Luisa Miller en Brescia

Caterina Mldolesi (Laura) y Alessia Panza (Luisa Miller) © Alessia Santambrogio

Noviembre 5, 2023. Por alguna extraña razón, la ópera Luisa Miller de Giuseppe Verdi no cuenta con la aceptación popular o número de representaciones en el mundo con la que cuentan otras obras del mismo compositor, como Rigoletto, Il trovatore o La traviata. De hecho, Luisa Miller se considera un vínculo entre las obras juveniles del compositor y esta famosa trilogía popular, con las que se considera que Verdi entró en su plena madurez expresiva.

El libreto de Salvatore Cammarano basado en el drama Kabale und Liebe de Friedrich Schiller, es fantástico para explorar la nueva etapa madura de Verdi, donde abandona los personajes monumentales y profundiza en la psicología y emociones de Luisa, la heroína de la historia, como nunca lo había hecho en el pasado. Agrega pocos personajes principales a los cuales les da mucho juego (y naturalmente mucha música), da poca participación al coro y concentra su atención en los sentimientos y pensamientos de la protagonista, dándole un gran y dramático final.

Para combatir el bajo número de representaciones mundiales, los Teatros de la Ópera de Lombardía propusieron como el tercer título de su temporada 2023 Luisa Miller. OperaLombardia está conformada por el Teatro Ponchielli de Cremona, Teatro Fraschini de Pavía, Teatro Sociale de Como y el Teatro Grande de Brescia —al cual hace referencia la presente crítica— y posteriormente la producción viajará a la Opéra Grand Aviñón y la nOpéra de Tours en Francia, así como la Opera Slaska Bytom y al Teatr Wielki Poznan de Polonia.

La puesta en escena de Frédéric Roels fue austera, gris y monótona. El regista belga se limitó a indicar las entradas y salidas de los personajes del escenario sin alguna intención o trabajo psicológico. Fue una propuesta sumamente aburrida, de no haber sido por el talento de los intérpretes musicales quienes sacaron a flote la función.

Una verdadera desgracia fue el desempeño de Lionel Lesire al firmar los diseños de escenografía y vestuario. Las escenas propuestas por el “creativo” belga no ayudaron a aligerar la pesadez del show; mostró en los tres actos las mismas mamparas grises con trazos de lápiz, coronados en el centro con un reloj gigante del cual se desprenden las manecillas para convertirse en espadas. A mover la escenografía y la utilería se ocuparon los técnicos del teatro vestidos de negro, rompiendo con toda la ilusión de la escena; algo improponible en un recinto como el Teatro Grande di Brescia. Como si esto no hubiera sido suficiente, los vestuarios fueron aún más patéticos al mezclar conceptos, épocas y géneros. Lesire vistió a Luisa Miller y la duquesa Federica de forma tradicional con un trajes de época, ridiculizó al intérprete de Rodolfo, haciéndolo portar una entallada camisa color caqui que a duras penas le cerraba, un Conde Walter en un moderno traje con gabardina amarillo fosforescente, y a Wurm vestido literalmente del sombrerero loco de Alicia en el país de las maravillas en la versión de Tim Burton.

Para salvar esta masacre creativa, desde el foso Carlo Goldstein concertó con energía, pasión y evidente conocimiento el título verdiano. El también pianista, recientemente nombrado director huésped principal de la Volksoper de Viena —hasta donde pudo— cuidó los matices y los tempi; esto porque desgraciadamente la Orchestra I Pomerigi Musicali no respondió al 100% de los requerimientos de Goldstein. Con su batuta férrea y concisa mientras gesticulaba recitando el texto en silencio, los brazos le temblaban de la emoción; por momentos evidenciaba mucha más pasión que los mismos intérpretes. Una verdadera tristeza haber tenido un director tan propositivo que haya tenido una respuesta tan mediocre por parte de la orquesta; no mala pero pudo haber sido mucho mejor. Por su parte el Coro di OperaLombardia fue otra historia: preparado por Diego Maccagnola, ofreció una muy digna ejecución, a pesar de su poca participación en la trama.

Alessia Panza (Luisa) y Gangsoon Kim como (Miller) © Alessia Santambrogio

El elenco por su parte estuvo compuesto por los ganadores y finalistas de las últimas ediciones del concurso para jóvenes cantantes de ópera AsLiCo (Associazione Lirica e Concertistica). El mejor elemento del cast, sin duda la joya de la función, fue Alessia Panza en el rol protagónico. La joven soprano nacida en Brescia en 1998 cuenta con una robusta y fresca voz que no obstante la poderosa potencia —idónea para las partes dramáticas— es tremendamente ágil para la parte belcantista. Para confirmarlo, la interpretación de ‘Lo vidi e’l primo palpito’ fue asombrosa, y la coloratura fue simplemente perfecta. Sin dudarlo estuvo muy por encima del nivel de todos sus demás colegas del elenco.

Kazuyi Yoshida encarnó un enamorado y posesivo Rodolfo que actoralmente cumplió con creces su interpretación. La pronuncia italiana del tenor japonés es clara, mientras su voz es pequeña en los agudos, los cuales, cabe mencionar, fueron siempre bien colocados y emitidos. Con una cristalina línea de canto, fue ovacionado tras el aria ‘Quando le sere al placido’.

La misma suerte tuvo el Wurm del barítono italiano Alberto Comes, quien con una firme presencia escénica y un registro central potente se ganó los aplausos al final de la función. La mezzosoprano china Aoxue Zhu encarnó a una elegante y contenida duquesa Federica, muy válido elemento gracias a su buena pronunciación y pastoso color vocal.

Por desgracia, las voces graves de los padres fueron desafortunadas esta noche. En particular la lamentable ejecución vocal de Cristian Saitta como el Conde Walter. El bajo rumano cuenta curiosamente con un registro grave sólido, entonado e incluso melodioso; su problema radica en el registro agudo, el cual es siempre calante, engolado y con una evidente dificultad para moverse ahí arriba. Por su parte, el Miller de Gangsoon Kim fue histriónicamente parco pero vocalmente cumplidor y convincente. Rl barítono sudcoreano es poseedor de buena dicción italiana y una correcta conexión entre los registros. Simpática y fresca fue la campesina Laura de Caterina Meldolesi.

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