Diana Rojas: “El sueño de ser una buena cantante”
En los últimos dos años, las condiciones pandémicas han constreñido buena parte de las actividades operísticas en el mundo. Incluidas, por supuesto, las de México. Ante un panorama emergente que convoca múltiples esfuerzos para conseguir levantar el telón, la realidad es que hay pocos sucesos memorables a distinguir. Aunque, desde luego, los hay.
Un evento sin duda afortunado fue, por ejemplo, el debut de la soprano Diana Rojas Carreón en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, en el marco de la producción de Ascanio in Alba de Wolfgang Amadeus Mozart que la Ópera de Bellas Artes, en colaboración con el 49 Festival Internacional Cervantino, ofreció en octubre pasado como parte de su temporada 2021.
Las cartas de presentación exhibidas por Diana Rojas en el difícil rol del Fauno: un atractivo timbre, sólidos agudos y un canto de buena cuna, entre ellas, convierten a esta cantante en una de las voces de la cantera lírica nacional más interesantes a seguir en su desarrollo y consolidación en el mediano plazo.
Por esos y otros méritos también fue reconocida el 14 de diciembre pasado, en la más reciente edición del Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, en cuyo concierto de finalistas celebrado también en el Teatro del Palacio de Bellas Artes conquistara el Premio de Ópera Francesa.
En la personalidad de Diana se combinan la frescura de una nueva generación artística y una simpatía personal, impregnada de calidez y buen humor. Su gusto por el aprendizaje no sólo se percibe como actual integrante del México Ópera Estudio (MOS) de Monterrey, sino también por su conversación con hilos estéticos y, claro, por una trayectoria académica que ha pasado por la Escuela Superior de Música Fausto de Andrés y Aguirre y el Benemérito Conservatorio de Música del Estado de Puebla, de donde es originaria.
La soprano nació en una familia de músicos. Así lo relata en entrevista para los lectores de Pro Ópera: “Por parte de la familia de mi mamá, todos lo son; algunos de manera profesional, otros líricos y de afición. Y, por parte de mi papá, el cantante era mi abuelito. Todos con voces preciosas y grandes cualidades musicales. Mis padres se conocieron en el conservatorio, se casaron y nacimos mi hermano César y yo. Él es arquitecto y también músico. Yo digo que nací con la música porque para mí siempre fue algo completamente natural a mi alrededor, algo que jamás me cuestioné”.
La infancia de la protagonista de esta historia estuvo llena de ópera, pues su mamá, Diana Angélica Carreón, también es cantante. “Desde niña escuchaba cómo estudiaba, la oía cantar, dar clases y los discos compactos que ponía eran de ópera, en su mayoría. Desde que tengo memoria, tomábamos clases de solfeo para niños y después, a los 9 años, mi hermano y yo comenzamos formalmente a estudiar violín, que fue el instrumento que escogimos”, detalla la soprano.
Luego de iniciar tus estudios musicales con el violín, ¿cómo se da tu proceso de descubrimiento y formación vocal?
Es muy curioso porque desde que recuerdo siempre decía que no quería ser cantante. Sin embargo, en la primaria, mi hermano y yo nos metíamos a los concursos de canto en la escuela y él siempre ganaba el primer lugar y yo el segundo. Por ser hija de una cantante me preguntaban si yo también quería serlo, pues además siempre jugaba a cantar arias de ópera, como ‘Der Hölle Rache’ de la Reina de la noche de La flauta mágica de Mozart.
Con mi voz impostadita me la pasaba cantando en casa, así que mi mamá se daba cuenta de ello y me decía: “Oye, te enseño a cantar”. Pero siempre le respondía con un rotundo “¡no!” Seguí con mi violín y lo tomé tan en serio que definitivamente quería ser violinista. Pero durante esa temporada, que fue más o menos entre mis diez y doce años, no me cansaba de escuchar ‘Sposa son disprezzata’ de Bajazet de Vivaldi en un CD cantado por Cecilia Bartoli. Incluso me la aprendí y recuerdo que me generaba ese único sentimiento que uno tiene al cantar. Fue hasta entonces que supe que quería aprender a cantar para poder interpretar esa aria algún día. A los trece años tomé la decisión y le dije a mi mamá “Sí, quiero cantar. Enséñame”. Por supuesto, cumplí mi sueño de cantar esa aria mucho tiempo después.
Entiendo que tu mamá, Diana Carreón, además de ser tu primera maestra ha sido también un ejemplo de canto para ti y una guía en los diferentes pasos que has emprendido. ¿Puedes hablarme de la importancia que ella ha tenido en tu formación?
Mi mamá ha sido el pilar más importante en este camino. Cuando decidí estudiar canto, ella ya estaba a cargo de la cátedra de canto en la Escuela Superior de Música Fausto de Andrés y Aguirre con sede en Cholula, donde precisamente había comenzado mis estudios formales de música y violín. Entonces fue muy fácil que me dieran un horario en su clase, pues era complicado tomar clases en casa. Esa dinámica fue más sencilla para las dos, ¡aunque no nos salvamos de los típicos problemas madre e hija, porque además yo estaba entrando en plena adolescencia!
A pesar de todo eso, aguantamos. Me tuvo muchísima paciencia y fue mi maestra hasta que cumplí 19 años. Siempre fue una gran ventaja que me guiara porque ella es quien mejor conoce mi voz. Además de las clases de canto, yo estaba muy pendiente de posibles cursos o master-classes con maestros que venían de fuera o grandes maestros de nuestro país, pero que solían ser siempre fuera de Puebla.
Mi mamá me llevaba y escuchaba todo lo que me enseñaban, me corregían y me decían. Incluso algunos maestros llegaron a aconsejarla sobre cómo seguir guiándome. Me cuidaba bastante la técnica y el repertorio para que mi voz se mantuviera sana. Es a ella a quien debo mi salud vocal. Mi mamá es una persona muy dedicada y entregada a su profesión y a lo que más se dedica ahora que es justo a enseñar. Desde que recuerdo, es muy inquieta, con ganas de aprender, crecer y actualizarse. Ese ejemplo es el que me brinda hasta la actualidad y fueron esos mismos principios con los que me enseñó las bases, en la etapa que considero más importante.
Cuéntame sobre tu ingreso en el Benemérito Conservatorio de Música del Estado de Puebla, luego de haber comenzado tus estudios en la Escuela Superior de Música Fausto de Andrés y Aguirre. ¿Qué puedes comentarme sobre la formación musical y vocal que te brindó esa institución?
Cuando terminé mi preparatorio o técnico en Música en la ESMUFFA decidí hacer un cambio y entrar a cursar mi licenciatura en el conservatorio del estado. A esa decisión le vi mucha ventaja, ya que mi tía Ana Lilia (hermana de mi mamá) es maestra de una de las cátedras de canto que hay en el conservatorio. Mi tía también ha sido un pilar en mi carrera, pues estaba al pendiente de mis pasos y me brindó el apoyo de estar en su clase con la libertad de continuar con mi camino fuera del conservatorio. Yo prácticamente llegaba a revisar algunas cosas, cumplía con el programa y presentaba exámenes de canto.
Agradezco mucho mi paso por el conservatorio; fue mi etapa universitaria y viví grandes experiencias ahí, pero sabemos que en ocasiones el sistema de educación no está muy completo, ni ofrece los programas que deberíamos tener como músicos e instrumentistas. Además de tener el programa académico que pone la SEP, algunos maestros hacen el esfuerzo de llevar actividades de fuera complementarias.
Desconozco por completo los programas de otras escuelas de gobierno (aunque tengo entendido que en algunos sí hay esas oportunidades), pero al menos en mi experiencia, las clases de teatro, AFI, coaching vocal, expresión corporal, interpretación y otras más, ni siquiera son consideradas y eso es un problema real, porque además de ser necesarias, es costoso buscarlas individualmente. Es claro que ello representa una inversión que vale la pena, pero que conlleva un gran esfuerzo. Todo esto siempre lo estudié fuera del conservatorio, con mis propios recursos y el increíble apoyo de mis papás. Aunque, como te comento, a veces era con demasiado esfuerzo, si bien es cierto que poco a poco va rindiendo sus frutos.
Sé que también has tomado clases con diversos maestros, entre ellos María Katzarava, Verónica Villarroel, Octavio Arévalo, Bernardo Villalobos, Rogelio Riojas, Teresa Rodríguez o Luis Ledesma. ¿Cómo ha sido tu proceso para encontrar tu propia expresión vocal, técnica e interpretativa, a partir de enseñanzas tan múltiples?
Es importante, por supuesto, aprender de grandes maestros y hay que valorarlo mucho cuando tienes la oportunidad de hacerlo. Yo estoy muy agradecida de recibir tanto aprendizaje de maestros increíbles y maravillosos; cada uno te da lo mejor y siempre hay que tomar todo lo que se pueda, pues algunas cosas te marcan o te cambian el panorama de lo que llevas haciendo por tanto tiempo. Al principio, generalmente, se batalla mucho para encontrar la técnica vocal, sobre todo. Buscas y buscas el lugar correcto; la sensación que te describen; los pasos uno por uno; el apoyo; la punta o la respiración. En mi caso, hasta la fecha sigo buscando, pero llega un momento, después de tantos años, en el que entiendes que es un proceso completamente personal e individual; como el tuyo no hay ningún otro. Es muy fácil decirlo porque así se comprende, pero entenderlo genuinamente no lo es; en algún momento ya no sólo buscas el espacio o el apoyo correcto, sino que comienzas a buscar tu confianza, tu esencia, tu espiritualidad: el verdadero ser. Poco a poco eso se va conjuntando con la voz y ahí surgen muchas preguntas nuevas y las respuestas que tanto buscabas.
¿Cómo fue tu experiencia con la legendaria maestra Eva Marton y su programa para jóvenes cantantes?
¡Qué te puedo decir! Simplemente fue maravilloso. Me gusta contar que mi ópera favorita es Turandot y era la que más veíamos mi hermano y yo de niños; se me hacía increíble que justo la versión que mi mamá tenía en DVD fuera la producción del Met de Franco Zefirelli con Plácido Domingo (a quien también tuve la dicha de conocer unas semanas antes) y Eva Marton. Así que, cuando fui seleccionada en este programa para jóvenes cantantes, quedé en shock. Cuando conocí a la maestra Marton no lo podía creer, y cuando me dio clases quedé en doble estado de shock; me puse muy nerviosa las primeras veces, pues me parecía irreal tenerla frente a mí dándome clase.
El Young Artist Program del Teatro Liceu, junto con el Conservatorio del Liceu y el Concurso de Canto Tenor Viñas, fue un programa piloto del Estudio de Ópera que quieren tener para su base de cantantes. Recibimos clases de teatro con un grandioso director de escena, coaching vocal con una gran pianista, entrenamiento corporal y las clases con Eva Marton, que por supuesto fueron grandiosas, ya desde el hecho de que te explicara cómo concibe ella el canto con base en toda su experiencia y su magnífica carrera.
Pero no sólo fue eso: también nos llegó a contar grandes anécdotas que vivió con grandes personalidades dentro y fuera de los más importantes escenarios del mundo. Al final, claro que dimos un concierto en el Círculo del Liceu donde ella estaba de público viéndonos y yo no podía creer que Eva Marton estuviera ahí sentada en el público escuchándome cantar. Ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.
¿Qué es lo que te atrae de dedicar tu vida al canto de ópera y cómo se mezcla esa atracción con tu vida personal diaria?
Pienso que a mi vida la ha definido todo el tiempo la música y la ópera. Siempre fui la niña que cantaba en las ceremonias de la escuela y saber que tenía voz para la ópera me hacía sentir especial y diferente a los demás porque en la primaria, secundaria y preparatoria es difícil encontrar compañeros con el gusto por ese arte.
La ópera se convirtió en mi pasión el día que me di cuenta de que no me veía haciendo otra cosa o ejerciendo alguna otra profesión. Estaba segura de que mi gran sueño en la vida era ser una gran cantante de ópera. En ese sentido, llega un momento en que tu vida personal forma parte de ese sueño, porque es una carrera en la que no hay descanso, ya que siempre hay que estar estudiando, además de que hay una gran actividad operística en México.
La etapa en la que más me costó asumir algunos sacrificios fue durante la preparatoria, pues como joven entras en la onda fiestera, de antro, con tus compañeros de la escuela. Aparte de que mis papás me cuidaban mucho y no me daban tantos permisos, yo era muy consciente de que no podía hacer lo mismo, porque cursaba la prepa por las mañanas y la escuela de música por las tardes; algunos fines de semana tomaba clases (la mayoría fuera de Puebla), viajaba, y mi descanso era muy importante.
Háblame de tu debut en el Teatro del Palacio de Bellas Artes y del rol del Fauno que interpretaste en las funciones de Ascanio in Alba de Wolfgang Amadeus Mozart. ¿Cómo te preparaste para el papel y, en general, para esas presentaciones, especiales entre otras razones por las condiciones sanitarias que se tomaron en cuenta en la producción.
Ascanio in Alba fue todo un reto para mí. Yo venía de cantar Giulietta de I Capuleti e I Montecchi en el México Opera Studio, donde el rol era más lírico y central. Pasar al Fauno, un repertorio más ligero, con coloratura y bastante agudo, tardó un poco en acomodarse. La maestra María Katzarava, que me estaba ayudando técnicamente, tuvo a bien recomendarme con el maestro James Demster, quien me tuvo una paciencia enorme. Él se tomó la molestia de hacerme material de estudio para el Fauno, y me cambió la vida para lograr este rol que al principio yo veía tan difícil.
Una vez que comenzaron los ensayos, el reto ya no era tanto vocal o musical, sino la parte histriónica, donde hablando con nuestro director de escena, Miguel Santa Rita, coincidimos en nuestra visión del personaje. Los dos veíamos un Fauno con cierta calidad de movimiento para hacerlo destacar y que se pudiera notar claramente que era un Fauno, cuestión que fue complicada después porque cantar en esa posición fue muy difícil para mí. Por fortuna, como ya iba con esta idea del personaje semanas antes y durante los ensayos, traté de poner en forma mi cuerpo para que no me costara tanto.
A pesar de la situación sanitaria, considero que mi debut en Bellas Artes fue hermoso; el elenco que me tocó estuvo de lujo, además de que la mayoría eran grandes amigos a los que estimo y admiro bastante. Aprender del maestro Iván López Reynoso fue un honor, pues simplemente es un genio. Siempre voy a estar muy agradecida con el maestro Alonso Escalante por darme esta oportunidad y con mi agencia, The Nu Opera, que me adoptó gracias a la maestra Katzarava. Con mucho trabajo pudimos realizar este sueño. Las condiciones para ensayar eran estrictas, pues había que cantar con cubrebocas, pero para los ensayos generales, después de las respectivas pruebas negativas de COVID-19, podíamos cantar sin ellos y durante las funciones también.
Cantar en el Palacio de Bellas Artes creo que es un sueño que muchos jóvenes tenemos. Obviamente, recuerdo cuándo nació ese sueño en mí. Fue después de ver una Rusalka diez años antes. Así que recordarlo mientras estuve cantando ahí fue una emoción indescriptible. Disfruté mucho las funciones y toda la experiencia que, sin duda, también se encuentra dentro de las mejores de mi vida.
¿Qué géneros y repertorios te interesa abordar de acuerdo a las características de tu voz? ¿Cuáles son tus óperas favoritas o personajes que más te atraen para interpretar?
Mi género favorito, sin duda, es la ópera, pues siento que es lo mío. En estos momentos estoy abordando repertorio lírico-ligero. Considero que tengo buenas coloraturas y agudos, pero también siento que mi voz tiene un cuerpo y una pasta que si bien no son de una soprano muy lírico, me pueden permitir en un futuro cercano abordar ese repertorio que me encantaría.
Mis óperas favoritas son Turandot, Luisa Miller, Werther, la trilogía Tudor, Macbeth y Fausto, solo por mencionar algunos títulos, pues tengo muchos. Me encantaría hacer la Juliette de Gounod, Lucia di Lammermoor, Manon de Massenet y no descarto en un futuro Micaëla, que es un rol soñadisimo al igual que Liù. ¡Por supuesto, Turandot también es un gran sueño en mi vida!
Me gustaría bastante abordar algo de zarzuela, ya que es un género que no he hecho lo suficiente y puedo decirte que me gustan muchísimo las cantatas de Bach. En general, la música barroca me encanta y quisiera hacer algunos proyectos en ese sentido, porque en mis tiempos de violinista estuve en orquestas y cameratas y descubrí no sólo lo especial que es la música barroca, sino que además me fascina tocarla y cantarla. De hecho, he cantado varias obras para soprano de ese periodo, pero está en mi planes hacerlo más, ya que siento que ese género me queda bastante bien.
¿Qué puedes platicarme sobre tus participaciones en concursos de canto, en especial el de Sinaloa 2017 —donde fuiste Revelación Juvenil—, el Katzarava’s Voice Festival 2020 y el Carlo Morelli, en el que en 2021 obtuviste el Premio Ópera Francesa?
Los concursos son plataformas importantes y es otro medio de aprendizaje. Mi experiencia ha sido bastante buena en los concursos en los que he participado. Soy mucho de la idea de una competencia sana y sobre todo consciente, porque es muy fácil llegar a desesperarse en ciertas ocasiones que no obtenemos los resultados deseados. Por eso creo que, aunque a veces cuesta un poco, no debemos perder de vista que el proceso de cada quien es completamente único e individual. Hay muchos factores que intervienen en ellos, pero finalmente uno de los objetivos de ir a una audición o un concurso es ir viendo por dónde vas pisando y cómo se va construyendo el caminito.
El concurso de Sinaloa fue una sorpresa muy bonita porque fue el primero donde gané algo (y además era un premio que yo quería en ese momento). Aprendí mucho del maestro Enrique Patrón de Rueda, quien fue muy bueno conmigo. La primera edición del Katzarava’s Voice Festival fue sin duda muy especial, ya que era uno de los primeros concursos en línea, algo a lo que todavía nos estábamos adaptando. La preocupación ahí no sólo era salir y cantar, sino que había que cuidar audio, internet, ruido externo y muchos otros factores. Fue todo un reto que también acabó de manera increíble porque gané el segundo lugar.
Y bueno, el Morelli era un sueño que tenía desde hace mucho y que honestamente no había podido lograr hasta ahora. Hubo algunas ediciones en las que ya me había presentado y ni siquiera había sido finalista. El premio de Ópera Francesa también fue una sorpresa porque éramos varios cantando francés (muy buenos todos mis colegas), así que fue un galardón que valoro bastante y que me gustó muchísimo ganar.
También sé que en tu mira formativa, además de los concursos, han estado los talleres y estudios de ópera. ¿Qué tanta opción de desarrollo resultan este tipo de programas para una joven cantante como tú y cuál es la proyección que deriva de ellos, aun cuando es claro que los resultados positivos, de inicio en la aceptación, pueden llegar o no?
Los estudios de ópera y talleres definitivamente son una opción para proyectarse. En ellos se concentran maestros de distintas áreas y los proyectos benefician el desarrollo conforme a la madurez también de cada uno. Un ambiente así genera disciplina, estudio, paciencia y compañerismo. El objetivo principal es encaminarse de manera más cercana a una carrera y ritmo profesional. Y adquirir la experiencia de montar roles completos y desarrollar más seguridad en el escenario, así como el enfoque a continuar esta formación y buscar oportunidades en el extranjero. Pertenecer a un estudio de ópera te da herramientas para poder buscar dónde hay que afinar detalles. Es decir, para mirar a través de la lupa dónde hay que poner atención y seguir trabajando para mejorar.
En 2018, cantaste al lado del tenor Javier Camarena. ¿Cuéntame cómo se dio esa colaboración para formar parte de aquella gala navideña en Campeche?
Este es un regalo que la vida me dio para siempre. En 2018 , fui a Zúrich para una audición. Era la primera vez que salía del país yo sola. No tenía idea de cómo sería la experiencia y tampoco conocía gente allá que me pudiera orientar un poco. Se nos vino la idea de escribirle al maestro, ya que siempre ha sido generoso, y preguntarle un poco acerca de esto pues él vive en aquella ciudad.
Honestamente, se me hizo una locura porque yo no sabía si me iba a responder. Ni siquiera creía que pudiera ver mi mensaje, pero por si las dudas me animé y le escribí todas mis dudas. En ese mensaje adjunté un video mío para que se pudiera dar una idea de cómo cantaba en ese entonces, por si lo veía y me aconsejaba. Para mí sorpresa, él me respondió muy amable, resolviendo algunas de mis dudas. Recuerdo que vi el mensaje y cuando iba a darle las gracias por esa gran atención que tuvo hacia mí, recibí otro mensaje donde me preguntaba qué más cantaba y si tenía más videos. Le platiqué mi repertorio y le comenté que justo al día siguiente iba a grabar nuevos videos.
Él me pidió el Ave María de Schubert, aunque a la hora de mandarlos le dije que el Ave María no había podido grabarlo. Sin embargo, le mostré otras arias que sí pude grabar, con el anuncio de que al siguiente día volvería a intentar grabar la pieza. Después de esa conversación con los videos, él me escribió que le había gustado mucho mi forma de cantar y que estaba buscando una soprano joven para una Gala Navideña en Campeche que sería en diciembre de ese año. Me preguntó si me gustaría acompañarlo.
Obviamente, yo no podía creerlo. Leí el mensaje muchas veces y me acuerdo que hasta grité de tanta emoción que tenía en ese momento. Vivir la experiencia de cantar junto a él, hacer música y poder compartir el escenario fue algo único y maravilloso. Siempre voy a recordar eso con muchísimo cariño, pero sobre todo con agradecimiento por haber confiado en mí: por creer en mi voz y en mi talento.
¿Qué sigue a continuación en tus planes profesionales? ¿Cuáles serían las condiciones ideales en el entorno operístico de nuestro país, para que jóvenes cantantes como tú puedan desarrollarse de la mejor manera?
Dentro de mis planes siempre está la preparación. Ahora me gustaría comenzar a buscar alguna oportunidad que me permita continuar creciendo en el extranjero; también me gustaría iniciar algunos proyectos personales que tengo en mente y otros que están en proceso, así como continuar mi desempeño en el México Opera Studio, al que actualmente pertenezco. Estamos a medio curso y con varios proyectos.
Creo que hay bastante apoyo en nuestro país. Existen muchas plataformas que nos ayudan a crecer y a proyectarnos, pero no diría que es suficiente debido al gran talento mexicano que hay actualmente. Esta es una de las razones por las cuales tendemos a buscar oportunidades fuera del país. Algo ideal sería tener más trabajo, más estudios de ópera, más talleres, más teatros abiertos produciendo ópera, pues aunque hay mucha gente luchando por esto, los recursos siguen faltando.
¿Has pensado en etapas o plazos para cumplir tus metas? ¿Cómo visualizas tu carrera profesional?
Creo que mi única meta siempre ha sido cantar bien; lograr escuchar en mí el resultado que siempre he tenido en mente: un canto fino lleno de buenos detalles. Porque yo pienso que alcanzando esto, las cosas y las oportunidades llegan en el momento indicado. Realmente, uno no puede tener el control sobre eso porque podemos hacer mil planes, pero al final las cosas terminan tomando su curso natural y nos ponen en el lugar en el que tengamos que estar por el tiempo que debamos permanecer.
También una de las cosas que considero importantes es conectar con las personas a través de mi voz; que se sientan identificadas, porque cuando se consigue es la mejor retribución que puede tener un artista. Así es como visualizo mi carrera: me gustaría poder compartir esto por mucho tiempo más, en muchos lugares y con muchas personas. Siempre digo que la misión de un artista es hacer que la gente que no conoce este género se acerque a él cada vez un poco más. Sabemos que la ópera está llena de estigmas o estereotipos que ya no existen y pienso que ayudar a descubrirlo sería ideal para contribuir en el desarrollo de nuestra cultura.
¿Qué desearías que el público diga de ti dentro de algunos años y, claro, qué vas a hacer para conseguirlo?
Quisiera que dijeran que cumplí el sueño de ser una buena cantante e intérprete. Y desearía que me vean realizándolo. Como te comentaba, la preparación es fundamental para cualquier cosa que uno desee hacer. Es difícil; sí y mucho. Pero al menos yo me he dado cuenta de que conforme se avanza es necesario retroceder un poco y mirar hacia nosotros mismos para volver a encontrarnos y seguir caminando o reenfocarnos para llegar a nuestro destino.