Plácido Domingo en la Arena CDMX

Plácido Domingo, el director Eugene Kohn, la soprano Eugenia Garza y el tenor Arturo Chacón en la Arena México © Jesús «Chucho» Cornejo

Agosto 16, 2022. La Arena Ciudad de México fue el escenario para el retorno a nuestro país del insigne Plácido Domingo: sin duda el artista lírico en activo más relevante del planeta. Ahora como barítono, con 82 años de edad, luego de las fases más crudas de la pandemia y de las turbulencias de señalamientos recibidos durante 2019, el cantante madrileño ofreció un concierto la noche del martes 16 de agosto, en el que fue acompañado por la soprano regiomontana Eugenia Garza, el tenor sonorense Arturo Chacón Cruz y la Orquesta Filarmónica del Desierto, bajo la batuta invitada del maestro estadounidense Eugene Kohn.

Con buena parte de su formación profesional cultivada en México y con vínculos culturales, familiares y emocionales arraigados en nuestro país, la robusta presencia artística de Domingo en la capital de la república se significó no sólo como una noticia lírica de interés, sino también como uno de los eventos a seguir dentro del quehacer sonoro nacional por estos días.

No obstante, el deseo de comprobar el paso del tiempo en un artista que ha brillado en la música durante más de medio siglo o de disponer el oído para reparar en la obvia merma vocal, podrían ser aproximaciones tan erradas y desilusionantes como esperar el esplendor de los grandes roles operísticos de los que Plácido Domingo hizo auténticas creaciones.

Quizá el punto medio, donde es posible el equilibrio para aventurarse y disfrutar con honestidad estética de un concierto de estas características, sea simplemente el atestiguar la nueva página de una leyenda del canto, que tal vez no tenga igual nunca o, al menos, en el corto, mediano o largo plazo. 

El mismo interés musical provocarían cimas vocales como Enrico Caruso o Maria Callas, al margen de sus condiciones fisiológicas o de edad. Con ellos ya no es posible contar, pero con Plácido Domingo sí. Y en esa vertiente puede aprovecharse, al punto de disfrutar lo más posible.

Quizá por ello, el público asistente a la Arena CDMX recibió con aplausos entusiastas al cantante, quien apareció en el escenario luego de que el programa iniciara con la “Danza de las horas” de La Gioconda de Amilcare Ponchielli. 

Domingo interpretó el aria ‘Nemico della patria’ de Andrea Chénier de Umberto Giordano y desde entonces mostró que si bien la potencia vocal y la respiración amplia se han desvanecido, por lo que el fraseo se realiza sin demasiada compresión, la personalidad musical, la entrega interpretativa y una especie de resistencia admirable justo ante el declive, generan un atractivo que permite evocar el tamaño de figura que se planta con su pasado glorioso para cantar.

Plácido Domingo y Eugenia Garza cantaron el dueto de Il trovatore © Jesús «Chucho» Cornejo

Esa primera parte del programa continuó con repertorio operístico. Eugenia Garza bordó una lánguida y expresiva versión de ‘Ebben? Ne andrò lontana’ de La Wally de Alfredo Catalani y más tarde uniría su voz a la de Domingo en ‘Udiste?… Mira di acerbe lagrime’, dueto de Il trovatore de Giuseppe Verdi en el que ambos, a ritmo cada vez más trepidante, sueltan la rienda a sus respectivas y excluyentes pasiones.

Antes de ese cierre, a su manera vibrante y jubiloso, Arturo Chacón cantó con Domingo ‘Au fond du temple saint’, dúo de amistad de Les pêcheurs de perles de Georges Bizet, que permitió catar qué tan baritonal suena el otrora tenor, que cuenta con más de 150 roles operísticos en su trayectoria. En realidad, y a la luz de la plenitud lírica del sonorense, Plácido Domingo apuntó al registro de tenor dramático — ahora bastante maduro—, por el que se le identificó durante tanto tiempo. 

Además de la obertura de Nabucco que interpretó la orquesta, cedida la batuta a su director artístico titular, Natanael Espinoza, la primera parte también incluyó a Chacón probando suerte con ‘Se quel guerrier io fossi!.. Celeste Aïda’, de la antepenúltima ópera de Giuseppe Verdi. La frescura y el timbre cremoso del cantante subrayó su lirismo, no del todo maridable con las exigencias, más bien spinto, de un guerrero.

Aunque la sonorización en el recinto con capacidad de 22,300 localidades (que no se ocuparon en su totalidad) ofreció una textura musical más bien plana y de colores limitados, hubo un acertado trabajo musical, sobre todo en el aspecto del acompañamiento. Ello, en buena medida gracias a la labor guía de Eugene Kohn, quien dirige con elocuencia y vehemente carisma, siempre al pendiente de las necesidades de los solistas, incluso si para ello opta por dar la espalda a sus músicos durante algunos instantes en los que de cualquier manera no deja de bracear.

Luego de la pausa, fueron interpretados números de zarzuela, género en el que bien se sabe que Plácido Domingo cobra un realce particular, por ser ese el nicho musical en el que en un principio creció al lado de sus padres, doña Pepita Embil y Plácido Domingo Ferrer.

Al Intermedio de La boda de Luis Alonso de Gerónimo Giménez, siguieron fragmentos de Luisa Fernanda de Federico Moreno Torroba, El niño judío de Pablo Luna, Marina de Emilio Arrieta, El último romántico de Reveriano Soutullo y Juan Vert, así como de El gato montés de Manuel Penella. Para destacar, la romanza ‘Bella enamorada’ en voz de Chacón y el dueto ‘¿Me llamabas, Rafaelillo?’ (‘Torero quiero sé’), entre Garza y Domingo.

Los tres cantantes interpretaron un popurrí de canciones mexicanas que incluyó ‘Quizás’ de Osvaldo Farrés, ‘Solamente una vez’ de Agustín Lara y ‘Amor eterno’ de Juan Gabriel, para dar paso a un primer cierre del programa: la emblemática romanza ‘No puede ser’ de La tabernera del puerto de Pablo Sorozábal, en una temperamental (aunque no impoluta) creación de Plácido Domingo.

Tras varios minutos de ovación, llegaron los encores, los mariachis y, a decir verdad, alguna de las piezas más logradas de la noche. Primero Domingo, con el pasodoble ‘La morena de mi copla’ de Alfonso Jofre Villegas; Chacón con ‘El triste’ de Roberto Cantoral y Garza con ‘Estrellita’ de Manuel M. Ponce. 

En ese punto, el grueso del público —cauteloso en la parte operística— se unió a la efervescencia del canto e hizo segunda a los solistas. 

El final del concierto llegó al ‘Son de la negra’. Y Plácido Domingo ofreció ‘Paloma querida’ de José Alfredo Jiménez; Arturo Chacón el corrido ‘Juan Charrasqueado’ de Víctor Cordero y ambos ‘Mujer, abre tu ventana’ de Manuel Esperón y Ernesto Cortázar, además de ‘El rey’, también de José Alfredo. Al barítono y al tenor se incorporó la soprano para cerrar el apartado musical con el casi himno ‘Bésame mucho’ de Consuelo Velázquez.

Este viernes 19 de agosto habrá una segunda fecha del concierto en la Arena Monterrey, en Nuevo León. La fecha musical, como la de Ciudad de México, tiene su atractivo ante una leyenda: en tiempos de pandemia, escándalo y crepúsculo de facultades, todo puede ser irrepetible.ç

Aspecto de la Arena México durante el concierto de Plácido Domingo © Jesús «Chucho» Cornejo

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