The (R)evolution of Steve Jobs en San Francisco
Septiembre 22, 2023. Se presentó finalmente en el escenario de la Ópera de San Francisco la novedosa ópera The (R)evolution of Steve Jobs, un ambicioso proyecto comisionado por los teatros de Santa Fe, Seattle y San Francisco.
La ópera tuvo su estreno absoluto en el verano de 2017 en el teatro Crosby, al aire libre, ubicado 11 kilómetros al norte de Santa Fe, en el predio de un rancho. Ha sido la presentación más exitosa de una ópera moderna en la historia de esa compañía, además de que la grabación discográfica que se realizó y que fue editada en mayo del 2018 por el sello Pentatone, obtuvo varias nominaciones y el premio Grammy Award como la mejor composición contemporánea.
Su puesta en escena en San Francisco era muy esperada desde 2020, pero tuvo que ser pospuesta por la inesperada cancelación de esa temporada a causa de la pandemia de Covid-19. Desde su estreno, la ópera ha recorrido diversos teatros estadounidenses, incluidos el teatro de Seattle en 2019, el teatro canadiense de Calgary en febrero de 2023 y la Ópera de Utah, donde se realizaron funciones recientes en mayo de 2023.
La obra es la primera creación operística del compositor estadounidense Mason Bates, residente de esta región californiana, cuyo amplio catálogo de música sinfónica ha sido interpretada por diversas orquestas importantes como las de Chicago, San Francisco y Dallas, entre otras. Por su profesión paralela como DJ de música electrónica, Bates ha tenido como enfoque principal crear una intersección de la música sinfónica con la tecnología.
Para esta ópera, Bates colaboró con el experimentado Mark Campbell, destacado y premiado libretista, quien ha escrito los libretos de al menos cuarenta óperas y siete musicales. Debido al interés de Bates por la tecnología, la concepción ideal fue inspirarse en la vida de Steve Jobs, el empresario nativo de San Francisco fundador de Apple Computer, quien revolucionó el mundo de la tecnología con la creación de su conocida marca, como también el de la industria musical con la invención del iPod y de la mayor tienda musical en línea iTunes, y la telefonía móvil, con la creación del iPhone, lo que para Bates representaba perfectamente esa intersección entre la creatividad, la tecnología, la música y la comunicación humana, que solo la ópera podía transmitir.
En la página web de la Ópera de San Francisco, así como en el programa de mano y en la pantalla donde se proyecta el supertitulaje, se aclara que: «La (R)evolución de Steve Jobs está inspirada en la vida y el espíritu creativo de Steve Jobs y no pretende representar eventos reales tal como ocurrieron ni declaraciones, creencias u opiniones de las personas representadas. No ha sido autorizado ni respaldado por Apple Inc., el patrimonio o la familia de Steve Jobs, ni por ninguna de las personas representadas.»
De acuerdo al compositor, es una ópera electro-acústica de un acto, de noventa minutos de duración, estructurada con un prólogo y un epílogo y 18 escenas en las que hay secuencia no lineal de recuerdos y situaciones ocurridas al protagonista de la ópera desde que era niño, descubriendo sus habilidades creativas en el garaje de su casa ubicada en Los Altos, California, un suburbio al sur de San Francisco, a un costado de las ciudades de Cupertino, Palo Alto (donde está situada la Universidad de Stanford) y Silicon Valley, donde transcurrió su vida académica, profesional y creativa.
En cada escena de la ópera, el personaje de Steve Jobs se enfrenta a “el hombre detrás de la maquina”, como indica Bates, en cuanto a temas universales como el amor, la traición, la frustración, la obsesión, la arrogancia, su espíritu creativo, e incluso su espiritualidad y su enfrentamiento con la enfermedad y su propia muerte.
Sobre el escenario se vio la misma impresionante producción de la ópera utilizada en Santa Fe, con diseño de Victoria (Vital) Tzykum, iluminación de Paul Carey, vestuarios de Paul Carey y diseño de proyecciones de la empresa 59 Productions. Las sencillas y dinámicas escenografías, que en realidad consistían en tres paneles o muros movibles, en realidad eran pantallas donde se transmitían proyecciones de elementos relacionados con la ciencia, la empresa de Jobs, e incluso con pantallas de teléfonos iPhone, que se reacomodaban en cada cambio de escena creando ambientes nuevos y donde se agregaban algunos elementos de utilería como sillas, escritorios o en ocasiones nada, haciendo que la obra se desarrollara con fluidez y continuidad.
El encargado de la dirección escénica fue de nueva cuenta Kevin Newbury, quien trabajó detalladamente en los movimientos y el rápido reacomodo de los cantantes y el coro, entre los cambios de escena y el espacio que se le permitía, en especial el minucioso trabajo con los personajes principales, sobre todo con el de Steve Jobs, que aparece en prácticamente todas las escenas de la obra, y debe adoptar diferentes estados de ánimo y expresiones en la corta duración de cada escena. Newbury contribuyó a un espectáculo radiante, luminoso y esplendoroso a la vista del público.
La música de Bates ofrece un indudable sonido moderno, asequible e inteligible, armonioso, interesante y grato, con una orquestación que —además de la orquesta del teatro, de 65 músicos— incorporó algunos instrumentos poco habituales en la ópera como la guitarra acústica, percusiones como la marimba y siete timbales, además de que el propio Bates se situó entre los músicos de la orquesta durante la función, con dos computadoras MacBook Pro, con los que creaba su música electrónica (estos “instrumentos” contaron con amplificación), logrando que del foso surgiera una lúcida orquestación, que creó una mezcla de sensaciones mágicas, tecnológicas, sonoras, incluso por momentos como si se tratara de la banda sonora de una película.
Al frente de la orquesta estuvo el maestro Michael Christie, quien también dirigió el estreno mundial. No se puede olvidar la activa participación del coro de la Ópera de San Francisco, en un trabajo pleno de profesionalismo y conjunción, bajo la guía de su titular, John Keene.
Del elenco, debo destacar la presencia del barítono John Moore que, aunque no fue quien creó el papel de de Steve Jobs, se ha adueñado del personaje que ha cantado en la mayoría de funciones realizadas en otros teatros. Lo suyo fue un verdadero tour de force vocal y escénico, para un papel muy activo en escena durante toda la obra, recreando muy bien físicamente a Steve Jobs (vistiendo su tradicional camisa de cuello de tortuga negro, sus jeans e inconfundibles lentes), al que dotó de intensidad, ímpetu y energía, incluso mostrando algunos toques de humanidad cuando el personaje reconoce que, a pesar de su talento creativo, es un mortal más. Cantó dándole sentido a cada frase que emitió, con claridad, buena dicción y grato color baritonal.
La mezzosoprano Sasha Cooke, quien recreó el papel de Laurene Powell Jobs, estuvo sobresaliente, y lo hizo con elegancia, garbo y soltura. Prestó su brillante y suntuosa voz al personaje que posee los momentos más liricos, y lo hizo con sentimiento, nitidez y profundidad. Por su parte, el bajo chino Win Hu cantó con autoridad y actuó muy bien al personaje de Kōbun Chino Otogawa el sacerdote zen consejero espiritual de Jobs. (Cooke y Hu son los únicos cantantes del elenco que estuvieron en el estreno de la obra en Santa Fe).
Se debe destacar también la caracterización de Steve Wozniak, el cofundador de Apple, personificado por el tenor Bille Bruley con grato timbre y jovialidad, así como a la soprano Olivia Smith como Chrisann Brennan, primera pareja de Jobs, por su expresividad vocal y franqueza actoral, y del barítono Joseph Lattanzi en el papel de Paul Jobs, padre de Steve. El resto del extenso elenco de cantantes, a pesar de interpretar papeles menores o breves, complementaron un espectáculo muy completo.
The (R)evolution of Steve Jobs es una de tres óperas contemporáneas que tiene agendadas la Ópera de San Francisco en la presente temporada, la edición 101 de su historia. Los otros títulos son Omar, con libreto y música de Rhiannon Giddens, basado en la biografía de Omar Idn Said, un musulmán que vivió esclavizado en Charleston, South Carolina en el siglo XIX, así como Intelligence, la última ópera de la compositora finlandesa Kaija Saariaho.
Las obras contemporáneas —como esta sobre Steve Jobs, que tiene una evidente cercanía con el público que colmó las butacas del teatro y reaccionó con mucho entusiasmo y aceptación— parecen estar creando un parteaguas para los teatros, ya que el público parece más interesado en ver y escuchar obras nuevas que las del repertorio tradicional, que ya no llenan los teatros internacionales.