
Bruno de Sá: “Soy soprano y tengo que cantar el repertorio de soprano, con eso basta”

Bruno de Sá: “He hecho pocas presentaciones al aire libre, pero ninguna de esta escala” © Clemens Manes
En la víspera del Concierto de París 2025, año en que celebrará su duodécima edición al pie de la Torre Eiffel, con el Río Sena como testigo, el sopranista brasileño Bruno de Sá (Santo André, 1989) emerge como la voz estelar de una noche musical que conmemorará por lo grande la Toma de la Bastilla. Con Brasil como país invitado, el evento —que podrá ser visto en directo y en exclusiva por Film&Arts este lunes 14 de julio a la 1:15 pm*— promete ser un mosaico sonoro que celebre la riqueza cultural brasileña.
Además de contar con la presencia de Bruno de Sá, cuyo espectacular y conmovedor registro agudo le permite cantar roles conferidos usualmente a voces femeninas, el concierto reunirá un elenco lírico de primer orden: la soprano francesa Julie Fuchs, la soprano rusa Aida Garifúllina, la mezzosoprano letona Elīna Garanča y el tenor francés Benjamin Bernheim, quienes serán acompañados por la Orchestre National de France y el Choeur de Radio France, bajo la batuta del concertador rumano Cristian Măcelaru.
El programa incluirá Bachianas Brasileiras nº 5 del compositor carioca Heitor Villa-Lobos, fragmentos de la ópera contemporánea Amor Azul de Gilberto Gil y Aldo Brizzi —estrenada en París, en 2022, con influencias musicales brasileñas— y Le bœuf sur le toit Op. 58 de Darius Milhaud, fantasía inspirada en una antigua canción popular brasileña, además de otras sorpresas musicales.
Bruno de Sá, cuya natural voz de soprano desafía convenciones, dialoga a través de la pantalla para los lectores de Pro Ópera desde Berlín, Alemania, con una sonrisa amistosa que trasluce pasión, fragilidad y una sinceridad rara en una estrella. Sus gestos expresivos, su cadena cubana y sus ojos inquietos que buscan las palabras precisas, revelan un artista consciente de su rol: abrir caminos para la diversidad en la ópera, enseñando al público a escuchar con oídos renovados.
Sueño parisino con bandera brasileña
“Es una responsabilidad enorme”, confiesa Bruno al inicio de la entrevista, con una emotividad nerviosa que duda y afirma al mismo tiempo. Se refiere a su participación en la festividad musical parisina del lunes 14 de julio. “Cuando era estudiante, veía los videos del Concierto de París y decía: ‘¡Guau, es un sueño cantar en ese sitio tan emblemático!’” En esta edición 2025 el sueño se hará realidad y, por supuesto, la ocasión es muy especial para él.
En la Ciudad Luz, Bruno pasó por múltiples situaciones. “La primera vez que me fui a Europa, fue a París. Hice audiciones y me fue horrendo.” Aquella experiencia quedó una década atrás. “Ahora estoy invitado a cantar. Es como para que te explote la cabeza, ¿no?”, pregunta con humor el sopranista, el soprano: ¿cómo definirlo, luego de aquilatar su timbre que incluso genera la impresión de poseer algo de lo delicado y virtuoso de los castrati, aquellos prodigios que siglos atrás interpretaron los roles femeninos en los teatros, cuando las mujeres lo tenían prohibido por orden papal de Sixto V? Claro que no puede comprobarse con exactitud cómo sonaban aquellos cantantes tan apreciados como —en algunos casos— monstruosos. Lo cierto es que Bruno no es un castrato, aunque aborda con plenitud su repertorio. Su registro vocal es agudo e inherente, incluso en su habla, algo que sin duda disfruta.
Las negociaciones para su participación en el Concierto de París comenzaron en 2021, tras el éxito de su álbum discográfico debut Roma travestita (Erato, obras de A. Scarlatti, Vinci, Vivaldi, R. Di Capua, Arena, Galuppi, Cocchi, Conforto, García Fajer, Piccini), pero el momento perfecto llegó con Brasil como invitado. “Representar no solo a mi país, sino a toda Latinoamérica en Europa, es como una certificación de que estás en el camino”, dice, con ojos soñadores que se alzan en busca de las palabras justas.
Su entusiasmo crece al hablar de Bachianas Brasileiras nº 5, pieza central de su programa, en portugués, idioma en el que por su repertorio habitual tiene pocas ocasiones de cantar. “Es una obra muy especial, que representa nuestra musicalidad, porque es una de las piezas más famosas, que la gente más conoce. El oído del público identifica que lo que escucha también es Brasil. Y claro: Por eso también la obra me representa muchísimo.”
En este punto, el entrevistado habla con satisfacción y orgullo no solo en las palabras, sino en el tono adoptado por su voz: “Como verán en el concierto, me estoy poniendo la camiseta; estaré vistiendo la bandera y eso me tiene muy entusiasmado”, asegura. Para reflejar la “enormidad” cultural de Brasil, imposible de mostrar por completo, en lugar de la versión original para ocho cellos, Bruno propuso un arreglo monumental de Bachianas Brasileiras nº 5 para la Orchestre National de France, realizado por una compositora brasileña.
Su vestuario, diseñado por un estilista emergente de su país, completará la representación. “No se puede abarcar todo el gigantismo de Brasil —explica—, pero con la música, el arreglo y el atuendo, queremos mostrar lo máximo posible musical y visualmente”.

“Soy el primer sopranista de esta generación, abriendo el camino para otros» © Clemens Manser
Terapia para lo titánico
Cantar ante 60, 80 o quizá 100 mil personas que se esperan en el Champ de Mars, más millones por televisión, es un reto sin precedentes para el sopranista. “He hecho pocas presentaciones al aire libre, pero ninguna de esta escala”, admite Bruno, cuya preparación combina técnica vocal y terapia emocional. “Hoy estuve dos horas hablando de dolores, de mira cómo estoy y cómo me siento”, confiesa, revelando una fragilidad que lo hace muy humano y no un divo.
La terapia consiste en conectar con la gente que lo quiere: su padre, su hermano, su cuñada, sus tíos, un amigo. “Todos ellos me dan soporte, porque a veces puedo decirte que tengo las ideas muy claras y soy muy fuerte, pero en la intimidad no es así.” Hay dudas, miedos, inseguridades.
Su ritual para superar esas emociones negativas, algo que le encanta hacer, consiste en visualizar el escenario, como cuando era pequeño y tenía que cantar en la iglesia: “Tenía doce o trece años y debía enfrentar un solo, pero estaba teniendo dificultades. La voz no estaba saliendo; era eso. Entonces me acuerdo de estar en la sala de mi casa, mirando hacia abajo y de pronto imaginé dónde estaría yo, dónde estaría el público y me dije: No debo tener miedo, solo fluir. ¡Y guau: la voz salió!”, recuerda.
En miras del Concierto de París, Bruno ahora hace casi lo mismo: “Cierro los ojos e imagino la Torre, el viento, el vestuario, como cuando era niño y cantaba en la iglesia”. La anécdota es evocada con una sonrisa nostálgica, que por otro lado refleja su proceso: imaginar para fluir.
Romper moldes
La voz de Bruno de Sá no es la de un contratenor. Su timbre no suena como un tenor o barítono que logra desarrollar notas agudas extremas a través de una técnica determinada. Su instrumento es de soprano; de timbre cristalino, además. Es virtuoso en la medida de que su voz comunica con fuerza y calidez, su canto tiene ímpetu, conmueve con sensibilidad y autoridad técnica. Enseña a crear juicios auditivos nuevos, como pionero, acaso, de tradiciones renovadas que han comenzado.
Sobre cómo descubrió sus características vocales y, ante todo, aceptó su tesitura, así como los retos que ello implicaba en un mundo lírico en parte alimentado de convencionalismos y conservadurismo, Bruno cuenta que todo “parte de saber quién eres de verdad. No es que yo hubiera querido ser El Sopranista, pero mi voz funcionaba bien así. Cuando recibí el sello, estaba muy claro”.
Frente a quienes cuestionan su identidad vocal, su respuesta es aún más contundente: “Soy soprano y tengo que cantar el repertorio de soprano, con eso basta”. Luego, con una sonrisa didáctica, Bruno propone un ejemplo esclarecedor: “Tú, que eres mexicano, supón que alguien te dice que no existe el ser mexicano, que eres francés y tienes que actuar como tal. Pero tú no lo haces porque sabes que no eres francés. Así, yo sé claramente lo que soy”.
La analogía es sencilla, transparente y permite al cantante enfatizar: “No me siento lo que muchos deciden escuchar. El asunto es sobre cómo te sientes tú con ello. La gente puede decir lo que sea, pero tú vas a luchar hasta lo último para mostrar que no eres eso que dicen. Yo soy esto otro y punto. Cuando hay quien se pone a decir no, pero eso no existe; o no, eso no es así, la realidad es que no lo dicen sobre algo que yo esté creando. Lo dicen, simplemente, de lo que es.»

De Sá cantará las Bachianas Brasilerias no. 5: «No hay un hombre que sea capaz de cantar eso. Yo soy el primero que lo hará» © Clemens Manser © Clemens Manser
Abrir caminos en un arte conservador
El mundo de la ópera, con sus tradiciones rígidas, no siempre recibe bien la ruptura de moldes. “Hay homofobia, machismo, tradiciones que no quieren cambiar”, lamenta Bruno. Su lucha no es por cambiar el mundo, sino por abrir espacios. “No quiero cambiar todo, solo las cosas que puedo hacer.”
El entrevistado conoce el sitio en el que se encuentra, acaso, en la historia contemporánea del canto. “Soy el primer sopranista de esta generación, abriendo el camino para otros, como Samuel Mariño o Dennis Orellana —dice—. Estamos en una misma época, juntos, pero yo tengo 34 años de edad. Ellos son un poco más jóvenes y curiosamente también latinoamericanos”, acota risueño al lanzar una hipótesis: “Quizá se debe al agua de América Latina, que es capaz de cambiarlo todo”.
Después de silencio seguido por una carcajada espontánea, aclara que es un chiste. Su papel pionero como sopranista, forjado en la Universidade Federal de São Carlos y la Universidade de São Paulo, antes de consolidarse en Europa, no lo es.
Un repertorio en evolución
Cuando responde cuáles son los retos principales de una carrera de sopranista, con un repertorio por mucho tiempo en desuso y una voz que replantea tradiciones, al mismo tiempo que evoluciona ella misma, Bruno apunta que en general ahí se llega a un punto de interrogación en todos los cantantes: “Firmas contratos hoy día para de aquí a cinco años, sin saber cómo estará tu voz para entonces. Yo no tengo certeza sobre qué voy a hacer o para dónde irá mi voz. Puedes tener una idea o pensar en un camino, pero eso puede cambiar. Tengo amigos sopranos o tenores que pasan por lo mismo”, reconoce.
Al margen de la incertidumbre propia del futuro, De Sá confiesa que, en todo caso, su disciplina es obsesiva: “Soy un loco por la técnica vocal. Me gusta ‘pesquisar’ mi voz y mi cuerpo y solo acepto cantar lo que sé que puede salirme bien. Además, tienes que contar con gente que te oriente y también con gente que te proteja. Porque tú puedes cometer errores y está bien: no pasa nada. A veces los cometemos. Pero no debemos repetirlos”.
Respecto de los retos particulares de su carrera, el cantante especifica: “Creo que, por un lado, muestro algo que la gente esperaba; y, por otro, algo que el público no sabía que se podía hacer. Canto muchos autores barrocos, sí. Pero también Mozart, Bellini, Wagner, y esto, y esto, y esto… Y no porque quiera demostrar a la gente que puedo hacerlo. No, no es por eso. Es porque me conecto con esos autores y repertorios. Y, como artista, puedo hablar con esos lenguajes”.
Bruno de Sá considera que las tradiciones no son inamovibles: “La tradición se hace también con alguien cambiando cosas que se repetirán después. La parte interesante es que eso va abriendo camino. No pienso necesariamente qué debo hacer para abrirlo, porque eso sería como un fardo muy pesado, y no voy a cambiar el mundo, solo mi camino. Pero entiendo que, conforme voy caminando, voy abriendo puertas y la gente va pasando por ellas, ¿sabes?”
El entrevistado asegura que algún día desearía presentarse en México y conocer a su público, al que envía saludos. Por el momento, se despide para concentrarse en su actuación en el Concierto de París 2025. Su cadena cubana brilla en el pecho, como su sonrisa que promete un espectáculo que hará historia.