Madama Butterfly en Houston
Enero 26, 2024. El viernes 26 de enero disfruté de una excelente función de la ópera Madama Butterfly de Giacomo Puccini en la Houston Grand Opera (HGO), con una numerosa asistencia debido a que fue la primera función del título después de casi nueve años de ausencia en el repertorio y a pesar de un clima de lluvia intensa.
La soprano mexicoamericana Ailyn Pérez, como la geisha que acepta unirse en matrimonio con un joven oficial de la marina estadounidense, realizó vocal y actoralmente una magnífica ejecución de principio a fin en esta difícil obra. Después de triunfar recientemente en el Metropolitan Opera House de Nueva York como Florencia Grimaldi en Florencia en el Amazonas del compositor mexicano Daniel Catán, brindó una Butterfly de altos vuelos, con un fenomenal retrato de una mujer enamorada de un estadounidense que la abandona y regresa años después con su esposa, también americana, para reclamar a su hijo japonés.
Pérez pasó, de forma natural y convincente, de geisha inexperta a mujer madura que debe enfrentar su difícil realidad. En la célebre aria del segundo acto, ‘Un bel dì vedremo’, en la que imagina el regreso de su marido Pinkerton, realizó una ejecución llena de emoción contenida y esperanza. La escena final del tercer acto le permitió confirmar que posee un excelente sentido del drama y una auténtica conexión con la música, al despedirse de su hijo y afirmar que tendrá una nueva vida del otro lado del océano, generando en la audiencia un sentimiento de extrema tristeza. En definitiva, confirmó su estatus de diva operística en esta obra que exige que su personaje aparezca en escena en casi la totalidad de la función.
El tenor chino Yongzhao Yu, como el teniente de la marina norteamericana Benjamin Franklin Pinkerton, es egresado del programa de alto rendimiento del Houston Opera Studio. Su ejecución vocal logró buenos momentos mayormente en su dueto de amor con la protagonista en el primer acto, y al final de la obra, al conferir ecos de remordimiento en su personaje.
El reparto fue bastante bueno, con dos norteamericanos egresados del Butler Studio a la cabeza, el bajo-barítono Michael Sumuel y la mezzosoprano Sun-Ly Pierce, quienes dieron lo mejor de sí como Sharpless, el cónsul y Suzuki, la dama de compañía de Butterfly, respectivamente. Vale la pena mencionar también al tenor filipino Rodell Rosel como Goro, el casamentero, al bajo-barítono norteamericano André Courville (en su debut en la HGO) como el príncipe Yamadori, un pretendiente de la geisha abandonada, y al bajo chino William Guanbo Su como Bonzo, el tío de la protagonista que aparece para maldecirla por abandonar las tradiciones niponas. Todos ellos realizaron personajes de apoyo llenos de sustancia.
El estupendo coro bajo la dirección de Richard Bado tuvo una destacada participación. La orquesta dirigida por Patrick Summers, director artístico y musical de la HGO desde 2011, sonó vigorosa y apasionada, según los requerimientos de la compleja y sofisticada partitura de Puccini.
Las mágicas atmósferas japonesas se hicieron presentes con la detallada iluminación original de Neil Austin y la colaboración de Philip Alfano en la reposición; los vestuarios realizados con gran atención al detalle y la bella escenografía estuvieron a cargo de Christopher Oram. Esta producción, de atractivo audaz, presentada previamente en las temporadas 2010-11 y 2014-15, que en su primera versión fue dirigida escénicamente por el inglés Michael Grandage y en esta reposición por la norteamericana Jordan Lee Braun, encontró en cada momento nuevas formas de asombrar al espectador, apoyándose en su carácter exótico, y es además un clarísimo ejemplo de la magia que puede ocurrir en un espectáculo operístico cuando triunfa el perfecto equilibrio entre música y teatro.