Nabucco en Peralada
Julio 30, 2022. El otro título operístico (aparte de una función de The fairy queen que me fue imposible ver) fue el primer éxito de Verdi, también procedente del Teatro Real de Madrid, pero sin la parte escénica (lo que al parecer fue una suerte).
Por sobre todos brilló la soprano Anna Pirozzi como una Abigaille, a la que difícilmente se le puedan encontrar defectos: segura del agudo al grave, capaz de notas filadas, buen volumen y adecuada intención en el fraseo. El barítono George Pétean estuvo mejor que otras veces: vocalmente impecable, su talón de Aquiles es lo convencional de su canto y expresión (aquí solo evidente en la escena de la locura al final del segundo acto). Aunque no es la voz de bajo ideal para Zaccaria, la musicalidad y buena extensión, aunque mediano volumen, de Alexander Vinogradov dieron buena cuenta de esta difícil parte.
Ni Silvia Tro Santafé (Fenena) ni Mario Rojas (Ismaele) parecieron muy apropiados para sus partes, ella por un trémolo y sonido metálico molesto, y él por una voz pequeña y ligera. Bien estuvieron Somon Lim (el gran sacerdote de Baal), Fabián Lara (Abdallo) y en la ingrata parte de Anna tuvieron forma de ponerse en evidencia los buenos agudos de Maribel Ortega.
No me parece Nicola Luisotti el gran director que muchos dicen: más que afiebrado, es atropellado y amante del desborde orquestal; por eso, los momentos mejores fueron aquellos más reflexivos (segunda aria de Zaccaria, sección inicial del dúo Abigaille-Nabucco, aria de este último) y señaladamente el célebre ‘Va pensiero’ que, a diferencia de lo que ocurrió en Madrid, no fue bisado. Los cuerpos titulares del Real cumplieron muy bien con su cometido. Mucho público y mucho aplauso.