Hera Hyesang Park: “En las óperas de Mozart no puedes hacerte la diva”
La soprano coreana Hera Hyesang Park se presentará en México en el marco del 50 aniversario del Festival Internacional Cervantino. Cantará en la inauguración de dicho festival el 12 de octubre, al lado de la soprano mexicana María Katzarava, y después, el 15 de octubre, dará un recital con arias y canciones en el Palacio de Bellas Artes, acompañada por la pianista Sophia Muñoz.
Poseedora de una voz lírica, con un timbre cristalino, una técnica depurada y un fraseo exquisito, Park se está colocando entre las sopranos jóvenes más importantes de la lírica mundial. Además de su bello canto, tiene una presencia escénica carismática, instinto teatral y una musicalidad a flor de piel. Su sensibilidad y amor por lo que hace se reflejan en cada actuación de esta joven cantante.
Estudió en la Universidad Nacional de Seúl, Corea del Sur, y en la renombrada Juilliard School de Nueva York, donde estudió por dos años. En 2015 ganó el segundo lugar femenil y el Premio de Zarzuela Pepita Embil en el concurso de canto Operalia. El año siguiente ganó el primer lugar en la Gerda Lissner Foundation International Competition y el Hildegard Behrens Award en 2018.
Formó parte del Lindemann Young Artist Development Program de la Metropolitan Opera de Nueva York. Hizo su debut en dicho teatro en 2017 cantando la Primera Ninfa en Rusalka de Dvořák. En dicho teatro también ha cantado el papel de Amore en Orfeo ed Euridice de Gluck en 2019, Pamina en Die Zauberflöte de Mozart en 2021 y, en marzo de 2023 cantará el rol de Nanetta en Falstaff de Verdi.
Ha cantado también en teatros tan importantes como la Bayerische Staatsoper de Múnich, donde debutó con el rol de Despina en Così fan tutte de Mozart y participó en el estreno mundial de la obra de Marina Abramovic 7 Deaths of Maria Callas, en donde cantó el rol de Violetta Valéry de La traviata de Verdi. Participó también en esta obra en la Ópera de París en septiembre de 2021.
Ha participado en el Festival de Glyndebourne cantando los papeles de Despina en Così fan tutte, Susanna en Le nozze di Figaro y Rosina de Il barbiere di Siviglia de Rossini. Hizo su debut en la Staatsoper Berlin recientemente interpretando por primera vez el rol de Adina en L’elisir d’amore de Donizetti. En 2019 cantó con gran éxito el papel de Musetta en La bohème de Puccini en la Komische Oper de Berlín en la nueva producción de Barrie Kosky.
En 2020 firmó un contrato exclusivo con Deutsche Grammophon y su primer disco llamado “I am Hera” salió a la venta en enero 2021, donde canta arias de Mozart, Gluck, Händel, Pergolesi, Rossini, Bellini, Verdi y Puccini, además de canciones coreanas de los compositores Joowon Kim y Un-Yng La.
Interpreta el rol de Aldimira en la grabación de Sigismondo de Rossini con la Münchner Rundfunkorchester, bajo la batuta de Kerri-Lynn Wilson. Ha cantado Ein Deutsches Requiem de Brahms en la Thomaskirche de Leipzig en Alemania, y ha dado varios conciertos con la New York Philharmonic y en la Ópera de Los Ángeles.
‘O tranquillo soggiorno… Oggetto amabile’, aria de Aldimira, Sigismondo, Gioachino Rossini
Tuvimos la oportunidad de platicar con Hera Hyesang Park, en exclusiva para Pro Ópera, durante uno de sus días de descanso entre funciones de L’elisir d’amore en Berlín. Platicar con ella es un deleite y en cada una de sus respuestas nos transmite su amor por la música, su gran espiritualidad, su entusiasmo y su curiosidad por conocer y aprender en todo momento sobre otras culturas y estar en contacto con gente de todo el mundo.
Sabemos que acabas de hacer tu debut doble en Berlín cantando por primera vez Adina y por primera vez en este importante teatro alemán. ¿Cómo ha sido esta experiencia para ti?
Primero que nada, ha sido algo abrumador: me siento privilegiada de estar haciendo mi debut en uno de los teatros más importantes de Europa, como lo es la Berlin Staatsoper. Acerca de Adina, es un rol muy grande, cantas mucho durante la función; al interpretarla debes tener una combinación perfecta entre la actuación y una técnica muy sólida. He trabajado durante mucho tiempo para hacer este debut y, cuando me ofrecieron estas funciones, estaba yo muy emocionada.
Sentí mucha presión, pero fue una presión maravillosa; como cantante de ópera uno se acostumbra a este tipo de situaciones, pero debemos saber cómo manejar esa presión en escena. Gracias a esta ópera en particular, que es un gran reto para mí, creo que espiritualmente hizo que pusiera los pies en la tierra. Me ayudó mucho a entender que mientras más segura esté de mí misma, puedo entender que este proceso es parte de la naturaleza humana, que no somos perfectos, pues es un proceso y cada paso es un aprendizaje.
Antes de Adina, yo estaba cantando Rosina en Il barbiere di Siviglia, Susanna en Le nozze di Figaro, Musetta en La bohème… o sea, esos papeles más “ligeros”. Para Adina siento que necesitas meter un poco más de energía en tu cuerpo porque es bel canto puro. Esta ópera me ha hecho aprender muchas cosas. Aunque al principio no me gustaba mucho el personaje de Adina porque pensaba que era mala persona, hasta cruel, después empecé a entender que, tal vez, ella tenía una razón para ser así: a lo mejor sufrió un trauma de pequeña o una decepción amorosa pasada que la hizo poner ese muro entre ella y los demás. Por eso no cree ella en el amor verdadero. Su debilidad es no saber cómo lidiar con este posible amor; incluso puede estar sufriendo por dentro. Me adentré en lo que pudiera ser su lado vulnerable y eso me hizo amarla y entenderla. Todos tenemos nuestras debilidades. Nemorino le enseña que sí existe el verdadero amor, y eso la hace tener la confianza de poder amarlo y confiar en él. Creo que tendrán una vida feliz juntos al final de la ópera y pues yo estoy feliz de cantarla en Berlín.
Mencionaste los roles mozartianos con los cuales has estado teniendo mucho éxito alrededor del mundo. ¿Cuál ha sido tu relación con las óperas de Mozart? ¿Crees que es el compositor que te ayuda a alinear tu técnica, un bálsamo para la voz, o lo ves como el que puede mostrar las imperfecciones de un cantante?
Mi relación con Mozart empezó cuando yo estaba en la secundaria en Corea. Mi maestra de canto me decía que yo iba a ser una gran cantante mozartiana. Yo le respondí muy indignada: “¡No, yo quiero ser una cantante pucciniana porque lo siento más y desborda pasión!” Me frustró mucho que me dijera que iba a ser mozartiana porque cuando yo escuchaba las óperas de Verdi o de Puccini, me emocionaban tanto.
Después comencé a entender qué era lo que yo tenía realmente en mi voz, y a ver ya lo que es el macrocosmos de la música clásica. Ahora ya no escucho tanto las óperas veristas o aquellas que quería yo cantar como estudiante; fueron mi pasión por un tiempo pero hoy en día no es lo que más quiero oír. Hay veces en que son demasiado para mí. En cambio, las óperas de Mozart nunca me aburren y no me abruman. ¡Son mágicas! Es impresionante la cantidad de emociones que puedes encontrar dentro de su música. Tal vez no son sentimientos que te golpeen el corazón de manera tan obvia y directa, pero te hacen pensar qué hay detrás de todo esto. Empiezas a analizar más el por qué de esta armonía en cierto pasaje, por qué repite esta oración tanto, por qué el personaje me dice que se siente de esta manera, pero la música me dice lo contrario; hay tantos aspectos que puedes desmenuzar y en los cuales puedes adentrarte con Mozart.
Cuando lo canto siento que soy totalmente yo misma; mi maestra en Corea tenía toda la razón. Como cantante de ópera, siempre tienes algunos momentos estresantes en escena; pero con Mozart yo no siento ningún estrés o nerviosisimo. Siento que su música es muy espiritual. No necesito esforzarme tanto, solo dejo que la voz fluya. Me enfoco en mi trabajo como servidora de la música; puedo controlar mis emociones porque sí quiero respetar lo que Mozart escribió.
Muchos cantantes sienten que cantar Mozart es como un bálsamo para la voz porque al interpretarlo debes reducir tu ego y tus emociones, hasta cierto punto. Debes guiarte por lo que está escrito y no puedes exagerar demasiado las emociones. Hay que concentrarse en lo fundamental, en la partitura y lo que ahí te indica Mozart. Luego puedes ponerle un poco de color a tu voz, pero no demasiado. Un elemento muy importante al cantar las óperas de Mozart es tu conexión con el director de orquesta y con la orquesta misma. En sus óperas no puedes hacerte la diva.
Me gusta que Mozart hace que cada uno de sus personajes sean importantes y les da momentos para que se luzcan. Se piensa que Despina es un papel pequeño, pero no es así. Tiene un rol muy importante que cumplir dentro de la trama de la ópera. Susanna es un personaje principal, pero todos los que están a su alrededor son igual de importantes. Todos son tan valiosos… Es como el ciclo de la vida: todos los seres humanos son importantes, todos dependemos de los demás; en la ópera no solo se trata de Tosca y Cavaradossi, o solo de Mimì y Rodolfo, se trata de todos los demás.
Si platicamos sobre Die Zauberflöte, es el mismo caso. Mozart le da importancia a cada uno de los personajes. En sus óperas, todos podemos ser “estrellas” y brillar con su música. Aunque no me interesa ser la diva, amo cantar Mozart por todo lo que te da en su música.
Como una cantante que disfruta tanto el actuar en escena y que tiene un instinto teatral tan natural, supongo que disfrutas mucho los recitativos en las óperas mozartianas.
Yo creo que los recitativos son la parte más divertida. Te permiten actuar a tus anchas y, si tienes suerte, tendrás momentos muy divertidos con tus colegas. En cada función los puedes hacer de manera distinta, en cuanto a la actuación se refiere, y siempre tendrás diferentes reacciones. Es como hacer una conversación con una gama infinita de emociones y respuestas. Mozart componía arias maravillosas, pero sí te permitía jugar y él mismo se divertía con los recitativos. Me gusta mucho trabajar y cantar los recitativos; es cuando más interacción tienes con los otros personajes. Cuando practico en casa cómo haré los recitativos, es una labor de creatividad por las diferentes maneras en las cuales puedes hacer ciertos acentos, ciertas frases, algunos colores…
Platiquemos ahora sobre tu primer disco “I am Hera”. En una entrevista dijiste que habías seleccionado las arias que cantarías por la afinidad que sentías por ellas y la conexión a las mismas y no tanto por ser las arias más famosas. ¿Qué nos puedes comentar al respecto?
Cuando grabé mi primer disco fue una experiencia abrumadora. Nunca me imaginé que llegaría a ser una artista exclusiva de Deutsche Grammophon. Al principio no sabía qué iba a grabar para mi primer álbum. Después de elegir una lista de arias, me detuve un momento a pensar y me dije: ¿qué quiero hacer en este primer disco: impresionar o ser yo misma?
[Leer la reseña de este recital en Pro Ópera ]
No quiero estar constantemente viviendo mi vida teniendo que probar quien soy o teniendo que estar segura de que la gente me acepte y me quiera. Me quiero mucho a mí misma y no debo tratar de probar nada. Si me respeto y me amo entonces la gente hará lo mismo conmigo. Esos cuestionamientos y pensamientos fueron como todo empezó con respecto a la selección final de las arias y canciones.
La disquera también me dio varias sorpresas y yo necesitaba recordarme a mí misma que soy suficiente y por eso el disco se llama “I am Hera” (Yo soy Hera). Así pues, las arias que elegí no son sobre hacerme la diva o de querer lucirme. Son piezas de mi repertorio que puedo cantar y, como coreana, quise incluir canciones de mi país. Me dijeron que sí a esta petición y me dio mucho gusto porque son piezas que me representan, que muestran de donde vengo. En esta carrera estoy entre el oriente y el occidente, soy parte de una nueva generación de cantantes de ópera, estoy entre lo clásico y lo moderno, y siempre me he sentido como que estoy en medio de todo esto. Entender quién soy ha sido muy importante y significativo.
‘Lascia ch’io pianga’, aria de Almirena, Rinaldo, Georg Friedrich Händel
Ya grabé mi segundo disco y saldrá en marzo 2023. Va a ser muy distinto al primero: es de carácter más espiritual. Habrá música que jamás se había grabado antes, habrá arias de óperas poco conocidas, hablará de la muerte, pero de una manera más espiritual. En estos últimos años, con la pandemia, me he puesto a meditar mucho en cuál es el propósito de vivir. Así que sí, mi segundo álbum será totalmente diferente al primero. Espero que le llegue a mucha gente y que toque sus almas. Se llamará “As a breath” (Como un respiro).
Pasemos ahora a tu visita a México y a Colombia. Este será tu primera gira por América Latina. ¿Qué es lo que más emoción te da de esta experiencia?
¡Oh, por Dios! ¡Todo! Amo que estaré por allá. Me fascina la gente de Latinoamérica, creo que son muy divertidos y que te la pasas muy bien con ellos. Son tan libres y aprecian la naturaleza, lo espiritual, han pasado por muchas cosas malas a través de la historia, por muchas penurias y han sobrevivido. Se parecen mucho a nosotros los coreanos en este aspecto. Son una inspiración para mí.
Me da mucha emoción de ver y conocer a la gente allá en México y en Colombia, de ver sus ojos y sentir sus almas. ¡Y me encanta el mariachi! Mi concierto en el Palacio de Bellas Artes cae en el día de mi cumpleaños, así que va a ser muy especial para mí. Estoy muy emocionada y me encantaría oír música de mariachi cuando esté por allá. Me gustan mucho sus voces y la música que cantan.
Has cantado en español algunas romanzas de zarzuela y canciones españoles, además de haber ganado el Premio de Zarzuela en Operalia 2015.
Sí, fue la primera vez que canté zarzuela. Preparé la canción ‘Chateau Margaux’ de la zarzuela homónima de Manuel Fernández Caballero, la canté y gané el premio. ¡Imagínate mi sorpresa cuando gané ese premio! Creo que tengo algo de española en mí. (Ríe.) Amo cantar música española y creo que debo aprender bien el idioma porque amo su cultura. En mis recitales incluyo siempre algunas canciones españolas de Manuel de Falla, por ejemplo.
Hablemos un poco de tus inicios en la música en Corea del Sur. ¿Cómo fue tu primer acercamiento al mundo de la música, en general?
Mi mamá dice que cuando estaba embarazada de mí, siempre le pateaba la barriga cuando oía música. Pensó que eso era una señal de que yo iba a ser músico y a los siete años empecé a cantar en un coro religioso. Canté muchos himnos cristianos y canciones coreanas; estuve ahí diez años y me di cuenta de lo increíble que es cantar y estar en un escenario. Con ese coro viajé mucho alrededor del mundo en mi adolescencia. Fuimos a Norteamérica, a Japón, a Alemania, a Dinamarca… Me gustó mucho aprender sobre las diferentes culturas que hay en el mundo, ver cómo hay personas que son físicamente distintas a nosotros, y comer varios tipos de comida. Eso hizo que tuviera una perspectiva más amplia del mundo. Todo esto se lo debo a cantar en ese coro.
Fue entonces cuando pensé: si estudio música, seguro me tocará viajar y conocer muchos otros lugares. Así que no solo mi amor por la música me hizo estudiar canto, sino también me atrajo la idea de entender a todas las culturas y el expandir mis horizontes. Cantar es una herramienta que me permite estas experiencias.
Lo más increíble pasó cuando canté en Filadelfia: me tocó cantar una parte de solista y vi cómo la gente lloraba de emoción. Al final de la función, un chico me dio una carta diciéndome lo mucho que les había conmovido mi canto. Yo no entendía qué había hecho con mi voz que los emocionaba tanto. Fue cuando entendí el poder que tiene la música. Mientras más experimento este tipo de situaciones, más pienso que Dios está hablando a través de mí y de la música. Así comenzó mi amor por la música y por mi trabajo.
Pero hasta que fui a la universidad fue cuando empecé a entender y a amar la música clásica. Antes cantaba y compartía todo lo que sentía a través de lo que cantaba en el coro. Tuve una adolescencia difícil, así que la música fue mi refugio seguro. La música fue la herramienta con la cual sacaba todas mis emociones; tenía yo mucho enojo, dolor y depresiones, y fue el canto lo que me guió al camino correcto.
Mi maestra de la universidad me enseñó a cantar canciones de música clásica con mi propia imaginación. Cuando cantaba el aria de Giulietta ‘Eccomi, in lieta vesta’ de I Capuleti e i Montecchi de Bellini, me decía que me sentara en un sofá, que cerrara los ojos y que imaginara cosas que ella me iba diciendo con voz suave. La escuchaba y me transportaba a las imágenes que me iba narrando. Me daba instrucciones sobre los colores que debía darle a la parte de ‘Oh, quante volte’. Aunque no hablaba yo italiano en ese entonces, mi cuerpo entendía y sabía lo que estaba escrito en la música.
Cuando cantas ópera, lo haces con todo tu cuerpo; nosotros no usamos micrófono y tienes que usarlo para poder proyectar la voz. Ella me enseñó a “hablar” con mi cuerpo, y me sentía como si platicara con mi yo interior. La música clásica me hizo expandir el mensaje de lo que traía por dentro; hace que todas las emociones que Dios nos dio se traduzcan en sonidos hermosos.
Volviendo a Operalia 2015, ¿cuáles son tus recuerdos de este concurso?
¡Fue una experiencia fantástica! Pero tuvo un lado chistoso: en el hotel en Londres había chinches, así que en los videos de la competencia puedes ver que traigo piquetes por todos lados. (Ríe.)
Hablando ya en serio, estaba yo feliz de vivir la experiencia de estar allá. Todo llegó por sorpresa porque nunca me imaginé que llegaría a estar en la final, mucho menos que ganaría segundo lugar femenil y el premio de zarzuela. Fui a concursar porque quería ver el mundo, no porque quisiera ganar. Quería inspirarme al ver y conocer a otros artistas, a otros cantantes. Quería conocer a Plácido Domingo en persona. Aún ahorita no puedo creer que haya ganado dos premios en Operalia. Amé compartir mi corazón y amo darle mi amor a la gente. No soy una cantante de ópera perfecta, pero una cosa de la que sí estoy muy segura de mí misma es de que, no importa lo que haga, siempre lo haré con mucho amor, con cariño. Creo que esto lo sintió la gente esa vez que me oyeron cantar en Operalia. Me sentí muy contenta de que gané, pero al llegar a mi cuarto después de la fiesta de la final, entré a mi cuarto y la alegría se terminó y pensé: muy bien, ¿y ahora qué sigue?
‘No sé que siento aquí’, romanza de la zarzuela Chateau Margaux de Manuel Fernández Caballero
¿El canto te hace feliz?
La felicidad es algo en lo que uno tiene que trabajar constantemente; los concursos, el cantar en teatros internacionales y viajar me encanta. Tomo mi trabajo muy en serio y estudio mucho, me siento muy afortunada, pero aparte de eso, hago mucho trabajo también interno, en mí misma para ser feliz, para no sentirme vacía. Quiero tener este balance en mi vida, quiero ser una buena persona en mi interior y en mi exterior; como cantante de ópera y fuera del escenario.
¿Qué vas a cantar en tu recital en el Palacio de Bellas Artes?
En la primera parte voy a cantar una selección de arias de las óperas de Mozart-Da Ponte, cantaré algo de Rossini y les cantaré arias que no he cantado antes, así que les daré la primicia. En la segunda parte haré algunas canciones españolas, canciones coreanas, canciones de cabaret… Va a estar muy variado. Espero les guste.
¿Algún mensaje que quieras darle a los lectores de Pro Ópera y al público mexicano, en general?
¡No pueden imaginarse cuanto amo su país, su cultura! Quiero verlos a todos en mi concierto y darle todo mi amor al público, quiero conectar con todos, ver sus ojos y pasar un rato maravilloso con ustedes.