Peter Grimes en Venecia
Junio 29, 2022. Casi 80 años después de la primera representación, que tuvo lugar el 7 de junio de 1945 en el Sadler’s Wells de Londres, llegó al Teatro La Fenice de Venecia Peter Grimes, una de las partituras más importantes y apreciadas de Benjamin Britten. Es curioso que se tardara tanto en llegar a la región lagunera, donde siempre se ha querido al compositor inglés.
Con motivo de este debut fundamental, la dirección corrió a cargo de Paul Curran, mientras que los decorados y el vestuario fueron obra de Gary McCann y el diseño de iluminación corrió a cargo de Fabio Barettin.
El espectáculo aprovechó sabiamente los espacios que ofrecía el escenario y gracias a la movilidad de las estructuras se realzaron todos los personajes, con especial beneficio para la imponente presencia coral. Los decorados fueron efectivos, con una clara exaltación de los elementos naturales, y la modernización que imprimen las escenas y el vestuario parece válida para hacer siempre actuales los mensajes que transmite el libreto de Montagu Slater, basado en el poema The Borough de George Crabbe.
Todos los intérpretes contribuyen al pleno éxito de la producción. En particular, debe reconocerse la meritoria labor realizada por el Coro del Teatro La Fenice, instruido por Alfonso Caiani, que logró una empresa verdaderamente compleja, ya que la partitura requirió un considerable esfuerzo de las masas corales, verdaderos protagonistas de la obra de Britten. Su participación, a modo de comentario continuo, representa un elemento de absoluta modernidad y proximidad a muchos de los grandes acontecimientos comunitarios vividos a lo largo del siglo XX y en la época contemporánea.
Igualmente fundamental y eficaz fue la actuación de la Orquesta que, bajo la sabia dirección de Juraj Valčuha, supo apoyar la narración con una flexibilidad muy apreciable. El director tiene un profundo conocimiento del repertorio en cuestión y lo demuestra con una dirección seca, precisa, siempre diligente, matizada y atenta a las necesidades interpretativas.
El elenco estuvo dominado por el convincente Andrew Staples como Peter Grimes. El sufrimiento y la marginación emergieron claramente en su interpretación del marino inglés, que se benefició de un fraseo sólido y una presencia escénica convincente. A su lado, Emma Bell esbozó una Ellen Orford vocalmente correcta pero poco convincente en el aspecto dramático. El bajo-barítono Mark S. Doss, por su parte, apareció perfectamente situado en el papel de Balstrode, que no dejó de dotar de humanidad y pericia interpretativa al papel de capitán.
Sara Fulgoni, en el rol de Auntie, también dotada de apreciables cualidades vocales, y la campeona Rosalind Plowright, la chismosa señora Sedley, resultaron creíbles y desenfadadas en sus respectivos papeles. Los numerosos otros intérpretes también se lo merecen. Excelente éxito final para una producción que selló un notable debut de la partitura de Britten en el mayor teatro veneciano.