Zingari, de Ruggero Leoncavallo
Krassimira Stoyanova (Fleana), Arsen Soghomonyan (Radu), Stephen Gaertner (Tamar), Lukasz Golinski (The Old Man), Opera Rara Chorus, Royal Philharmonic Orchestra, Carlo Rizzi
OPERA RARA CD
La segunda ópera más representada de Ruggero Leoncavallo, después de Pagliacci, es Zingari, con un libreto de Enrico Cavacchioli y Guglielmo Emanuel, basada en un poema escrito por Alexander Pushkin en 1827.
Zingari es una ópera de un acto que se lleva a cabo a las orillas del Danubio a principios del siglo XX, y cuenta una trama de pasión, celos y crimen. Fue estrenada en el Hippodrome Theatre de Londres en 1912 con gran éxito y después se presentó en Estados Unidos. Existen cuatro grabaciones de esta ópera y ahora Opera Rara publicó este nuevo registro con un elenco encabezado por la soprano búlgara Krassimira Stoyanova en el rol de Fleana, el tenor armenio Arsen Soghomonyan como Radu, el barítono estadounidense Stephen Gaertner como Tamar y el bajo polaco Lukasz Goliński en el papel del Hombre Viejo, todos bajo la dirección de Carlo Rizzi.
El manuscrito original de Zingari se perdió, pero los musicólogos de Opera Rara, como Roger Parker, hicieron el trabajo de curaduría y encontraron en Estados Unidos, en una biblioteca privada, el manuscrito de Leoncavallo. Con ese documento y con las copias de la primera edición impresa para piano, arreglada por el mismo Leoncavallo, se ha podido hacer esta versión dividida en dos episodios con un intermezzo.
La trama es un triángulo amoroso entre la gitana Fleana, el noble Radu y el gitano Tamar. Ella está enamorada, al principio, del joven Radu, con quien se ve a escondidas afuera del campo gitano. Cuando son descubiertos por los gitanos, Radu jura unirse a ellos con tal de poderse casar con Fleana. El gitano Tamar también ama en secreto a Fleana y arde en celos por el matrimonio de ella con Radu. Huye del campo cuando Radu lo reta a pelear.
Un año después, la relación entre Fleana y Radu termina porque ella descubre que a quien verdaderamente amaba era a Tamar. Huyen y se resguardan en una cabaña apartada del campo gitano, pero Radu los descubre y, llevado por los celos, atranca la puerta de su escondite y le prende fuego. Tamar y Fleana mueren. Curiosamente, el final se parece mucho al de Pagliacci, donde el tenor también mata a la soprano y al barítono por ser amantes.
La riqueza orquestal de Zingari la hacen una ópera verista muy especial ya que no solo posee melodías de gran belleza para los solistas, sino que la orquesta y el coro tienen momentos de lucimiento durante la hora que dura la ópera. El drama y la tensión se mantienen durante toda la obra y los cantantes están al límite de sus emociones y de sus voces. Afortunadamente, en esta grabación contamos con intérpretes que cumplen con creces en el aspecto vocal. Desde los primeros chispeantes compases de la obertura, la música de Leoncavallo atrapa y cautiva al oído. La acción se mueve de manera rápida y cada escena es una joya musical. El coro está presente casi en toda la ópera y tiene momentos realmente fabulosos como su escena ‘Disciogli i balenanti’.
Stoyanova posee una voz lírica con cuerpo, amplitud y un timbre cálido. Por sus características de emisión, su instrumento se expande y es capaz de imprimir dramatismo sin sonar tirante. Controla ese caudal de sonido y sus agudos tienen un squillo brillante. Su Fleana es apasionada y desborda esa personalidad inquieta y enamorada en sus arias y sus duetos. Tiene un aria de gran lirismo, con un aire de seducción: ‘Addormentarmi, accarezzarmi’, y otra en donde solo canta ‘La, la, la…’, que es una vocalise más expresiva que virtuosística. La soprano canta con voz de pecho en la zona grave, sobre todo en su dueto con Radu, ‘Tagliami! Abbrucciami ma vi disprezzo’, donde hace abruptos saltos de registro y ligerezas cuando se burla de Radu.
‘Addormentarmi, accarezzarmi’, aria de Fleana, Zingari de Leoncavallo
El tenor armenio vuelve a sorprendernos con su portentosa voz, mostrando que es idóneo para el repertorio verista. Así como en su participación en la ópera Les Willis (https://proopera.org.mx/resena/le-willis-puccini/) este excelente intérprete luce su poderoso instrumento, su facilidad para los agudos con cuerpo y bien timbrados. Podemos escuchar esto en su aria ‘Principe! Radu io sono’. Se acopla con la voz de Stoyanova en su dueto ‘Eccolo finalmente il sogno!’, uno de los fragmentos musicales más hermosos de la ópera. Soghomonyan es capaz también de matizar y cantar con sutileza, algo que no es tan común en voces dramáticas como la de este tenor armenio. Una particularidad de este dueto es que los acompaña el coro de gitanos a lo lejos, creando una atmósfera mágica y especial. Podemos decir que el rol de Radu es casi o igual de difícil e intenso vocalmente que el de Canio en Pagliacci.
‘Principe! Radu io son’, aria de Radu, Zingari de Leoncavallo
‘Eccolo finalmente il sogno!’, dueto de Radu y Fleana, con coro, Zingari de Leoncavallo
El rol de Tamar tiene una tesitura muy aguda para el barítono y, a la vez, le pide cuerpo en el registro central para los momentos más dramáticos. Gaertner canta con una voz imponente y sin problema aborda el registro agudo, como en su aria ‘Ah, taci! Non lo dir!’ La música que Leoncavallo le asigna recuerda mucho a la que este mismo compositor le escribió a Silvio en su Pagliacci, por lo apasionada y bella. Tiene una balada preciosa al final del primer episodio: ‘Ah! Canto notturno’, que Gaertner canta con elegante línea de canto.
‘Ah! taci! non lo dir’, aria de Tamar, Zingari de Leoncavallo
El ‘Intermezzo’ muestra la maestría de Leoncavallo como orquestador y resume el desamor en la relación entre Fleana y Radu. Retrata también la atmósfera gitana en la que se lleva a cabo la trama.
Rizzi dirige a la Royal Philharmonic Orchestra con intensidad. Sabe balancear muy bien los crescendi y fortissimi en la orquesta para que no se oigan estridentes sino dramáticos. Sus tempi son vigorosos, cuando se necesita, y sabe cómo hacer matices y colores con su orquesta, sobre todo sabe crear la atmósfera que Leoncavallo imprime en ciertas melodías, sobre todo de los instrumentos de aliento. La textura orquestal está muy bien elaborada y se escuchan perfectamente todos los motivos musicales de cada escena. Un aplauso también para el coro Opera Rara Chorus que canta con excelente dicción y entrega.