Marie-Nicole Lemieux y Philippe Jaroussky en Montreal
Septiembre 24, 2022. Para inaugurar su 39⁰ temporada, la agrupación musical quebequense Les Violons du Roy propuso un concierto dedicado a la figura del compositor alemán Georg Friedrich Händel que contó con la presencia estelar de la contralto canadiense Marie-Nicole Lemieux y del contratenor francés Philippe Jaroussky, ambos bajo la batuta del maestro Jonathan Cohen.
Anunciado bajo el título “En total complicidad”, la química entre los cantantes solistas fue absoluta y le dio al concierto electrizantes y festejadísimos momentos.
Jugando de local, la contralto Lemieux hizo una entrada triunfal con el aria ‘Dover, giustizia, amor’ de Ariodante, donde alardeó su voz de gran formato, de textura aterciopelada y unos graves sólidos y profundos, que le sirvió para calentar motores para la difícil aria ‘Son contenta di morire, crudele stelle’ de Radamisto, a la que agregó una interpretación de gran temperamento e intencionalidad a su habitual despliegue vocal.
En la segunda parte del programa, se pudo apreciar particularmente la versatilidad de Lemieux en terrenos tan vocalmente contrastantes como el aria ‘Voi che udite il mio lamento’ de Agrippina, de corte lírico y sereno, y la acrobática e histérica aria ‘Son contenta di morire’ de Radamisto, momentos en los cuales Lemieux no sólo adaptó su voz a los requerimientos de ambas piezas, sino que además, hizo gala de un agudo sentido interpretativo a la hora de delinear la psicología de sus personajes.
No le fue en zaga, el contratenor francés, quien ya en su entrada logró meterse al público en el bolsillo con una magnífica interpretación del famoso lamento ‘Cara sposa’, con un canto de una tocante sensibilidad y un refinamiento exquisito que retrató con contundencia el dolor y la vulnerabilidad de Rinaldo ante la pérdida de su amor.
A medida que fue avanzando la noche, Jaroussky fue creciendo vocalmente. Tanto en ‘L’aure che spira tiranno’ de Giulio Cesare, como en ‘Venti, turbini’ de Rinaldo, destacó la flexibilidad de su voz, que condujo con envidiable destreza, apoyado en una técnica sin mácula. Sin duda, lo mejor de su cosecha vendría hacia el final, en el aria ‘Qual nave smarrita tra sirti’ de Radamisto, donde su cuidada línea, su atención a la expresión y su capacidad para infinitos matices confirmarían su calidad de intérprete excepcional y su merecido lugar en el panteón de los grandes cantantes de su cuerda.
En los duetos ‘Son nata a lagrimar’ de Giulio Cesare y en ‘Se teco vive il cor’, las voces se acoplaron a la perfección y la “complicidad” de los cantantes provocó el delirio de la sala. En las propinas, se divirtieron y divirtieron a más no poder con una desopilante interpretación del dueto ‘E voi con dure tempre’ de Partenope, y resultaron conmovedores por su virtuosismo en ‘Pur ti miro’ de La incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi, que puso punto final al concierto.
En los fragmentos orquestales, la agrupación musical Les Violons du Roy tuvo un sólido desempeño bajo la dirección del siempre eficiente Jonathan Cohen quien, dirigiendo desde el clavecín, obtuvo de sus músicos una lectura variada en colores, dinámica y cuidadosa del estilo.