Zyanya Cruz Domínguez: “En la música encontré todo lo que me estremecía”
En el concierto de finalistas del XXXIX Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli — celebrada el pasado 14 de julio en el Teatro del Palacio de Bellas Artes—, ocurrió un hecho nunca antes visto en la historia del certamen: la soprano Zyanya Cruz Domínguez obtuvo el Premio del Público Pro Ópera por segunda ocasión consecutiva.
La distinción emanada del gusto directo de los asistentes —al margen de los votos emitidos por el Jurado calificador para el resto de los galardones—, tuvo un significado especial para Zyanya: “Me hizo darme cuenta de lo importante que es para el ser humano experimentar una conmoción a través del arte. Durante mi interpretación me sentí conectada con la música y el momento presente, intentando a su vez compartir mi pasión con aquellos que pudieran sentirla también”, dice la joven soprano en entrevista exclusiva para Pro Ópera.
La cantante, originaria de la Ciudad de México pero radicada ahora en Sinaloa como parte de su formación profesional, considera que a través de su voto el público le hizo sentir que en efecto sintió su pasión. Esa fue una de las mayores satisfacciones de la noche para ella y así lo expresa: “Esa sola sensación es para mí una presea; lo demás carece de importancia. Ese acontecimiento me resultó profundamente inspirador para continuar creciendo en mi carrera como cantante y como persona. Fue inevitable sentir enorme gratitud y respeto para mis maestros; en particular, Armando Piña y Miguel Brito, porque apostaron toda su fe y esfuerzo en cada hora de ensayo. Fue un trabajo en equipo que valió toda la pena”, asegura.
Aunque es claro que su participación en el Morelli ahora es parte de los momentos más felices desde que optó por el canto como vía de expresión artística. “Fue una vivencia llena de explosiones internas y externas. Fue muy sorpresivo también. Recuerdo que no pude evitar reír-llorar en el momento que anunciaron mi nombre por segunda ocasión en ese premio tan emblemático. Me sentí profundamente agradecida por sentir la simpatía y el cariño del público por reiterada ocasión y por primera vez en la historia del concurso”, relata con emoción genuina la entrevistada.
Zyanya decidió convertirse en músico profesional desde que tenía once años de edad y tuvo su primer acercamiento con el arte sonoro a través del ahora extinto coro de los Niños Cantores del Valle de Chalco, en ese entonces bajo la dirección del maestro Jesús López Moreno. “Desde que conocí la música no tuve dudas y toda mi formación académica a partir de ese momento estaba direccionada a cumplir el sueño de dedicarme a ella. En ese tiempo no sabía que me transformaría en cantante; sólo deseaba estar y vivir para la música”, reconoce la soprano.
Cuando tuvo edad para el bachillerato, Zyanya ingresó en el Centro de Educación Artística Luis Spota Saavedra (CEDART), donde podía cursar su formación musical y su educación preparatoria de manera simultánea en una misma institución. “Además, en ella, los alumnos tienen la oportunidad de probar sus habilidades en otras áreas de formación artística. En esa escuela tomé clases de dibujo, escultura, grabado, actuación, ballet, expresión corporal, entre otras materias, aunque nunca cambié de opinión y mi corazón seguía estoico ante la música”, continúa su relato.
“La experiencia que definió el rumbo que actualmente tomó mi carrera fue un concierto didáctico que la soprano Martha Mejia Cantú ofreció en mi CEDART. Yo no sabía nada de ópera ni había escuchado a ninguna cantante en vivo; solo había tenido acceso a una grabación de Maria Callas cantando la famosa aria ‘O mio babbino Caro’, la cual atesoraba en demasía por su profunda belleza. En ese concierto, la maestra interpretó esa aria de una forma tan magistral e impactante para mí, que incluso aseguré que lo hizo mucho mejor que la grabación que yo poseía. En ese instante, ella tocó mi alma y me mostró mi destino de alguna forma; me inspiró la forma en que a través de su voz pudo apretar mi corazón como nunca antes había sentido. Añoré poder hacer lo que ella hacía. Sin dudarlo, me acerqué a ella cuando terminó el concierto para solicitar ser su alumna. Ella, tan dulce y amorosa como siempre lo ha sido, me obsequió su tarjeta. En ese momento yo estaba anonadada. No tenía palabras para expresarle la forma en que había cambiado mi vida con su voz. Quizá todavía no las tengo”, detalla su historia la entrevistada.
Desde entonces, en el trascurso de su vida, Zyanya ha encontrado muchas más figuras de inspiración, tanto en el ámbito cotidiano, como en el rubro profesional. “Pero especialmente en la música encontré todo lo que me estremecía, conjunto en un solo arte; además de que a través de ella he encontrado a las personas que hoy son las más importantes para mí. Me siento muy agradecida con la vida por haberme permitido elegir a la música como mi profesión y a Dios por conceder que la música me eligiera a mí”, reflexiona la soprano.
¿Y tu voz cómo la descubriste? ¿Cómo la has explorado a través del estudio y tus actuaciones frente al público?
Mi proceso formativo vocal ha pasado por diferentes etapas, pues mi primera técnica fue adquirida a través de la imitación sonora de mis compañeros. En el coro de los niños cantores era importante lograr un empaste uniforme; así que aprendimos a cantar con “voz blanca”, o sea sin vibrato, para conseguir nuestro objetivo. La transición de esa técnica hacia el bel canto fue a través de varios maestros, pero en particular con la soprano Martha Mejía Cantú, quien me habló por primera vez de “el apoyo” operístico.
He pasado por muchos ángulos de percepción acerca de la técnica belcantística, pero la que ha roto muchos límites en cuanto a mis alcances vocales es la de mi actual maestro: el barítono Armando Piña, quien me ha abierto los ojos en todos los aspectos importantes, tanto vocales como profesionales. También me habla de cómo puedo manejar mis emociones para que puedan llegar al público, porque eso también se debe entrenar.
Actualmente soy miembro del Ópera Estudio del Noroeste (OPEN), el cual se encuentra bajo la dirección del maestro Piña. Este proyecto es fabuloso porque tenemos acceso a la experiencia profesional de realizar uno o dos espectáculos mensuales en el Teatro Ingenio de Los Mochis. Esta oportunidad, aunada a la experiencia de preparar cada espectáculo, así como el contacto con el público, son en conjunto el resultado de mi desempeño artístico actual.
¿Con quiénes más has trabajado tu voz y cómo fueron esos procesos para consolidar tu técnica y expresión sonora?
Mi primer maestro musical fue Jesús López Moreno, el director del coro. De él aprecié la sensibilidad, profesionalismo y dedicación que requiere un músico para ejercer su carrera. Mi preparación teórica me ayudó a explotar los detalles interpretativos de una obra, además de hacer más sencilla su ejecución.
La primer aria de ópera la aprendí fue con la soprano Ruth Ek Tun, quien me ayudó a su vez para mi ingreso en la UNAM. Entrar en la Facultad de Música significó la certeza de que debía imprimir todas las virtudes adquiridas a través de los años en mi entrenamiento musical, para consolidar una carrera profesional. Con el mismo compromiso, hallé queridos maestros como Lorena Barranco Zavala, Elías Morales Cariño, Verónica Murúa, Esteban León, Carla Madrid, entre muchos otros que no alcanzo a mencionar, pero que entregaron con vocación su conocimiento y me guiaron con todo lo mejor que hay en ellos.
Una vez que salí de la facultad, continué con mi formación y desempeño vocal en el Taller de Ópera de Sinaloa. Fue mi primera experiencia de ese tipo. Tuvimos incluso la oportunidad de participar como covers en el montaje de Don Giovanni en el Teatro Bicentenario de León. El haber estado dentro de una producción a ese nivel de profesionalismo fue verdaderamente enriquecedor e inspirador.
Desde enero de 2022 comenzamos como primera generación del OPEN. Ser miembro de un ópera estudio como ese ha sido indudablemente la razón de mi acelerado crecimiento artístico en los últimos meses. Hace un par de años también había aplicado al concurso Morelli y no había avanzado ni siquiera un filtro. En el certamen pasado fue para mí una enorme sorpresa haber avanzado hasta la final. Y no se diga cuando gané el Premio del Público Pro Ópera por primera vez.
En los últimos años, tu preparación ha tenido lugar en Sinaloa. Primero en el Taller de Ópera de Sinaloa, en Culiacán, y ahora en el Ópera Estudio del Noroeste, en Los Mochis. ¿Puedes hablarme de las coincidencias y las diferencias que han aportado estos dos talleres en tu desarrollo lírico?
En principio, tuve miedo de trasladarme a Sinaloa porque no sabía nada del lugar ni conocía a nadie; es más, ¡hasta llegué con varios abrigos a uno de los estados más calurosos de México! Pero no importaba el riesgo de llevarse toda la vida en una maleta, porque estaba persiguiendo mi sueño.
Durante la pandemia, como todos, estuve encerrada en casa, con la batalla diaria de generar crecimiento y estar lista para las oportunidades. Después de haber estado lejos de la música, incluso tomando nuevos rumbos laborales, hice una última lucha para competir por una beca entre los mejores cantantes del país. Y esa beca me la dieron. Al llegar a Culiacán me di cuenta de que era todo lo que mi mente y cuerpo necesitaban para sentirse en armonía: la música.
Con el TAOS tuve eso, la satisfacción de volver a cantar ensambles de óperas de Wolfgang Amadeus Mozart. Para poder ser parte del proyecto de Don Giovanni, los cantantes del TOS llevaban un año estudiando cada uno de los roles correspondientes a su tesitura. Yo lo tuve que aprender en dos semanas para poderme ganar ese privilegio. Fue una lección importante de vida que me ayudó a vislumbrar el ritmo de trabajo a nivel profesional.
En el OPEN he tenido la fortuna de contar con un teatro de primera, lo cual me ha ayudado a adquirir la experiencia que requiero para los montajes operísticos en los mejores teatros del mundo. Puedo pulir mi postura, mi proyección vocal y hasta mi desenvoltura en el escenario. Además de que me es posible seguir perfeccionando mi técnica de manera particular con mi maestro de canto, ensayar con el pianista repetidor y hasta hacer grabaciones para audiciones en el momento que lo requiera.
El hecho también de que la beca del OPEN sea mayor que la del TAOS ha permitido enfocarme en mi educación y formación personal, en vez de trabajar extra para cubrir los gastos. Por eso y mil motivos más, pertenecer a este ópera estudio es lo mejor que me ha pasado.
Aunque eres originaria de la Ciudad de México, ¿cómo te has integrado a esa rica actividad musical que caracteriza al estado de Sinaloa?
Sinaloa es un estado muy jovial por naturaleza. Se ve reflejado en su música, en su comida, en su gente. Mi residencia en este estado ha transformado mi personalidad. El estilo de vida con un clima cotidiano de 40° te cambia el concepto de muchas costumbres. A mí ni me gustaban los mariscos, pero en Sinaloa son simplemente exquisitos y ahora hasta se me antojan unos ostiones. Lo que es maravilloso de estar en Los Mochis es poder ser parte de mi querido grupo. Todos son personas muy interesantes, con una personalidad distintiva, y verdaderamente solidarios. Son grandes cantantes e inspiradores artistas, por lo que se aprecia enormemente el placer de hacer música en su conjunto.
Por obvias razones, la actividad artística es menor en el estado de Sinaloa respecto a la Ciudad de México; sin embargo, por pertenecer al OPEN he notado que he estado mucho más activa en esta provincia en el escenario que muchos de mis colegas que residen en la capital del país. Por supuesto esto también tiene que ver con la oferta y la demanda de cada geografía.
¿Cuáles son tus expectativas como cantante y de qué manera visualizas desarrollar tu trayectoria profesional?
Me gustaría interpretar tantos roles para mi tesitura como pueda. Quisiera cantar en muchos lugares de México y del mundo. Deseo seguir disfrutando de la indescriptible experiencia de cantar con una orquesta y combinar matices y empastes con un ensamble de solistas frente a un coro. Me gustaría vivir la experiencia de cantar Teatro Musical. Incluso me interesa el doblaje. Estoy abierta a las posibilidades laborales que pueda tener con mi voz y con la música.
Ahora mismo estoy aplicando a concursos y estudios de ópera en otros sitios, para seguir abriéndome paso en la carrera de cantante de ópera profesional, la cual tiene grandes recompensas pero también pesadas luchas. Me gusta aprender cosas nuevas todo el tiempo, siempre he pensado que ningún conocimiento está de más. Quién sabe si un día cierta habilidad pueda ser determinante en mi desempeño futuro. Aprovecharé el estímulo económico de Pro Ópera también para financiar mi crecimiento profesional, a través de su inversión en un acontecimiento que pueda ser mi siguiente escalón en el desarrollo de mi carrera.
¿Cuál es el repertorio adecuado para tu voz? ¿Cómo te visualizas a futuro en el mundo del canto?
Mi voz es la de una soprano soubrette, cuyas características son las de poseer un timbre ligero, con pocas dificultades en la zona aguda y con notables habilidades histriónicas como las de sopranos de las operetas francesas. Para este tipo de voz es muy usual el típico personaje jovial, mediador del conflicto entre la clase alta y baja, que es casi siempre el eje de la historia. Ya he interpretado roles que ejemplifican muy bien esas características, como Despina en Così fan tutte, Zerlina en Don Giovanni o Adina en L’elisir d’amore, por mencionar algunos.
En nuestros próximos montajes interpretaremos La bohème de Giacomo Puccini, Amahl y los visitantes nocturnos de Gian Carlo Menotti y dos espectáculos no operísticos también en el Teatro Ingenio. Me gusta vislumbrarme a mí misma como una mujer que disfruta de su vida y su carrera. Considero que, al menos hasta este punto de la vida, estoy haciendo bien las cosas.