El legado de John Bills: Las voces de San Miguel
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“Los cantantes mexicanos poseen una rica cualidad ‘latina’ y la pasión para interpretar ópera de una manera natural y sin inhibiciones. Son cualidades que, para mí, hacen que los cantantes mexicanos sean únicos en el mundo.”
John Louis Bills nació en Dunkirk, al norte del estado de Nueva York, en la costa del lago Erie, el 14 de noviembre de 1948 y creció en el poblado de Canandaigua, donde estudió en la academia local. Desde niño se inclinó por las artes y la música, y en el bachillerato decidió estudiar la carrera de canto. En 2011, fue honrado como “Graduado distinguido” en el nuevo Teatro de las Artes de aquella ciudad.
Se matriculó en una de las principales escuelas de música de Estados Unidos, la Jacobs School of Music de la Indiana University en Bloomington, donde estudió bajo la guía del profesor Charles Kullman (1903-1983), un tenor lírico que hizo carrera en Europa y Estados Unidos (debutando en el Metropolitan Opera en 1935).
Durante su formación académica, por tres temporadas John participó en los talleres de verano del programa para jóvenes artistas de la Ópera de Chautauqua, enfocado a entrenar a los cantantes más talentosos que planean seguir una carrera operística.
Al graduarse, John se enteró de que habría una audición para contratar a nuevos miembros del Coro del Metropolitan Opera y se inscribió. Hizo audición junto con otros 400 jóvenes cantantes. Pero ese año solo fue elegido uno: John Bills.
El Met
“Tengo muchos recuerdos de mis tiempos en el Met: primero, y antes que nada, el privilegio de haber trabajado con David Stivender, que fue la influencia más importante en mi vida musical, y cuyos estándares, dedicación y ética de trabajo me retaron como músico y guiaron mi comprensión de lo que la excelencia musical podía y debía ser.”
Stivender era director del Coro del Met desde 1973. Como tal, su responsabilidad era preparar al coro para la producción de unas dos docenas de óperas cada temporada. A partir de 1978, Stivender también fue uno de los directores de orquesta del Met especializados en el repertorio verdiano y verista. Desde el podio llegó a dirigir las producciones del Met de Il trovatore, Aida, Rigoletto, Don Carlo, Cavalleria rusticana y Pagliacci. Murió en 1990.
Lo que más le gustaba a John Bills de su trabajo eran los intensos ensayos musicales del coro, sin la distracción de la puesta en escena y los vestuarios. Pero los momentos más memorables de su carrera fueron cuando “compartí escena con los grandes cantantes de mi generación. Especialmente extraño el talento artístico y el alma de Tatiana Troyanos, el sonido voluptuoso de Leontyne Price, la asombrosa técnica de Joan Sutherland y la intensidad abrasadora de Jon Vickers.
“Fue motivo de orgullo para mí aparecer como solista en los videos de Il trovatore con Luciano Pavarotti, Francesca de Rimini con Renata Scotto, y como solista en la grabación en CD del Met de Luisa Miller con Plácido Domingo. Estoy especialmente orgulloso de haber sido invitado a cantar el rol de Parpignol en una función de gala de La bohème con Mirella Freni y Luciano Pavarotti.
“Las óperas que más me gustaba cantar —recuerda John— eran aquellas que me presentaban retos tanto musicales como vocales: Tannhäuser, Lohengrin, Peter Grimes, Les troyens y el Réquiem de Verdi. Nunca me cansé de cantar las grandes óperas de Verdi, particularmente Otello y Aida. El año que hicimos una gira nacional con el Réquiem —y el efecto acumulado de cantar esa música increíble ocho veces en ocho semanas— es algo que nunca olvidaré.”
Como parte del coro, John cantó más de 5,000 funciones a lo largo de 26 temporadas consecutivas. Pero siempre dice que “la década que fui director artístico de la Ópera de San Miguel fue mi mayor pasión y alegría, por las oportunidades que hemos proporcionado al abrir las puertas de algunos de los escenarios de ópera más importantes del mundo a la belleza, color y pasión de las voces mexicanas que tanto me cautivan.”
San Miguel
A partir de 2007, John y su esposa Shari empezaron a pasar los meses de invierno en San Miguel de Allende, México. Ahí, un grupo de expatriados interesados en promover el arte operístico estableció la Ópera de San Miguel (OSM) como una asociación civil que a partir de 2008 organiza un concurso anual de canto para jóvenes talentos mexicanos. John fue nombrado director artístico a partir de 2011.
Su objetivo ha sido siempre descubrir a los jóvenes cantantes de ópera más talentosos de México y nutrir su desarrollo profesional. Pero la finalidad de la OSM no es el concurso en sí, sino descubrir y promover —a través de becas y oportunidades de trabajo— a los cantantes con mayor potencial para hacer una carrera profesional.
“Cuando me invitaron a asumir el cargo de director artístico —dice John— vi que era necesario hacer más eficiente la organización y comenzar con un nuevo programa de recaudación de fondos que lograra que la OSM se convirtiera en una entidad sustentable a futuro. Para empezar, nuestro concurso está financiado totalmente con recursos privados; más del 90% corresponde a donaciones individuales, y el resto procede de negocios locales de San Miguel.
“Si bien es cierto que la mayor parte de nuestro apoyo procede de la comunidad expatriada de San Miguel, el presidente de Ópera de San Miguel es Álvaro Nieto, empresario mexicano y, para más señas, sanmiguelense. Una tercera parte de los miembros de nuestro consejo directivo está formada por ciudadanos mexicanos. Y en ese sentido tengo que reconocer el trabajo de nuestro gerente Alberto Pacheco, quien vigila la operación de la OSM día a día, y el de nuestro talentoso director musical y pianista, Mario Alberto Hernández.
“Tenemos una organización que se llama los Ángeles de la Ópera, que es nuestro principal brazo recaudador. Mi esposa Shari Alexander es la directora de la organización y su trabajo es buscar patrocinadores para la OSM. El primer año empezamos con menos de diez patrocinadores privados. Ahora tenemos cerca de cien, gracias a que han visto los resultados.”
El concurso
Con la experiencia de 12 Concursos a cuestas, cada año se han añadido más premios en efectivo, más cuantiosos, así como varios premios en especie: becas para educación continua, participación en otros concursos internacionales, talleres de verano, programas para jóvenes artistas, posgrados académicos y, sobre todo, oportunidades de cantar para los ganadores.
“Tal vez la más grande diferencia que tenemos con otras competencias es que no les damos a los ganadores únicamente un cheque, sino que requerimos que ellos nos presenten una propuesta sobre cómo piensan utilizar el dinero de su premio. Esos proyectos deben estar relacionados claramente con el desarrollo de su carrera. Nuestra forma de verlo es que estamos invirtiendo en sus carreras y también tenemos una responsabilidad fiduciaria de invertir inteligentemente los recursos de nuestros donadores.
“Algo hemos de estar haciendo bien, porque en estos años hemos pasado de ser un pequeño concurso local a uno de reconocimiento nacional y, ahora, con incursiones internacionales. Hay tantas variables e intangibles que entran en juego en la carrera de un cantante de ópera que nunca puedes dejar de lado el más arbitrario de ellos: la suerte; el estar en el lugar apropiado en el momento adecuado.
“La primera vez que canté para el Met participé en una audición abierta con más de 400 cantantes procedentes de todos los rincones de Estados Unidos. Después me enteré que de que solo había una vacante, y que yo había sido el elegido. ¿Podría decir que me escogieron porque yo era ‘el mejor’, en un sentido empírico, objetivo? Claro que no. Yo reunía una combinación de características, habilidades y presentación, y yo estaba ahí en el momento particular en que el Coro del Met estaba buscando esas cualidades. Más allá de eso, yo estaba listo, en cuanto a entrenamiento y habilidades musicales e interpretativas. Pero nunca se me ha olvidado que también tuve mucha suerte.
“La Ópera de San Miguel es una red de oportunidades. Alguien dijo alguna vez, y creo que es un gran dicho: ‘¿Qué es la suerte? La suerte es la convergencia de la preparación y la oportunidad. Si no estás listo cuando la oportunidad se presenta, no puedes tener suerte. Van juntas’. Eso —brindar oportunidades— es lo que creo que estamos haciendo por nuestros cantantes.”
John Bills, el Director Artístico de la Ópera de San Miguel, falleció el 3 de octubre de 2020 en Boston, Massachussetts.
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