Rigoletto en Bilbao

El barítono de Mongolia, Amartuvshin Enkhbat, protagonizó Rigoletto de Giuseppe Verdi en la Ópera de Bilbao © E. Moreno Esquibel

Febrero 17, 2024. El Palacio Euskalduna de Bilbao registró una magnífica entrada ante el estreno de una nueva producción de Rigoletto, de Giuseppe Verdi. En la memoria de los aficionados quedan las lecciones magistrales del personaje que Leo Nucci ofreció la última vez que se representó aquí, con bises históricos del dúo ‘Si, vendetta!’, junto a Elena Moșuc.

La producción de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), junto al Teatro Real de Madrid, el Teatro de la Maestranza de Sevilla y la New Israeli Opera de Tel Avic, lleva la firma de Miguel del Arco, un regista que había recibido muchas críticas en la presentación de la misma obra en Madrid hace dos meses. En Bilbao, el director de escena corrigió posiciones y algunos pasajes polémicos de su inicial propuesta, logrando un resultado más que satisfactorio, como demostró el público de Bilbao que lo aplaudió y vitoreó con fuerza cuando salió a saludar.

Desde estas páginas, quiero destacar el gran trabajo que realizó la coreógrafa Luz Arcas con las bailarinas, aunque considero excesivos los gestos exagerados de las mismas durante ‘La donna è mobile’ y el mencionado dúo, ‘Si, vendetta’, ya que lo único que consiguen es distraer y desconcentrar a los cantantes y a los espectadores. Si corrige en próximas representaciones estos pequeños detalles y renuncia a disfrazar a Rigoletto con ligeros y corsé durante el primer acto —como se apreció en Madrid en dos de los tres repartos—, entonces podremos hablar de una propuesta rompedora y de gran calidad. Rectificar es de sabios, y en la ópera es importante no olvidar que las ideas escénicas deben estar al servicio de las voces, por el bien del resultado final. ¡Bravo, señor Del Arco!

La escenografía de Sven e Ivana Jonke me gustó en la originalidad con la que recrearon la casa donde vive Gilda, a modo de jardín vertical, aunque el exceso de cortinaje y alfombrado debe cuidarse al máximo, ya que estuvo a punto de crear un gran problema cuando el cantante que cantaba el rol del bufón, tropezó y se cayó, aunque, afortunadamente, sin consecuencias.

La dirección musical corrió a cargo del maestro israelí Daniel Oren, que ofreció una de las funciones más emocionantes que recuerdo en la ABAO, ya que además de estar sublime en los concertantes y en las arias, se comportó en ocasiones como un espectador más, regalando al público lo que demandaba. Con una interpretación musical del drama verdiano muy intensa y dinámica, llevó con maestría desde el foso a la Sinfónica de Bilbao, tirando en todo momento de las cuerdas y templando en ocasiones los excesos instrumentales, y exhibiendo su talento de gran concertador con los miembros masculinos del Coro de Opera de Bilbao, brillantes durante toda la noche. Para enmarcar, la escena de la tormenta y su temple en los dúos entre Gilda y Rigoletto.

El bajo italiano Emanuele Cordaro, poco brillante a nivel vocal, desperdició una enorme oportunidad de triunfar en su debut en Bilbao con el rol de Sparafucile. La mezzo rumana Carmen Topciu estuvo convincente como actriz, pese a que su caracterización como prostituta dejaba poco que desear. Vocalmente estuvo segura, mostrando una voz contundente que habrá que volver a escuchar en roles más importantes.

La soprano zaragozana Sabina Puértolas ofreció una actuación de menos a más en cuanto a volumen vocal, jalonada por la generosa ovación que le proporcionó el público bilbaíno tras su interpretación del aria ‘Caro nome’. Inteligente en el dúo de ‘La vendetta!’, junto a Rigoletto —donde se guarda lo mejor para el potente agudo final—, entusiasmó en el famoso cuarteto ‘Bella figlia del amore’, ofreciendo como actriz una Gilda bien construida y muy interesante.

El tenor jerezano Ismael Jordi ofreció en lo dramático un Duca di Mantova convincente y seductor, en el que su atractivo físico juega a favor. Vocalmente no posee el más bello de los timbres, aunque cuenta con el don de la proyección, como quedó demostrado en el aria del segundo acto ‘Parmi veder le lagrime’, una de las más difíciles del repertorio. Una pena que las histriónicas felaciones por parte de las bailarinas durante el pasaje de ‘La donna è mobile’ desconcentrara a los espectadores y al propio Ismael Jordi, impidiendo su lucimiento pese a culminarla con intensidad, ya que la noche podría haber sido redonda. Tome nota, señor director de escena y rectifique, estamos hablando del aria más famosa de la historia de la ópera.

De histórico podemos calificar el debut en Bilbao del barítono de Mongolia Amartuvshin Enkhbat, posiblemente el mejor Rigoletto, vocalmente hablando, del panorama operístico internacional. Con una voz de una potencia descomunal que llega a todos los rincones del inmenso Auditorio Euskalduna, Enkhbat deleitó al público vasco en todas sus intervenciones canoras. Dotado con el don de la proyección, ofreció una exhibición de canto legato en ‘Cortigiani, vil razza dannata’, muy aplaudida por los asistentes. Inconmensurable en el registro grave, su voz posee un color tremendamente atractivo y una limpieza jamás antes vista. 

Esto, sumado a su gran seguridad en el agudo, propiciaron uno de los momentos más emocionantes de las últimas temporadas de la ABAO, con el dúo ‘Si, vendetta!’, junto a la soprano Puértolas, viéndose obligados a bisar ante las peticiones de un público enfervorizado —como nunca antes había visto— y los aplausos del propio Daniel Oren. Desde estas páginas, me resultó incomprensible que después de tal gesta, la pareja no saliera a saludar ya que el teatro se venía literalmente abajo.

Con un público entregado se llegó al acto final donde el cantante de Mongolia estuvo sublime, ofreciendo un recital de muchos quilates con una voz impactante que quedará para la historia. 

Tras muchas décadas de espera, por fin Leo Nucci y Renato Bruson ya tienen sucesor. Esperemos que, con los años y las tablas sobre el escenario, este magnífico cantante pueda seguir puliendo los aspectos más oscuros e internos a nivel interpretativo, de este complicado personaje verdiano.

Y la gente salió tremendamente satisfecha, y sobre todo emocionada, por una voz que nos conquistó de principio a fin y que logró el milagro de que hasta los responsables de la polémica producción salieran ovacionados.

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