Recital de Netrebko y Eyvazov en Buenos Aires 

Anna Netrebko y Yusif Eyvazov en Buenos Aires © Arnaldo Colombaroli

Noviembre 21, 2022. Broche de oro para el Ciclo Grandes Intérpretes que ofreció el Teatro Colón de Buenos Aires en esta Temporada 2022 con la presencia de la estelar Anna Netrebko acompañada por su marido Yusif Eyvazov.

No hubo duda de que la soprano es una auténtica diva y desde su entrada al escenario lo reafirmó por su actitud corporal, su postura frente al público, su carisma, su magnetismo y su simpatía. A su lado no desentonó su esposo, el tenor Yusif Eyvazov que naturalmente es un muy buen artista, pero que no llega a las alturas estratosféricas de su consorte.

El más que bienvenido concierto fue algo completamente diferente a lo habitual, lejos de la trillada estructura de los recitales de canto. Se incorporó cierta idea de ambientación y juego escénico, ya que en el escenario no solo estaba el piano sino una silla, candelabros, dos mesas, flores, libros y otros elementos que permitieron destacar las dotes escénicas de la gran soprano rusa y, a la par de la calidad canora, se sumó una programación musical muy bien pensada con una propuesta escénica impecable.

La primera parte se estructuró con quince páginas de autores rusos, incluidos dos fragmentos operísticos, mientras que la segunda parte fue más ecléctica: nuevamente quince fragmentos pero en una combinación de ópera italiana con francesa, canciones de Richard Strauss y de Dvorák con las clásicas canciones italianas de Tosti, Gastaldón o de Curtis.

La noche se inició con ‘O chem v tishi nochey’ (‘En el silencio de las noches’), de Nicolai Rimski-Kórsakov, para seguir con ‘Zdes’ khorosho’ (‘Es agradable aquí) de Serguéi Rajmáninov, para retornar a Rimski-Kórsakov con ‘Plenivshis’ rozoj, solovey’ (‘Capturado por la rosa, el ruiseñor’), y ‘Redeyet oblakov letuchaya gryada’ (‘La cresta voladora está adelgazando las nubes’). Haciendo uso de su carisma, la soprano apabulló por su calidad interpretativa y con el juego escénico intentó transformar cuatro obras de cámara independientes en un pequeño monodrama.

Luego el tenor hizo su entrada con ‘O nyet, molyu, ne ukhodi!’ (‘¡Oh no, por favor no te vayas!’) de Rajmáninov, para seguir con ‘Net, tol’ko tot, kto znal’ (‘No, solo el que sabía’) de Pitr Ilich Chaikovski, ‘Ya vas lyubil’ (‘Yo te amaba’) de Gara Garayev (1918-1982) compositor azerbaiyano, la nacionalidad de Eyvasov, y ‘Ne poy, krasavitsa, pri mne’ (‘No cantes, bella, conmigo’) de Rajmáninov. El tenor hizo gala de sus poderosos medios vocales, su adecuada técnica, y su simpatía.

Retornó Netrebko para tres piezas de Chaikovski: ‘Skazhi, o chem v teni vetvey’ (‘Dime qué hay a la sombra de las ramas’), ‘Nochi bezumnie’ (‘Noches locas’), y ‘Akh, istomilas ya gorem’ (‘Ah, estoy cansado de penar’) de la ópera La dama de picas, en uno de los momentos de mayor intensidad de esta primera parte que generó un más que merecida ovación.

Dos nuevos momentos del tenor también con Chaikovski: ‘Snova, kak prezhde, odin’ (‘Otra vez, como antes, solo’) y la famosa aria de Lenski ‘Kuda, kuda vï udalilis’ (‘A dónde, a dónde te has ido’, de Eugenio Oneguin, resultaron de alto vuelo.

Con una intervención de cada uno de los artistas se cerró la primera parte, luego de casi una hora de un programa exquisito y sin concesiones. Netrebko con ‘Serenada’ (‘Serenata’) de Chaikovski y Eyvazov con ‘Davno l’, moy drug’ (‘Hace mucho tiempo, mi amigo’), de Rajmáninov.

A pesar de no contarse con piezas de lucimiento para el pianista ni de relleno para hacer descansar a los solistas, Ángel Rodríguez fue en todo momento el acompañante atento y profesional que los cantantes necesitaban, pues acompañó con maestría, salvó algún desliz y brilló en todo momento.

Nuevamente la soprano fue la primera en presentarse en la segunda parte, con seis composiciones de estéticas bien diferentes que demostraron que además de su idioma natal y el tradicional italiano de la gran mayoría del repertorio, también puede cantar, con el mismo plano de excelencia, en alemán, francés, y checo. Así pasaron dos bellísimas canciones de Strauss, ‘Cäcilie’ (‘Cecilia’) y ‘Ständchen’(‘Serenata’), una de Dvorák, ‘Když mne stará matka’ (‘Cuando mi madre me cuida’) y una de Francesco Paolo Tosti (‘La serenata’ con acompañamiento, además, en violín de Freddy Varela Montero, el concertino de la Orquesta Estable del Colón), y dos arias, ‘Depuis le jour’ (‘Desde el día’) de Louise de Charpentier, en uno de los momentos más impactantes de la noche por su delicada versión vertida con perfecta intencionalidad, y una chispeante versión de ‘Stridono lassù’ (‘Chillan allá arriba’), el aria de Nedda de Pagliacci de Leoncavallo.

Siguiendo la simetría, Eyvasov cantó seis fragmentos: cuatro canciones de Tosti: ‘Non t’amo più’ (‘No te amo más’), ‘Ideale’ (‘Ideal’), ‘L’ultima canzone’ (‘La última canción’) y ‘L’alba separa dalla luce l’ombra’ (‘El amanecer separa la sombra de la luz’), una de Gastaldon, ‘Musica proibita’ (‘Música prohibida’) y una vibrante y verista versión del llamado “Lamento de Federico”, ‘È la solita storia del pastore’ (‘Es la vieja historia del pastor’) de La arlesiana de Cilea. Llamó la atención que el tenor recurriera a las partituras en casi toda la noche, mientras que su esposa sólo lo hizo en una oportunidad, lo que redundó en una conexión más plena con el público y la posibilidad de mayor juego actoral, algo en lo cual Netrebko se mostró a sus anchas.

Ya promediando más de una hora en esta segunda parte, volvió a brillar Netrebko con ‘Mattinata’ (‘En la mañana’) de Leoncavallo y en el final del programa, ya a dúo, ofrecieron dos canzonette de Ernesto De Curtis: ‘Tu ca nun chiagne’ (‘Tú no lloras’) y ‘Non ti scordar di me’ (‘No me olvides’). En esta última obra se sumó por tercera vez el violinista Montero.

Las ovaciones interminables del público determinaron dos obras fuera de programa que totalizaron un concierto de casi dos horas y veinte minutos de duración. Así, la velada se cerró con Netrebko descalza y bailando por todo el escenario, mientras cantaba ‘Meine lippen sie küssen so heiss’ (‘Mis labios te besan tan calientes’), de la opereta Giuditta, de Franz Lehár, mientras que Eyvazov acometió con la clásica página tenoril ‘Granada’, de Agustín Lara, y por cuarta vez se sumó Montero con el violín, a lo que se agregó una breve pasada con tintes de baile español y mantón de Netrebko por el fondo de la escena.

Un concierto de lujo en el cual se mostró la gran valía del maestro Ángel Rodríguez, la cabal demostración de las razones que hacen de Anna Netrebko la gran diva del siglo XXI por calidad escénica, talento, altísima calidad artística, afinación perfecta, colores y de matices, agudos de acero y pianísimos de ensueño; y la más que eficaz prestación de Yusif Eyvasov: un tenor seguro, musical, de volumen enorme, de gran arrojo canoro y que da y pone todo en el escenario.

El recital con escenografía, el pianista Ángel Rodríguez y la diva Anna Netrebko © Arnaldo Colombaroli

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