Veneno es de amor la envidia

Escena de la zarzuela barroca Veneno es de amor la envidia, en Madrid

Marzo 2, 2024. Dentro del ciclo de grandes autores e intérpretes de música, un rotundo éxito se apuntó el Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid, rescatando del olvido y proponiendo la exhumación, tres siglos después de su estreno, de Veneno es de amor la envidia (1705-06), zarzuela barroca con música del polifacético compositor Sebastián Durón (1660-1716) y libreto original del dramaturgo Antonio de Zamora (1660-1727), en impecable versión de la agrupación Exordium Musicae, a partir de la cuidadosa reconstrucción llevada a cabo por el musicólogo y catedrático Raúl Angulo. 

Obra maestra y fiel exponente del teatro musical español en la corte de los últimos Austrias, su trama, inspirada del poema Las metamorfosis del poeta romano Ovidio, combina mitología e historia entrelazando dos historias protagonizadas por los mismos personajes: por un lado, los amores de Escila y Glauco, separados por la malvada maga y semidiosa Circe; y por otro, las vicisitudes del noble Anteo, quien, en la búsqueda de su amada, la que termina confundiendo con Escila debido a los engaños de la hechicera Circe. 

En lo estrictamente teatral, la propuesta del grupo Exordium Musicae buscó presentar un espectáculo similar a como pudo haber sido ofrecido en su época, a principios del siglo XVIII. En esta línea, el director de escena Federico Figueroa hizo una labor de alto vuelo, sacando muy buen partido de las posibilidades que le brindó el escenario de la sala de cámara, al mismo tiempo que supo extraer, a través de sus minuciosas marcaciones actorales y su cuidada gestualidad, el máximo de las posibilidades expresivas de los intérpretes y echando además luz sobre el enrevesado libreto de Zamora. 

Muy meritorio desempeño de Antonio Bartolo, quien vistió de lujo y color la escena con su bellísimo vestuario y su muy estudiado tratamiento lumínico. Al frente de los músicos del grupo y desde el clave, el talentoso David Santacecilia resultó un director musical de lujo quien, en una noche particularmente inspirada, brindó una lectura precisa, de gran rigor historicista, de ritmos contrastantes y rica en variedad de colores, que además sostuvo la labor de los cantantes y expuso toda la riqueza musical de la partitura de Durón. 

Los solistas vocales asumieron sus roles con impecable desempeño. Como la envidiosa maga Circe, la mezzosoprano Lola Casariego ofreció un canto de buena hechura vocal, expresivo y entregado. Por su parte, la mezzosoprano Ingartze Astuy lució una voz dúctil, matizada y noble que dispensó con sólida técnica componiendo a una ninfa Escila de infinito buen gusto. Correcta, sin más resultó la doble composición del tenor Francisco Pardo como Apolo y Foreo. Como el mitológico Glauco, personaje a quien Antonio de Zamora solo le impuso la palabra hablada como medio de expresión, el actor Pablo James mostró carisma, atención al detalle y sobrados recursos histriónicos en cada una sus intervenciones. 

En los roles secundarios, la dupla conformada por la soprano Natalia Pérez (Florilla) y el tenor Juan Blázquez (Tritón) supo aprovechar la comicidad de sus personajes para arrancarle sonrisas al público. Completaron el elenco vocal defendiendo con suficiencia sus partes, la mezzosoprano Ana Molina (Anteo, Ninfa) y la soprano Pilar Tejero (Ninfa). Numerosos llamados a escena y el entusiasmo del público premiaron un espectáculo de altísima calidad. ¡Larga vida al CSIPM y a su labor de recuperación que permitió el disfrute de una velada inolvidable!

Compartir: