?? Turandot en Toronto

[cmsmasters_row data_color=»default» data_bot_style=»default» data_top_style=»default» data_padding_right=»5″ data_padding_left=»5″ data_width=»fullwidth»][cmsmasters_column data_width=»1/1″][cmsmasters_text]

Tamara Wilson como Turandot en Toronto © Michael Cooper

Octubre 19, 2019. El afamado director norteamericano Robert Wilson tuvo su debut a lo grande en la Canadian Opera presentando una producción escénica deslumbrante de la ópera Turandot de Puccini. De escenografía minimalista, vestuario nada exagerado de estereotipo chino, con enormes efectos visuales y una dirección de intérpretes siempre en línea con su personalísimo universo estético —riguroso estatismo, movimientos lentos y una gestualidad muy particular—, Wilson concibió un delicado y atrapante concepto escénico de enorme impacto visual que se robó la vedette del espectáculo y que lo convirtió en el gran triunfador de la reposición.

El elenco de cantantes no se quedó atrás, ofreciendo excelentes interpretaciones del primero al último. Como la gélida princesa Turandot, Tamara Wilson brilló a más no poder, exhibiendo una voz de inagotable potencia, de agudo fácil y efectivo, una seguridad impresionante y una gran intensidad interpretativa. Tanto su aria de entrada ‘In questa reggia’ como la escena de los enigmas provocaron delirio, tanto por su torrencial volumen como por su cantidad de matices y por la fuerza expresiva con la que supo construir cada frase de su canto. 

Asimismo, una muy grata sorpresa resultó Sergey Skorokhodov, Calaf de bonita voz, amplia y pareja que condujo con elegancia y musicalidad. Su “Nessun dorma…” fraseado con heroísmo y convicción lo hicieron merecidamente acreedor a una parte de las interminables ovaciones finales con las que el público dispensó a cada uno de los intérpretes. Con una voz lírica de toques dramáticos, Joyce El-Khoury derrochó talento y un canto de gran emotividad caracterizando a la esclava Liù. David Legh mostró gran generosidad vocal y gran autoridad escénica como el destronado rey tártaro Timur.

De los ministros imperiales, sobresalió con luz propia Adrian Timpau, quien puso al servicio de la parte de Ping una voz potente, bien colorida y de exquisito canto legato. Tanto Pang (Julius Ahn) como Pong (Joseph Hu) descollaron en lo escénico, en lo vocal mostraron corrección y no mucho más. El emperador Altoum de Adrian Thompson cumplió a la perfección con los requerimientos de una parte que no reviste mayor atención. Completó el elenco el muy bien plantado y sólido en lo vocal Mandarín del prometedor Joel Allison. 

Al coro de la casa se le oyó en un estado vocal superlativo y muy comprometido con las nada sencillas exigencias de la puesta en escena de Wilson. Al frente de la dirección musical, Carlo Rizzo hizo una inspiradísima lectura de pulso vigoroso, vibrante y plena de detalles orquestales y particularmente atenta a coordinar y sostener del mejor modo la labor tanto de los cantantes como de los músicos.

[/cmsmasters_text][/cmsmasters_column][/cmsmasters_row]

Compartir: