The Consul en Buenos Aires
Mayo 3, 2022. Teatro Colón de Buenos Aires. Si bien el contexto de creación de The Consul (El Cónsul) de Gian Carlo Menotti es muy diferente al actual —plena guerra fría—, el contenido de denuncia de autoritarismos de toda laya y de la eterna burocracia sumado a la falta de empatía con las urgencias humanas que se pierden de vista desde el poder es plenamente actual. La pandemia mundial, los gobiernos dictatoriales que se disfrazan de democracia y, por último, la guerra desatada por Rusia y su injustificable invasión a Ucrania reactualizan el tema de la obra y lo hacen cercano.
Menotti nos sigue conmoviendo con su música y con sus palabras y por eso su lugar como uno de los pocos compositores de óperas de los últimos 70 años —quizás el único— que gozan de verdadera popularidad, fuera de capillas o cenáculos para iniciados, sino en el público real y concreto de los teatros líricos. La versión a todas luces de excelencia, donde cada elemento estuvo en su lugar, fue la contracara de la rutinaria Bohème que inició la temporada 2022.
Sin grandilocuencias innecesarias y sin recurrir a elementos distractores, Rubén Szuchmacher planteó una puesta en escena natural, coherente y de perfecta teatralidad que reflejó adecuadamente la opresión y la zozobra vivida por los personajes frente el abuso de poder y la burocracia. La monumental escenografía de Jorge Ferrari plantea los dos escenarios previstos por el autor: la casa de los Sorel y la sala de espera del Consulado. Abundan los colores grises, con algo de blanco y de negro. La estructura permite ver la calle donde merodean los agentes secretos y el sótano donde se esconde John Sorel. El vestuario del mismo Ferrari también acude a los grises: solo hay un poco de color en el personaje de Vera Boronel, que parece pertenecer a otra clase social y que es, en definitiva, la única que consigue la ansiada visa. Gonzalo Córdoba acierta con la iluminación y el cambio de colores para las escenas de sueños son perfectos. Marina Svartzman diseñó adecuados movimientos coreográficos para los solistas.
El maestro Justin Brown en la dirección musical efectuó un esmerado trabajo de concertación, con muy buena respuesta de la Orquesta Estable. Quizás en algunos momentos el volumen orquestal tapó un poco a los cantantes pero ello no va en desmedro de una muy buena versión musical.
Triunfadora absoluta de la velada fue Carla Filipcic Holm, quien compuso a Magda Sorel con extraordinaria gama de matices, perfección vocal y credibilidad actoral. Fue ovacionada por el público en el gran momento ‘Papers! Papers!’. Con la frialdad actoral absoluta que requiere el rol, Adriana Mastrángelo fue una Secretaria del Consulado vocalmente ajustada y precisa a lo que se sumó su natural elegancia.
En el rol de John Sorel, Leonardo Neiva, así como Héctor Guerdes en el del Agente de la Policía Secreta cumplieron a la perfección con las exigencias de estos breves pero sustanciales personajes. Virginia Correa Dupuy compuso a la Madre de John con convicción escénica y veteranía vocal. Pablo Urban (Nika Magadoff), Rocío Arbizu (Vera Boronel), Alejandro Spies (Mr. Kofner), Marisu Pavón (Mujer Extranjera) y Marina Silva (Anna Gómez) dieron realce a sus partes. Mientras que en el breve rol de Assan, Sebastián Sorarrain dio muestra, nuevamente, de su valía.