Ramón Vargas: Los 10 años del EOBA

Ramón Vargas: “La voz es el alfa y el omega, pero en medio se necesita todo lo demás para ser un buen cantante» © Alfredo Pérez Butrón

Ramón Vargas ha sido uno de los más importantes tenores de los últimos 40 años en el panorama mundial de la ópera. Además de su papel como uno de los máximos exponentes de la lírica, ha sido también impulsor de los jóvenes talentos mexicanos. 

Durante su gestión como director de la Ópera de Bellas Artes (de 2013 a 2015), Vargas creó el Estudio de Ópera de Bellas Artes (EOBA). La finalidad de dicho proyecto fue y es seleccionar a jóvenes cantantes y pianistas para prepararlos a través de distintas clases de voz, actuación e idiomas para enfrentarse mejor preparados al escenario y a una carrera profesional. 

Durante los diez años del EOBA, sus integrantes han participado en numerosas producciones de óperas tales como Così fan tutte, Don Giovanni y La finta semplice de Wolfgang Amadeus Mozart, Carmen de Georges Bizet, Philémon et Baucis de Joseph Haydn, La bohème de Giacomo Puccini, L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti, Mefistofele de Arrigo Boito, Rigoletto y La traviata de Giuseppe Verdi, entre muchas otras más. Han sido parte importante estrenos de óperas, tanto de repertorio como mexicanas, tales como Il viaggio a Reims de Rossini, La Güera de Carlos Jiménez Mabarak, Las bodas de Camacho de Felix Mendelssohn, Viaje de Javier Torres Maldonado, Ana y su sombra de Gabriela Ortiz, La creciente de Georgina Derbez, Bufadero de Hebert Vázquez y Anacleto Morones de Víctor Rasgado.

El EOBA se ha presentado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario, la Sala Silvestre Revueltas del Conjunto Ollin Yoliztli, el Teatro de la Ciudad de Puebla, el Teatro Metropolitano de Tampico, el Teatro de la Ciudad de Monterrey, el Auditorio de Minas y el Teatro Cervantes de Guanajuato, y la Sala Principal de Palacio de Bellas Artes.

Destacadas figuras nacionales e internacionales han ofrecido clases magistrales a los becarios, como Carlos Almaguer, Francisco Araiza, Hélène Blanic, Javier Camarena, Noé Colín, John Fisher, Rolando Garza, Robert Gilder, Erika Grimaldi, María Katzarava, Eilana Lappalainen, Íride Martínez, Enrique Patrón de Rueda, Xavier Ribes, Bernardo Villalobos, además del propio Ramón Vargas.

Gracias a la preparación y experiencia que el EOBA ha dado a sus egresados, varios jóvenes artistas mexicanos han logrado cantar y ser parte de funciones a nivel internacional en teatros de Norteamérica, Europa, Asia y Oceanía. 

El Estudio de Ópera de Bellas Artes, que inició actividades el 7 de enero de 2014, y cuya sede es el Teatro Regina, sigue su labor formativa hasta el presente. Recientemente, el maestro Ramón Vargas estuvo trabajando unos días con los alumnos de la generación más reciente del EOBA y tuvimos oportunidad de platicar con él respecto de la historia y propósito del estudio, a 10 años de su creación. Para Pro Ópera ha sido un gran honor haber colaborado con el maestro Vargas para que estas sesiones de repertorio y técnica vocal a los alumnos del EOBA fueran posibles. 

¿Cómo surgió la idea de formar el Estudio de Ópera de Bellas Artes?
La formación de un cantante es larga y costosa; nadie, aunque tenga una voz privilegiada, podría nunca salir a un escenario y cantar un rol operístico con decencia si no tiene antes una preparación de muchos años a sus espaldas.

Desde que estuvo Sergio Vela en lo que antes era el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), habíamos hablado de la posibilidad de hacer un taller de ópera. Luego vino el cambio de gobierno y con la llegada de María Cristina García Cepeda al INBA y de Rafael Tovar y de Teresa a Conaculta se concretó. En mi juventud, formé parte del Estudio de la Ópera de Viena después de salir de México, y me di cuenta de lo importante que fue esa experiencia para mi formación profesional.

¿Está basado en algún modelo específico de estudio de ópera europeo o se adaptó a las necesidades de los intérpretes nacionales?
No exactamente, los cantantes europeos y los cantantes americanos tienen las mismas necesidades que los nuestros.

En México hubo intentos en el pasado de hacer algún tipo de taller operístico en lo que antes era el INBA, pero nunca pasó a ser algo serio. También después se apoyó a varias generaciones a través de la Sociedad Internacional de Valores de Arte Mexicano (SIVAM), que hizo un trabajo muy bueno, pero no tuvieron la posibilidad de poner a los chicos sobre un escenario como parte de su formación. 

También hay otros talleres, en Monterrey, en San Miguel de Allende, en donde están haciendo una gran labor, y otros lugares más. A todos ellos los respeto mucho, pero creo que ninguno tiene el potencial que ofrece Bellas Artes. El Estudio de la Ópera de Bellas Artes (EOBA) es único en su género, porque tenemos la posibilidad de foguear a los jóvenes cantantes en un teatro del prestigio de Bellas Artes. 

Mi estancia en Viena como estudiante fue muy importante, sobre todo porque, además, teníamos contacto directo con las producciones que se preparaban, y podíamos ver y a veces participar en ellas con elencos de ensueño y con directores míticos como Zubin Mehta, Claudio Abbado y otros.

Ramón Vargas, director de la Ópera de Bellas Artes de 2013 a 2015 © Ana Lourdes Herrera

¿Cómo se eligieron las clases que se darían en el EOBA?
Considerando lo que te dije anteriormente, pensé que necesitábamos una escuela de ópera propiamente. Muchos de los chicos que pertenecen o que han pertenecido al EOBA llegan ya bien preparados musicalmente, y también vocalmente, pero ninguno de ellos ha estado todavía listo para salir a un gran escenario. Ese paso es difícil y hay que estar preparado para ello. Decía el gran tenor Lauri Volpi hace ya muchas décadas que “para cantar, también sirve la voz”. Para confirmar lo que decía, yo uso una frase que dice: “La voz es el alfa y el omega” (el principio y el fin), pero en medio se necesita todo lo demás para ser un buen cantante. 

Cito algunas características indispensables: tener musicalidad, preparación técnica vocal, preparación estilística y de idiomas y capacidades de actuación teatral, por decir las más importantes. Para ayudar a los chicos a lograr esto, hemos ofrecido algunas lecciones importantes de Técnica Alexander de manera privada y grupal con la maestra Louise Phelan, de teatro con Daniela Parra, y lecciones con maestros repasadores de partituras como los pianistas Andrés Sarre, Israel Barrios y Valeria Prokofieva. Además de las diferentes clases magistrales que toman a través de varios artistas que visitan la Ópera de Bellas Artes y ofrecen estas lecciones.

Además, se presentan regularmente en el Palacio Postal (al lado del Palacio de Bellas Artes) y en el Teatro de la Ciudad. Esta práctica teatral es muy importante para su desarrollo práctico de la profesión.

¿Se podría decir que son cursos especializados para cantantes que tienen ya algo de experiencia o pueden entrar aquellos que no tengan todavía experiencia en escena?
No se hacen exámenes teatrales. No se necesita experiencia escénica para ser considerado.

¿Cuáles eran las prioridades en cuanto a la preparación de los jóvenes cantantes y pianistas al comienzo del EOBA?
La prioridad era la de ofrecer una preparación integral para poder insertarse en la profesión de cantante de ópera. A través de la preparación técnica vocal, estilística y teatral logran tener confianza en sí mismos para enfrentar la vida profesional de un cantante, así como la adquisición de la disciplina propia de nuestra profesión. En el caso de los pianistas, es importante que aprendan estilos y pongan repertorio. Son muy importantes los maestros repasadores.

¿Han cambiado con el tiempo las exigencias a quienes van ingresando o siguen siendo las mismas?
No exactamente, se busca tener a artistas lo mejor formados posible para dar el último impulso a sus carreras.

¿Han cambiado los desafíos para los jóvenes cantantes de diez años para acá?
Esta es una muy buena pregunta. Yo creo que sí ha cambiado, como han cambiado para mí de cuando empezaba mi carrera hasta ahora. En mis años de juventud, se priorizaban las voces buenas y formadas; después, hace unos 15 años, a los cantantes apuestos y a las chicas guapas, como si escogieran a los elencos por un álbum de fotos. 

Esta tendencia ha disminuido, a pesar de que sigue habiendo este modo de racismo escondido (la de privilegiar más a los bien parecidos), pero ahora se ha impuesto la tendencia de la inclusión, que solicita tener a las más personas con diferentes modos de percepción propia o de raza y cultura diferentes. Esto, visto de cierto modo, es positivo, pero podría ser también una limitación. Por eso sugiero a los chicos que estén siempre lo mejor preparados para no depender de nada ni de nadie.

Ramón Vargas durante una clase magistral en el EOBA, 2024 © Carlos Alvar

¿Cuáles son los retos que enfrenta un cantante joven mexicano en comparación con uno europeo o estadounidense en cuanto a su preparación para hacer una carrera?
Un joven cantante europeo o americano está en línea general tres o cuatro años más adelantado —en cuanto a su preparación— a los jóvenes mexicanos o hispanoamericanos. Tienen ventajas como son las infraestructuras en las escuelas, conservatorios y universidades de sus países, las cuales tienen un nivel alto. 

Fui profesor de la Universidad de Viena y me di cuenta de que ellos tienen ventajas como, por ejemplo, tener varios teatros en la ciudad, entre ellos el del Palacio de Schönbrunn en donde se hacen varias producciones anualmente, con orquesta, vestuario y decoración. Ninguna institución en México tiene esas posibilidades. Por eso tenemos que ser muy puntuales y eficaces en su formación.

Diez años se dice fácil, pero es un hecho que el EOBA ha sido un éxito y ha dado oportunidad a grandes talentos de seguir su carrera y volar hacia nuevos horizontes. ¿Cree que también se debería trabajar en que esos talentos se queden y se les den más oportunidades en México?
Pienso que es importante decir que no todas las voces ni todas las personas están llamadas a carreras internacionales. Lo importante de la formación de un artista es que se desarrolle y que a través de su desarrollo sea un ejemplo de superación ahí en donde esté. Esto va a hacer que el nivel nacional crezca. Tal vez algunos de esos chicos el día de mañana serán maestros de canto y seguramente tendrán más elementos para ayudar a sus futuros estudiantes. Notaremos al paso del tiempo los beneficios de este proyecto también en la parte pedagógica.

¿Cuáles son para ti los momentos más importantes dentro de las actividades del EOBA durante estos 10 años?
Desafortunadamente, no he estado siempre presente en el EOBA a pesar de ser el Presidente Honorario. Algunas administraciones no me invitaban a participar, luego vino la pandemia y eso volvió todo más difícil. Ahora me siento más cercano a ellos y espero seguir así por muchos años más.

Creo que la creación del estudio y la celebración de sus diez años han sido para mí lo más emocionante, pero, sobre todo, agradezco a algunas personas que han formado parte de este proyecto y a quien les tengo mucho agradecimiento: Rafael Tovar (QEPD), María Cristina García Cepeda, Adriana Camarena y a Octavio Sosa, entre otros. Con ellos empecé este proyecto que, de ser un sueño, se volvió realidad y ahora son ya diez años. 

También quiero agradecer a la administración actual, a la doctora Lucina Jiménez del INBAL por continuar este proyecto que ojalá dure muchos años más. Lo que más me alienta y emociona es el haber tenido la posibilidad de participar en la formación de varias generaciones que están cantando por todo México y a algunos de ellos en el extranjero.

En la gala de 40 años de carrera de Ramón Vargas, el 10 de septiembre de 2023, participaron el Coro y la Orquesta del Teatro Bellas Artes, así como el EOBA © INBAL

Compartir: