Der fliegende Holländer en Berlín
Noviembre 2, 2023. Para tratar de huir de algunas deudas acumuladas en la ciudad de Riga, el compositor alemán Richard Wagner junto a su esposa Minna decidieron abandonar la capital letona al improviso y escapar a París con el pretexto de estrenar su más reciente creación: Rienzi. Por fortuna, para quienes Wagner les debía dinero, le fueron confiscados los documentos para evitar que dejara la ciudad. Por lo que se arregló “por debajo del agua” con un marinero quien aceptó llevarlos sin documentos hacía las aguas de Noruega, pero no fue un lindo viaje con los bellísimos paisajes nórdicos, si no todo lo contrario. Las enormes tormentas, rayos y gigantes olas a las que se enfrentaron se impregnaron en la memoria del compositor alemán por un par de años. La recurrente imagen le sirvió de inspiración al compositor, quien decidió comenzar a escribir el libreto para su nuevo título, basado en esta experiencia en altamar, y mezclarla con “Las memorias del Sr. von Schnabelewopski”; la versión de Heinrich Heine sobre la antigua leyenda marítima del “buque fantasma”.
El tema central de Der fliegende Holländer (El holandés errante en español) habla de un capitán condenado a navegar sin tocar tierra hasta el día del juicio final; pero Wagner añade el romanticismo faltante en la leyenda popular y necesario para hacer de la historia una verdadera ópera: el amor incondicional como herramienta para alcanzar la redención.
Las formas musicales tradicionales de la época quedan casi abolidas, ya que el Wagner-temprano del Holandés… tiene muchas similitudes con el Verdi maduro. Por otro lado, la melodía transcurre casi sin interrupciones —de hecho, el título fue concebido para interpretarse en un solo acto sin ningún tipo de pausas— y durante la obertura aparecen ya los primeros Leitmotiven (melodías asociadas a personajes, objetos o conceptos abstractos).
Fue en mayo de 2017 que la Deutsche Oper de Berlín comisionó a Christian Spuck para realizar la entonces nueva producción de El holandés errante. La propuesta del regista y coreógrafo alemán es oscura y sombría; ideal para una historia como esta. Una cuidada iluminación de Ulrich Niepel, junto a la elemental pero funcional escenografía de Rufus Didwiszus, crean la misteriosa atmósfera donde, con un barco en miniatura, velas de barcas en las alturas y un gran espejo de agua en la parte trasera del escenario dan marco a esta gran puesta en escena wagneriana.
La batuta de Ivan Repušic fue certera e imponente. El concertador croata al frente de la Orchester der Deutschen Oper Berlin ofreció momentos gloriosos e impetuosos —en particular durante la obertura—, así como matices cuidados, tempi precisos y una enorme cura del volumen orquestal.
Cuando se piensa en voces wagnerianas, vienen a la mente inmediatamente cantantes con una muy potente vocalidad, capaces de cantar plenamente las habituales cuatro horas de función. En esta producción, al ser un Wagner-temprano y no presentar dichos requerimientos vocales, la Deutsche Oper propuso un elenco de volumen más discreto, algo inesperado en intérpretes wagnerianos. La única excepción en el cast fue Elisabeth Teige, quien prestó su imponente voz a Senta. La soprano noruega —una voz genuinamente wagneriana— tiene en repertorio solo títulos pesados como Tannhäuser, Die Walküre, Die Frau ohne Schatten, Elektra, Fidelio e incluso Turandot. Su balada fue una demostración de matices y potencia, muy bien recibido por el exigente público berlinés.
El papel protagónico del Holandés fue encomendado de último momento a Jordan Shanahan, quien cubrió la función de manera regia y bien interpretada. El barítono hawaiano posee una voz educada y lineal. Por su parte, el bajo alemán Tobias Kehler como Daland interpretó un sentimental marinero con una óptima interpretación escénica aunque se encontraba evidentemente enfermo; pero los tosidos y carraspera no impidieron una buena ejecución.
Certeros fueron los cantantes estadounidenses Robert Watson como Erick y Lauren Decker como Mary. Mientras una mención especial se merece el Coro de la Ópera de Berlín, todos bajo la dirección de Jeremy Bines. La parte femenina como hilanderas en la escena con Senta, y sobre todo la sección masculina durante el Coro de marineros del III acto, les valieron una estruendosa ovación al término de la función.
Presenciar una función de Wagner en Alemania es una experiencia particular y altamente recomendable de vivir y más aún si es una óptima función como esta.