparada para el Théâtre Italien de París el 31 de octubre de 1840, siempre teniendo en cuenta la versión original presentada en La Scala el 26 de diciembre de 1833.
La combinación de las dos partituras dio vida a una ejecución que agregó algunos materiales y conservó otros. El tema, dotado de auténtica fuerza emocional e impopular en el contexto de la moral burguesa del siglo XIX, fue censurado frecuentemente, además, destaca el acercamiento a la maldad y las perversiones morales que ponían en juego el auténtico amor maternal. En este sentido, la dirección escénica encomendada a Andrea Bernard subraya desde el principio las circunstancias psicológicas de una sociedad corrupta y enferma. Van en esta dirección las escenas diseñadas por Alberto Beltrame que, a través de un escenario lunar sombrío, describe las piedras angulares emocionales y espaciales de la historia, en sintonía con los vestuarios diseñados por Elena Beccaro y el diseño de luces de Marco Alba.
Hay que mencionar también los movimientos coreográficos, que también aluden al elemento mortífero, de Marta Negrini. A la cabeza de la Orchestra Giovanile Luigi Cherubini, diligente, estuvo Riccardo Frizza, que ha frecuentado el repertorio belcantista desde hace años. Su lectura prefirió colores enérgicos y tempi ajustados, de acuerdo con una narrativa que nunca perdió la intensidad adecuada. La actuación del Coro del Teatro Municipale di Piacenza, preparado por Corrado Casati, fue bastante acertada.
La protagonista, artista en residencia de la Donizetti Opera 2019, fue Carmela Remigio: frente a una inteligencia escénica marcada, corroborada por una musicalidad innata, la artista sufrió de algunas opacidades en su emisión, especialmente en los agudos, que proyectaban poco. Su temperamento mostró a veces, inclusive, poca adhesión a su personaje muy controvertido y polifacético. Mucho más convincente estuvo Xabier Anduaga en el papel del joven y resuelto Gennaro, quien exhibió una válida seguridad vocal, a pesar de alguna que otra falla en la afinación. Su ascenso en el pentagrama resultó sólido y luminoso, mientras que su registro central fue pastoso y viril.
Estas mismas características encontramos en la voz de Marko Mimica como Don Alfonso. Su excitante presencia escénica y la resolución en la delineación de su personaje jugaron mucho a su favor, pese a algunos pasajes que no estuvieron completamente enfocados y estampados. Su prueba hizo justicia a la arrogancia del duque y las maquinaciones de una corte mefítica. Varduhi Abrahamyan, como Maffio Orsini, pecó en el fraseo y en los matices, pero resolvió este papel en travesti con suficiente facilidad escénica y adecuado timbre malicioso.
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