Svadba en el Teatro de las Artes

El ensamble vocal Túumben Paax estrenó Svadba en México

Agosto 27, 2023. Una boda no solo es un ritual que enlaza las vidas individuales de los contrayentes en una pareja con un destino más o menos común. Implica, sobre todo, significativos cambios interiores y en el entorno de los prometidos. 

Diversas culturas, a través de las épocas, han configurado múltiples enfoques y características a esta celebración matrimonial, dotando de innumerables significados e implicaciones a la unión. Pero, en todo caso, se trata de una de las fiestas más relevantes dentro de una sociedad.

En esa vertiente, resultó de gran atractivo el par de presentaciones de la ópera Svadba (La boda) de la compositora serbio-canadiense Ana Sokolović que el sexteto vocal Túumben Paax interpretó los pasados 26 y 27 de agosto en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart), luego de un par de funciones presentadas los días 10 y 11 del mismo mes, pero en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en lo que representó su estreno en México. La producción de este título ha sido posible gracias a los apoyos de México en Escena y Efiartes.

Esta ópera estrenada, originalmente en 2011, en Toronto, Canadá, ha tenido ya un importante recorrido por numerosos festivales europeos, como el de Aix-en-Provence o el de Ljubljana en Eslovenia, mismo que ha abonado para consolidarla de a poco en un sitio cada vez más relevante en el repertorio lírico del siglo XXI.

En Svadba, una ópera escrita en serbio y compuesta para seis voces a cappella (y alguna percusión ocasional), Sokolović logra crear una experiencia músico-vocal inmersiva que se nutre del rito, en la que el público asiste a la noche previa a la boda de la joven Milica, quien en una fiesta de chicas departirá con sus amigas Danica, Lena, Zora, Nada y Ljubica. En esta suerte de despedida de soltera, la compositora —a la que igual corresponde la autoría del texto— sintetiza cuentos y mitos populares balcánicos, además de basar la música en el folclor sonoro de aquella región no solo geográfica, sino cultural.

Tras lo que inicia como una velada de aparente charla previa al enlace matrimonial de una chica de ese grupo que se ha reunido, el curso de la noche deparará la invocación de rituales paganos, juegos, baile, sesión de consejos, borrachera, peleas, incluso un baño, vestido y peinado de la protagonista, que simbolizan la despedida de la soltería y, de cierto modo, esa vida o relación con las amigas. La escena alcanza un grado notable de sensorial intimidad, al tiempo que se entreteje una telaraña vocal en la que la compositora despliega un rico arsenal de recursos expresivos como el uso de la voz en registros extremos, matices, nasalidades, susurros, onomatopeyas y un ensamblaje rítmico incesante, lo que crea una amplísima paleta de colores y texturas líricas.

La interpretación de Túumben Páax, como conjunto en una obra que en rigor no tiene mayor o menor protagonismo de sus personajes, sino justo el reto del ensamblaje del sexteto (como si Svadba hubiese sido compuesta especialmente para su repertorio), consiguió sonoridades articuladas, melódicas y, en varios momentos, virtuosas.

La solvencia técnica de las sopranos Lucía Olmos (Milica, directora general y productora), Lorena Barranco (Danica) y Carmen Contreras (Lena); así como de las mezzosopranos Itzel Servín (Ljubica), Julieta Beas (Nada) y Mitzy Chávez (Zora), brindaron una función que rinde justicia a los desafíos de la partitura y, mejor aún, esa capacidad musical se tradujo en deleite, expresividad y exquisitez femenina, que delineó con puntualidad la dirección musical de Rodrigo Cadet. 

A redondear la factura de estas funciones contribuyó la dirección escénica de María Inés Pintado, cálida en las interacciones de los personajes y con interesante equilibrio entre el apego a la naturaleza (sus elementos) y a la cultura (los rituales). 

La propuesta de escenografía e iluminación de Carolina Jiménez lució y no por opulencia, sino por su capacidad para sugerir y transportar. Un rombo en el piso que adquiere texturas de intemperie o de interiores y una cortina transparente que se eleva (y refleja colores ambientales sobre las acciones), enmarcó a los personajes (con vestuario: en esencia camisones, batas y pijamas, de Josefina Echevarría) y esa despedida de una etapa vital, de una amiga, de la individualidad con la que se nace y se relaciona con el entorno. La novia no tardará en cambiar a la piel de esposa, de sintonizar una nueva vida.

Ver Entrevista con Lucía Olmos, directora de Túumben Paax en Pro Ópera.

Compartir: